Rodeada de inmensas montañas, la ciudad de Bogotá se extiende cual manto de casas bajas, edificios de oficinas y un sinfín de carreteras a lo largo de una extensa llanura. Con nada menos que 7,1 millones de habitantes, es una de las urbes más pobladas de Latinoamérica, cifra que asciende a 11 millones si tenemos en cuenta el área metropolitana. Una capital en vías de desarrollo que está viviendo ahora uno de sus momentos de mayor crecimiento económico, gracias tanto a las buenas relaciones de Colombia con EEUU y Europa como, muy especialmente, al fin del conflicto con las FARC que lastró la estabilidad del país durante décadas.
Tanto es así que el PIB de Bogotá lleva creciendo a una tasa anual del 3,6% durante los últimos diez años, muy por encima de la media del 2% anotado en América Latina en ese mismo período. No en vano, Colombia presenta una gran dependencia económica de la buena marcha de su capital: Bogotá representa alrededor del 31% de la riqueza del país en su conjunto, alrededor de 103,7 miles de millones de dólares, superando al PIB de naciones enteras como Guatemala, Uruguay, Panamá o Costa Rica. Además, hablamos de una riqueza bastante repartida para una región latinoamericana, con un 51,6% de clase media.
Hasta aquí las grandes cifras, lo macro. Pero detrás de ese despertar económico hay mucho esfuerzo y una estrategia a largo plazo muy planificada por parte de las autoridades, quienes han puesto sus decididas miras en la innovación como fórmula para sostener la Bogotá y la Colombia del mañana. De hecho, los ingresos TIC se han disparado un 14% entre 2007 y 2014, hasta los 4.423 millones de dólares, haciendo que Colombia represente ya el 7% de todo el mercado de las Tecnologías de la Información en Latinoamérica (casi parejo a Argentina).
Bogotá concentra además del 50% de todas las patentes de software registradas en el país, alberga a más de 2.000 grupos de investigación (37% del total nacional) y el 72% de los fabricantes de dispositivos médicos. Hasta diez cables submarinos llegan a la costa colombiana para luego extenderse hasta su capital. Y empresas como Google, IBM, Indra o Amazon Web Services han instalado importantes hubs regionales en la colosal urbe a los pies del Cerro Monserrate y regada con la alegría imperante en el barrio de la Candelaria, de visita obligada en esta vida.
Precisamente la inversión extranjera es uno de los grandes catalizadores de la buena marcha de la economía colombiana, y una gran oportunidad para empresas foráneas que quieren sacar buen provecho de un país en plena ebullición. En ese sentido, España es actualmente el segundo mayor inversor en la región, con un 15,8% del total, solo por detrás de Estados Unidos (25,5%) y superando claramente a los vecinos latinoamericanos como Argentina (4,2%). Las exportaciones, en ascenso constante (8% de incremento entre 2016 y 2017), también reflejan esta misma instantánea: el 28,6% de lo que sale de Colombia navega rumbo a Estados Unidos, por el 10,3% que lo hace a España.
Para las compañías extranjeras, invertir allí no es solo (o eso es lo que se pretende) hablar de mano de obra barata. Las autoridades han puesto en marcha ambiciosas medidas para conseguir aterrizar inversión directa en programas de innovación, como por ejemplo la desgravación del 100% de lo destinado a investigación y desarrollo. Asimismo, el gobierno regional de Bogotá ha emprendido una campaña sin fronteras para atraer más iniciativas relacionadas con el mundo de la salud o de las industrias creativas, a fin de diversificar y hacer más sostenible el modelo productivo de la zona. Acciones que ya están dando sus frutos: si en 2002 apenas 492 empresas extranjeras tenían presencia en Bogotá y su área metropolitana, en 2016 esa cifra superaba claramente las 1.500.
Por el camino, todavía quedan muchos retos por superar. Desde la Cámara de Comercio de Bogotá reconocen a INNOVADORES que "la normativa no es la más sencilla del mundo, la Seguridad Social es un verdadero galimatías y nos falta convencernos de que podemos jugar en las grandes ligas".
Fuentes de este ente admiten además que aún no existe un auténtico ecosistema innovador en la región, así como una falta clara de empuje oficial para "convertir la innovación en algo sistémico y sistemático" para Bogotá y para Colombia. Para añadir más problemas al cóctel, la fuerte competencia de mercados más grandes como México, y algunos pujantes como Costa Rica, tensan la cuerda de los inversores extranjeros en LATAM. Como tampoco podemos olvidar el temor a una vuelta a los conflictos narcoterroristas en el país.
Incentivando el emprendimiento
Entre los numerosos instrumentos de los que Bogotá se está dotando para acelerar y sofisticar la innovación en su tejido productivo destaca el InnovaLab, un centro de innovación y diseño empresarial impulsado por la Cámara de Comercio de la ciudad y presentado el pasado curso. Su objetivo es conformar redes de expertos nacionales e internacionales, servir de observatorio de tendencias de innovación, ofrecer asesoría y formación digital y servir de base a sesiones de ideación para nuevos proyectos. Este baño, inaugura además sede física para ofrecer showrooms de tecnologías punteras en las que Colombia en general, y Bogotá en particular, buscan despuntar