Ordenadores alimentados por células humanas
Que la tecnología ha avanzado más en el último siglo que en toda la historia de la humanidad es un hecho innegable. El avance de la inteligencia artificial es de tal magnitud que ha generado un debate político global pocas veces visto en el ámbito tecnológico.
No obstante, la inteligencia artificial podría tener sus días contados con un posible sucesor aún más potente y que combina los portentos biológicos con los tecnológicos. Un grupo de científicos de Estados Unidos, con sede en la Universidad de Johns Hopkins, está logrando avances cruciales en el desarrollo de ordenadores alimentados por células cerebrales humanas.
Efectivamente, a la inteligencia artificial le ha salido competencia humanoide. Esta nueva tecnología ha recibido el nombre de “inteligencia organoide”, ya que los tejidos, que guardan una similitud notable con los órganos humanos, son cultivados en laboratorios.
La combinación de esta especie de neuronas cerebrales creadas en un laboratorio en conjunto con circuitos electrónicos dan como resultado un nuevo tipo de computación ultra potente.
Según este grupo de expertos, llegará un momento en el que la inteligencia artificial no pueda crecer más y solo los ordenadores biológicos tendrán el potencial de expandir los horizontes de lo inimaginable.
La inteligencia artificial es potente, pero conlleva un gran consumo energético y recursos físicos finitos, algo que no sería un obstáculo para los cerebros del futuro.
El tejido cerebral creado por el grupo de científicos fue “fabricado” a través del uso de células madre. Claro está, recrear un cerebro humano en un laboratorio es un sueño casi imposible, pero lo que los expertos lograron replicar son cultivos celulares que funcionan de manera similar a las conexiones que establece nuestro cerebro.
La misión del estudio es integrar las conexiones cerebrales "organoides" con un hardware biológico. Es un concepto difícil de imaginar, pero se resume en un cerebro humano superpotente que presente mayor eficiencia energética que cualquier otra supercomputadora.
El mayor portento de desarrollar una tecnología de este nivel es poder curar enfermedades como el Alzheimer o entender mejor el origen del autismo para lograr combatirlo.
Por el momento, las primeras pruebas de los científicos con los "organoides" son asombrosas y aterradoras al mismo tiempo. El equipo logró detectar actividad neuronal tras conectarlos a un ordenador encargado de enviar estímulos eléctricos. El sistema fue capaz de reconocer vocales.
El proceso de aprendizaje es similar al de la inteligencia artificial, ya que tiene que ser entrenado para poder aportar respuestas más precisas y acertadas con el transcurso del tiempo.
La tecnología todavía se encuentra en una fase inicial y su desarrollo podría tardar varias décadas en arrojar resultados aún mayores, pero su avance presenta retos éticos.
Lo más escalofriante de estas inteligencias "organoides" es que no se puede saber con certeza si sienten dolor o incluso si podrían llegar a desarrollar una conciencia.
Por ello, no es de extrañar que el grupo de científicos de Johns Hopkins esté contando con especialistas en ética y “la opinión del público en general” para controlar su avance. Insisten en que lo más importante es que se comprenda la tecnología a la perfección para evitar el cuestionamiento de su desarrollo.