En los últimos años, con la popularización de las aplicaciones en los móviles, una frase se ha convertido casi en una broma: “There’s an app for that” ("Hay una aplicación para eso"). Sirve para encontrar transporte, hacer la compra, pedir comida a domicilio, consultar con el médico, hacer una videollamada con la familia…
En Miami, o mejor dicho en el Caribe, falta una aplicación básica para el verano. Y no, no es que nadie haya pensado en ello antes, es que hay algo que forma parte de la incertidumbre y es uno de los aspectos que los humanos todavía no terminamos de controlar: los huracanes.
Con la llegada del verano se multiplican las tormentas diarias. Se conocen bien los consejos y cómo portarse en según qué caso y gravedad. Pilas, radio, meter los muebles el balcón en casa, agua para varios días, comida seca, linterna, pack con medicinas y botiquín a punto… Pero sigue ahí el gran agujero: la predicción meteorológica.
John Morales y José María Rubiera son los dos “hombres del tiempo de referencia”. El primero, en Telemundo y CNBC; el segundo, en la televisión nacional cubana, pero dando también la referencia de Miami con un discreto “en el sur de la Península de la Florida”. También podría decir “La Habana del Norte” (es broma), pero lo suyo es evitar cualquier referencia política mientras se informa a la audiencia. Porque sí, en Estados Unidos se le tiene en cuenta también.
El gran debate está en qué modelo es más fiable, no tanto en cuanto a predicción –que tiene que ver más con la ciencia que con los comentarios en redes–, sino en cuando a representación. Y aquí se dividen dos escuelas: la de los gráficos en espagueti, como hilitos que pintan en varios colores las trayectorias posibles; y los de cono, cuya apertura, el ángulo del embudo, trata de mostrar por dónde pasaría y con qué intensidad.
Todo esto viene a colación porque Beryl es la primera tormenta de la temporada elevada a categoría de huracán. No será la única. El verano de la pandemia fueron tan frecuentes que se acabaron las letras del abecedario latino para dar nombres y tocó empezar con el griego: Alfa, Beta, Gamma, Delta...
Todavía no se sabe cómo, cuándo y con cuánta previsión de agua llegará a tocar tierra. Si lo hará por alguna de las islas, si tocará en Florida... Es parte de la incertidumbre que la tecnología no ha conseguido domar por completo. Es parte de la vida en el trópico que nos devuelve a la realidad, que nos hace conscientes de la fortaleza de la naturaleza a pesar de los muchos avances.
Hace unos días, tras un encargo por Uber Eats en La Familia Bakery, una pastelería local argentina, llegó un SMS: “Un robot rosa te hará entrega del pedido. Avisa si prefieres un humano”. Se mascaba la tragedia. "Human, pls", fue mi respuesta. En el formulario de explicación: “Dudo que el robot sea capaz de cruzar el río con éxito”.
La naturaleza y el sentido común siguen dictando su ley.