Dos grandes acontecimientos dictan las normas de los mercados bursátiles en Estados Unidos y México en estos momentos. 

El primer país se enfrenta, de nuevo, a unas elecciones históricas entre la candidata demócrata Kamala Harris y el expresidente republicano Donald Trump.

Por su parte, México atraviesa una polémica reforma judicial liderada por el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador. La reforma, ya aprobada, determina que a partir del próximo año los jueces y los magistrados del sistema federal sean elegidos por voto popular a través de elecciones. 

Ambos eventos están teniendo un gran impacto en las inversiones, que afectan por igual a grandes empresas y a las startups. El recorte de los tipos de interés dictados por la Reserva Federal de Estados Unidos la semana pasada fue recibido con los brazos abiertos por Wall Street, pero el futuro económico del país sigue envuelto en la más absoluta incertidumbre

Las voces más negativas llevan más de un año previendo una posible recesión y los críticos aseguran que la bajada en los tipos de interés solo beneficia de manera temporal a la candidatura de Harris de cara a las elecciones.

Mientras tanto, el desempleo podría incrementar antes de que acabe el año tras una buena racha histórica propulsada por las “Bidenomics”, es decir, las medidas económicas implantadas por Joe Biden para superar los efectos de la pandemia y la inflación. 

Las encuestas entre Harris y Trump siguen ajustadas en los estados bisagra. Si Donald Trump se corona como vencedor en las elecciones de noviembre, el buen momento económico de México, con un peso que se ha mantenido fuerte en el último año, podría sufrir un fuerte revés.

El país vecino de EE.UU. ha logrado convertirse en “su fábrica”, logrando superar a China como principal exportador de productos. La cercanía geográfica entre ambos y el desarrollo tecnológico de México ha contribuido a que las relaciones económicas entre ambos países hayan florecido durante el mandato de Biden.

Sin embargo, el movimiento ‘MAGA’ (Make America Great Again) propulsado por Trump, pone a Estados Unidos por encima de cualquier otro país. La agenda del expresidente republicano contempla la imposición de un arancel del 10% a todas las exportaciones de México.

Moody’s Analytics, firma subsidiaria de Moody’s Corporation especializada en servicios de investigación económica y análisis de riesgos financieros, asegura que la economía mexicana podría entrar en una recesión el próximo año si Trump llegase al poder. Su plan sería imponer los aranceles en el primer trimestre del año.

Un efecto secundario sería el aumento de la inflación en México. El nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum tendría la posibilidad de actuar con una depreciación del peso, pero esta medida implicaría otros riesgos. 

Las normas dictadas por el T-MEC podrían convertirse en el plan B de México. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es el acuerdo comercial que reemplazó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y entró en vigor el 1 de julio de 2020. Según el nuevo Tratado, México podría responder a Estados Unidos con la misma medida: imponiendo un arancel del 10% a todos los productos provenientes de EE.UU. 

Sheinbaum se ha decantado por seguir la misma estrategia política de Obrador y no se inclina públicamente por ningún candidato presidencial de EE.UU. Evita la crítica a Trump a pesar de la amenaza de sus medidas económicas.

A esto se añade que México se encuentra envuelto en una reforma judicial que ha puesto en jaque al país. El grupo de empresarios de la Cámara Americana de Comercio han anunciado que pondrán en pausa las inversiones en la región hasta que se aclaren las leyes de esta reforma judicial. Piden transparencia y claridad sobre cómo la reforma podría afectar a los negocios estadounidenses en México.

La reforma, sumada al cambio de gobierno, ha generado un ambiente de incertidumbre que no abre un camino fácil al nuevo gabinete de Sheinbaum. Mientras el futuro sigue su curso en medio de las luchas política, el daño colateral es que la inversión en las startups queda en el aire hasta que la situación se estabilice