Elon Musk no oculta sus tendencias políticas y sociales en su red social, X, pero todavía no ha dado su apoyo oficial a ningún candidato presidencial de Estados Unidos. “Está claro que no soy muy fan de Biden, pero todavía no voy a dar mi apoyo a ningún aspirante a la presidencia”, comentaba Musk en una entrevista con el reconocido periodista estadounidense Don Lemon hace unos días.
Resulta un tanto irónico el giro de Musk hacia la derecha radical, teniendo en cuenta cómo ha favorecido a sus negocios el apoyo de las ayudas demócratas al coche eléctrico. Sin embargo, la pandemia supuso un antes y un después en las relaciones de Musk con la política. El hecho de que la fábrica de Tesla fuera forzada a cesar sus operaciones en abril de 2020 hizo que el magnate entrara en cólera.
La tensión de Elon Musk con el gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, llegó hasta tal grado que decidió abandonar Los Ángeles y buscar fortuna (sí, aún más fortuna) en Texas. El estado republicano recibió a Tesla con los brazos abiertos y con una reducción de la carga fiscal, cuanto menos, interesante.
Resulta un tanto extraño que Elon Musk se atreva a compartir noticias falsas sobre el presidente Biden ante sus millones de seguidores en la red social X, pero aún así sus empresas siguen recibiendo millones de dólares en contratos secretos con el gobierno.
En este caso, SpaceX es la beneficiaria de un acuerdo sustancioso con la agencia de inteligencia de Estados Unidos. La semana pasada, el medio Reuters revelaba en exclusiva que la compañía espacial está construyendo una red de satélites espía para el gobierno.
Los lanzamientos de SpaceX han sido incesantes. Hace unos días, el cielo nocturno del sur de California quedaba cubierto, durante unos minutos, de la peculiar estela producida por uno de los cohetes Falcon 9 de la empresa, que puede ser reusado parcialmente. El espectáculo fue de tal magnitud, que se pudo divisar desde el estado de Sonora, México, generando gran confusión, y algo de pánico, entre los testigos que se encontraron con la sorpresa celestial.
La actividad constante de SpaceX, que ya ha puesto en órbita más de 5.500 satélites Starlink, ha provocado gran malestar entre los grandes rivales de EE.UU. Putin demostró su descontento el mes pasado y amenazó con una posible represalia nuclear, que tendría unas consecuencias inimaginables.
Al parecer, el contrato entre SpaceX y la agencia de inteligencia del país fue firmado en 2021 y generará unos 1.800 millones de dólares a la empresa.
Las relaciones entre SpaceX, el Pentágono y el ejército de EE.UU. son estrechas. El objetivo del contrato es “mejorar la capacidad del gobierno y del ejército de los EE. UU. para detectar rápidamente amenazas potenciales en casi cualquier parte del mundo”, según informaba Reuters.
La red espía elaborada por SpaceX cuenta con cientos de satélites capaces de captar imágenes de la Tierra en órbita baja. Además, pueden rastrear objetivos en tierra y compartir información con las agencias pertinentes del país.
Al parecer, SpaceX no empleará su red de satélites de Starlink con estos fines. El proyecto nace bajo el nombre de “Starshield”, que contará con otro tipo de satélites.
Los rivales de EE.UU. no se quedarán de brazos cruzados. China ha anunciado planes para poner en órbita su propia constelación de satélites.
Vivimos tiempos de guerra fría. Ahora la batalla se traslada a la órbita terrestre.