Si esta crónica fuera leída en un futuro lejano, el lector probablemente piense “¡Qué anticuados estábamos en el año 2024!”. Es más, puede que ese mismo lector del futuro esté proyectando esta crónica en una pantalla flotante de 100 pulgadas desde una lentilla computarizada insertada en su ojo.
En vez de navegar con un ratón y un teclado tradicionales, lo estará haciendo con sus pensamientos. Parece una proyección lejana, pero no estamos más cerca de lo que creemos de esa posibilidad.
El pasado 20 de febrero, Elon Musk, anunció que su startup Neuralink había logrado algo histórico: que su primer paciente con un chip insertado en el cerebro fuera capaz de mover el cursor del ratón con sus pensamientos.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU dio el visto bueno a este experimento el año pasado y el implante del chip de Neuralink tuvo lugar el pasado mes de enero.
El robot desarrollado por la compañía para este tipo de intervenciones es capaz de insertar quirúrgicamente un implante de interfaz cerebro-computadora en la región del cerebro responsable de la intención de movimiento.
Una vez implantado el chip, éste es capaz de transmitir señales al cerebro del paciente. “El paciente parece haberse recuperado por completo, sin ningún efecto secundario que sepamos. Ahora puede mover el ratón por la pantalla con tan solo usar sus pensamientos”, aseguraba Musk en su red social X.
Neuralink quiere ir más lejos y ya está realizando nuevos experimentos para lograr que el paciente pueda hacer clics con sus pensamientos.
La compañía logra avances clave en poco tiempo, pero su objetivo va más allá de los implantes que permitan esta especie de computación espacial. En un futuro, los chips, que se instalarían en cuestión de minutos, podrían permitir tratar a pacientes que presenten problemas de movilidad, autismo, esquizofrenia e incluso depresión.
Sin embargo, las pruebas en los laboratorios de Neuralink no han estado exentas de polémica. Es sabido que un grupo de investigadores de la startup ha realizado experimentos con animales.
La falta de transparencia en este aspecto ha sido notable. Elon Musk solo confirmó que los experimentos más complejos y con mayores riesgos fueron realizados en “monos que se encontraban en condición terminal”.
La gran pregunta de este asunto es: cómo de lejos está dispuesto a llegar el ser humano para que le instalen chips de control de computación en el cerebro.
En este sentido, Apple ha sabido dar un paso clave con la tecnología incorporada en las gafas de computación espacial, Apple Vision Pro.
En ellas, el usuario es capaz de controlar la navegación por el dispositivo de manera natural e intuitiva, con tan solo usar los ojos para desplazarse entre aplicaciones y enlaces. Para confirmar un clic solo hace falta mover los dedos.
La tecnología es tan avanzada, que permite acercarse a una de las pantallas flotantes, tocar cualquiera de sus elementos con los dedos y recibir respuesta.
La tecnología de las Vision Pro en este departamento es tan avanzada, que al propio Mark Zuckerberg no le quedó más remedio reconocer, en un vídeo publicado por él mismo, que la pantalla 4K de las Vision Pro y su navegación son mucho más avanzadas.
Esta manera de “navegar por el futuro”, sin intervenciones quirúrgicas en el cerebro, tiene más sentido y potencial.
Claro está que puede que se estén mezclando diferentes productos, mercados y objetivos en este texto. Si, efectivamente, Neuralink es capaz de demostrar su potencial para curar enfermedades y tratar la parálisis a través de sus injertos robóticos, bienvenida sea no solo este tipo de innovación, sino también la esperanza que traerá a cientos de miles de personas en todo el mundo.