Tras varias décadas de dedicación al sistema judicial en Estados Unidos y de observar las injusticias en el sistema legal y social, Alex Busansky se propuso cambiar la situación de los presos en el país. En 2015 fundó Impact Justice tras haber ejercido, previamente, como director del Instituto de Justicia Vera en la delegación de Washington DC y como presidente del Consejo Nacional de Crimen y Delincuencia.
La misión de Impact Justice es promover ideas y soluciones que ayuden a fomentar una reforma en el sistema judicial de Estados Unidos.
El país cuenta con más de dos millones de prisioneros en sus cárceles. Una de las grandes epidemias del sistema es que un 82% de los ex presidiarios acaban delinquiendo de nuevo al salir de la cárcel. Organizaciones como Impact Justice buscan la manera de reducir esta cifra de manera drástica.
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“A todos se nos da bien criticar, pero aportar soluciones no es tan sencillo”, asegura Busansky. “Por eso, desde Impact Justice trabajamos duro para ir más allá y encontrar las herramientas que nos ayuden a mejorar el sistema de las prisiones”.
Una de las soluciones es preparar a los presos antes de que estos se expongan al mundo de nuevo. Muchos de ellos se encuentran ante el reto de obtener puestos de trabajo teniendo en cuenta que sus expedientes cuentan con una mancha que les persigue de por vida.
En 2020, Impact Justice llevó a cabo una investigación sobre la situación alimentaria en las cárceles. Sus conclusiones fueron publicadas en el informe “Comiendo dentro de las prisiones: cómo poner fin al castigo secreto alimenticio”.
En dicho informe se pone de manifiesto el gran problema al que se enfrenta un sistema saturado en Estados Unidos: se emplean pocos fondos para mejorar la calidad de la comida de los presos, el control sobre su caducidad es laxo, no cuentan con los nutrientes necesarios y, lo que es aún más grave, se emplean castigos que restringen el acceso a la alimentación básica.
“Descubrimos que en más de 30 estados todavía se castiga a los presos usando la comida como moneda de cambio”, asegura el fundador de la organización. “Cuando un preso hace algo mal, en vez de recibir su plato habitual, son castigados a beberse la comida batida, lo cual es bastante desagradable”.
Desde Impact Justice insisten en que contar con una buena alimentación es un derecho fundamental para cualquier ser humano: “lo que cocinamos y consumimos nos ayuda a reafirmarnos como seres humanos y, al mismo tiempo, nos conecta con otras personas, lugares y culturas”.
Este informe llevó a la organización, que cuenta con más de un centenar de empleados, a crear una iniciativa de ayuda significativa para cambiar la situación de las cocinas en las prisiones. Los últimos avances tecnológicos acudieron al auxilio.
Cultivos verticales para aportar trabajo y una buena alimentación
Impact Justice ideó la posibilidad de implementar cultivos verticales dentro de las cárceles. A diferencia de los cultivos tradicionales al aire libre, las granjas de interiores no están expuestas a los caprichos del cambio climático, necesitan menos agua y los resultados son óptimos al obtener frutos y vegetales de calidad.
“Muchos presos acaban trabajando en el campo. El problema con esto es que las granjas suelen estar localizadas en lugares remotos, se gana muy poco dinero y cada vez hay más corporaciones que poseen la mayor parte de las tierras”, relata Busansky. “Teniendo en cuenta que California es un estado agricultor, tenía sentido poner a prueba un programa piloto de granjas verticales en las cárceles”.
Pero para llevar a cabo un programa tan ambicioso, hacía falta un apoyo económico fundamental. Éste vino de la mano de la asambleísta Wendy Carrillo y del Departamento de Rehabilitación de California. Gracias a estos apoyos lograron recaudar los fondos necesarios para llevar a cabo la primera prueba piloto.
El objetivo es instalar los dos primeros contenedores en una cárcel californiana de mujeres en 2023. Un grupo de expertos se encargará de entrenar a un grupo de presidiarias para que aprendan a cultivar dentro de los mismos contenedores.
Las mujeres recibirán un sueldo por sus labores. La comida resultante, que contará con una calidad superior y los nutrientes necesarios, será servida en el comedor de la cárcel.
Este entrenamiento resultará básico para las mujeres encarceladas y sus futuras vidas laborales. Impact Justice está trabajando con varias compañías de cultivos verticales que se han comprometido a contratar a las presidiarias una vez que obtengan su libertad.
“Cuando detallamos nuestros planes a este grupo de mujeres, podíamos observar cómo sus rostros cambiaron y se llenaron de ilusión”, asegura Alex Busansky. “Si el primer programa piloto resulta exitoso, nos gustaría compartir nuestro conocimiento adquirido con cualquier otra entidad u organización que quiera hacer lo mismo en otras prisiones del país”.
Impact Justice se enfrenta, con gran ilusión y esperanza, al reto de revolucionar la situación de los presos en las cárceles. El apoyo de patrocinadores y del sector público será esencial para que todo el esfuerzo se pueda traducir a la realidad.