Los CEO de Silicon Valley se han propuesto dejarnos boquiabiertos con sus recientes declaraciones en las que abogan por el acceso abierto y gratuito a la inteligencia artificial

Este nuevo movimiento a favor de la democratización de la inteligencia artificial es un tanto sospechoso teniendo en cuenta que proviene de algunos de los ejecutivos más ricos del mundo. Se quiere dejar bien claro que el beneficio es para el usuario, pero también para el aprendizaje automatizado en sí, ya que no hará más que crecer de manera exponencial.

Llama 3.1, el modelo de Meta, aspira a convertirse en el “Linux” del ecosistema, al ser un modelo de IA más grande y al estar disponible con código abierto. Esto es, cualquier persona puede modificarlo a su gusto.

Detrás de la creación de Llama 3.1 se encuentran meses de desarrollo y varios millones de inversión, pero todavía está algo lejos de llegar al número de parámetros de otros grandes modelos como ChatGPT.

Es algo que no intimida a Zuckerberg, quien se atreve a asegurar que el próximo año Llama superará a otras plataformas como OpenAI y Google. Compañías como Scale.AI, Dell y Deloitte han firmado acuerdos con Meta para empezar a usar sus modelos de inteligencia artificial.

En un manifiesto publicado por Meta, Zuckerberg lleva como bandera el “control de la privacidad del usuario” como elemento esencial en el continuo desarrollo de la IA. Un comentario un tanto llamativo teniendo en cuenta el historial que la compañía arrastra con el tratamiento de datos de los usuarios de la red social.

“Nos encontramos ante un debate sobre la seguridad de los modelos de IA de código abierto, y mi opinión es que la IA de código abierto será más segura que otras alternativas. Creo que los gobiernos llegarán a la conclusión de que es de su interés apoyar el código abierto porque hará que el mundo sea más próspero y seguro”, asegura Zuckerberg en su nota de prensa. 

El CEO de Meta no es el único que ha dado la sorpresa esta última semana. Sam Altman, máximo dirigente de OpenAI, publicó los resultados de un estudio que apoyó a familias de bajos ingresos a través de un salario básico universal.

Silicon Valley no puede enviar una señal más clara. Aquellos que temen la posibilidad de que la IA acabe con millones de puestos de trabajo ven ésta como una clara señal de que eso es justo lo que piensan los artífices de la tecnología.

Los participantes del estudio de Altman recibieron un salario de 1000 dólares al mes durante tres años. Los resultados del mismo muestran que el gasto entre las familias participantes aumentó, pero la mayoría del dinero adicional iba destinado a la compra de necesidades básicas como el alquiler, la comida y el transporte. 

Altman, reconvertido en el Robin Hood del pueblo, captó 60 millones de dólares para la elaboración del estudio. De esta cantidad total, 14 millones fueron aportados por él mismo. En el estudio participaron 3,000 residentes de Texas e Illinois, cuyo requisito para formar parte del grupo era tener ingresos inferiores a 28.000 dólares al año.

“Es imposible contar con una verdadera igualdad de oportunidades sin algún tipo de ingreso garantizado”, afirmaba Altman en un comunicado.

Durante años, solo algunos políticos se han atrevido a introducir el concepto del salario básico universal. Lo que menos esperábamos en este giro de guion es que Silicon Valley fuera a ser el potencial precursor de este movimiento.