De cara al público, todo va viento en popa para Elon Musk. El multimillonario pareciera estar siguiendo el guion de 'House of Cards' y juega a convertirse en uno de los personajes con mayor poder e influencia en el territorio estadounidense. ¿Su objetivo? Llegar a la cima de los sectores público y privado.

Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. La red social X, devaluada a más no poder, sigue sufriendo una sangría de usuarios que buscan otras plataformas con contenido más positivo como Threads, de Meta, o SkyBlue. La red social parece desesperada por atraer capital y, con motivo de las ofertas de Black Friday, han convertido la app en una valla publicitaria para pedir a los usuarios que paguen por la 'experiencia premium'.

Por su parte, Musk sigue empleando X como su principal escaparate propagandístico, con ideas radicales que provocan rechazo. Ya sabíamos de la mala relación entre el gobierno de California, el principal motor económico de EE.UU., y Musk.

Todo comenzó cuando el gobernador Gavin Newsom obligó a Tesla a cerrar su fábrica principal del país, localizada en la ciudad de Fremont, debido a la pandemia de covid-19 en 2020.

El CEO de la compañía contraatacó trasladando la sede general de Tesla en California a Texas, estado que ofrece suculentos incentivos fiscales a las grandes corporaciones. Este episodio supuso la ruptura oficial entre Musk, los demócratas y California.

Ahora, California busca 'justicia', a su modo.

Llamó la atención que, durante la campaña presidencial, Elon Musk apoyara la idea de Trump de poner fin a los descuentos fiscales ofrecidos a todo ciudadano que adquiera un vehículo eléctrico. El motivo es que Tesla no necesita recurrir a los incentivos públicos, ya que se ha convertido en uno de los coches más vendidos en el país. Acabar con el descuento fiscal le beneficia a él frente a sus rivales menos conocidos

La eliminación de las ayudas representa un golpe significativo para los emprendedores de Silicon Valley, cuyas startups confiaban en los concursos públicos destinados a encontrar soluciones para combatir el cambio climático.

El gobernador de California, Newsom, anunció esta semana que el estado ofrecería el mismo descuento de 7.500 dólares en la declaración de la renta si el gobierno federal retirara la ayuda. 

Para sorpresa de nadie, Tesla no se encontraría en la lista de empresas que se puedan ofrecer este beneficio a sus clientes. El argumento de California es que es un incentivo destinado a ayudar a los vehículos eléctricos menos conocidos. Tesla alcanzó más del 56% de las ventas de vehículos eléctricos en el estado durante el último trimestre. 

La información filtrada no sentó nada bien a Musk que, para variar, llevó el asunto a su perfil de X criticando la posible decisión del estado. Mostró su descontento con el hecho de que Tesla sea la única firma que fabrica sus vehículos en California. La planta de Fremont produce más de 550.000 coches de Tesla al año.

De esta forma, comienza un nuevo episodio de tensiones entre el gobierno de California y la futura administración del gobierno federal. Y eso que ni Trump ni Musk han llegado todavía al poder.

La medida anunciada por Newsom demuestra el compromiso de California por luchar contra el cambio climático. Silicon Valley puede respirar un poco más tranquilo que el resto del país en ese sentido.

A partir de enero, Musk comenzará a dirigir junto a Vivek Ramaswamy el nuevo Departamento de Eficiencia, que busca reducir la deuda del país y, al mismo tiempo, amenaza con eliminar miles de cargos públicos. Toda una ironía, teniendo en cuenta que su propio departamento requiere de dos dirigentes para su “funcionamiento eficiente”.