En el año 1959 se fundaba el Banco Interamericano de Desarrollo con el objetivo de fomentar el crecimiento económico, social e institucional de América y el Caribe. En la actualidad, 48 países forman parte de la institución financiera y estos se dividen en dos grupos: miembros no prestatarios, entre los que figuran España y Estados Unidos, y miembros prestatarios, incluyendo México, Colombia, Argentina y Brasil, entre otros.
La entidad, que en el pasado ha estado en el punto de mira porque sus actividades podrían haber tenido un impacto negativo en comunidades indígenas, ha formado una alianza con BlueOrchard y Global Affairs Canada para abordar dicho problema.
BlueOrchard es una firma de inversión fundada en 2001 por la ONU. Su misión consiste en conectar a los emprendedores de mercados emergentes con inversores. La firma ha invertido más de 10.000 millones de dólares en 105 países.
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“Llevamos más de 20 años comprometidos con la inclusión y tenemos presencia en América Latina y el Caribe desde hace más de 15 años”, detalla el director ejecutivo de BlueOrchard, Philipp Mueller.
Por su parte, Global Affairs Canada es una organización que se encarga de promover las oportunidades comerciales y diplomáticas de Canadá en el panorama internacional.
Los 200 millones de dólares de este nuevo fondo privado serán destinados a acelerar la inclusión financiera de las mujeres, los grupos indígenas, los afrodescendientes, los migrantes y otros grupos similares de América Latina y el Caribe.
En la actualidad, la región se enfrenta a una serie de problemas complejos. Una clara muestra de ello es que en América Latina se presenta una brecha de 100.000 millones de dólares en empresas dirigidas por mujeres. Asimismo, el 70% de la población no cuenta con acceso a servicios bancarios.
Las comunidades indígenas constituyen el 17% de la población y viven en la pobreza extrema. Por último, las mujeres afrodescendientes tienen el doble de probabilidades de vivir en la pobreza frente a las mujeres blancas.
“Cada vez existe un mayor conocimiento sobre el impacto y la rentabilidad que tiene invertir con una perspectiva de género, de diversidad e inclusión, pero aún existen grandes brechas de financiamiento para esta serie de grupos desatendidos en América Latina y el Caribe”, explica Gema Sacristán, directora de inversiones del Banco de Desarrollo. “En nuestra organización, la inclusión financiera es una prioridad. Junto con los bancos y otros intermediarios financieros, nos hemos comprometido a avanzar en nuestra misión de apoyar la igualdad de género, la diversidad, la inclusión y el bienestar financiero de las poblaciones más vulnerables”.
De estos 200 millones de dólares, la mitad proviene de inversores públicos, fondos de inversión de oficinas familiares institucionales y de fondos de pensión. Las inversiones irán destinadas, principalmente, a PYMES que históricamente han encontrado barreras a la hora de obtener capital.
Desde el Banco explican que se han establecido una serie de criterios de elegibilidad de raza y etnia. Los parámetros que se seguirán para definir estos grupos provienen “de las lecciones aprendidas en el pasado”. Las PYMES que reciban financiamiento también contarán con un servicio de asistencia personalizada para ayudar a hacer crecer sus proyectos.
El nuevo fondo privado del Banco Interamericano de Desarrollo se fundamenta en el artículo 9 del Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles (SFDR por sus siglas en inglés), que fue introducido en 2021 por la Comisión Europea. El artículo determina que los fondos deben tener un impacto positivo en la sociedad o en el medio ambiente a través de inversiones sostenibles y que su objetivo no puede ser financiero.
En estos momentos el fondo se encuentra en su fase de implementación y los emprendedores interesados en participar pueden encontrar más detalles en la web de la entidad financiera.
En la actualidad, el Banco de Desarrollo dispone de un portfolio con más de 16.000 millones de dólares en activos y cuenta con 394 clientes repartidos por 25 países.