La inteligencia artificial es una nueva revolución industrial, pero acelerada. Conscientes de su impacto en el mundo, la Universidad de Stanford inauguró en 2019 el Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Humano.
Esta institución de la universidad norteamericana está dedicada plenamente al estudio de la inteligencia artificial y su impacto en la sociedad. El Instituto ha publicado un estudio de 386 páginas en el que se analiza el estado de este fenómeno tecnológico en la actualidad y arroja algunos datos sorprendentes.
Una de estas curiosidades es el hecho de cómo esta potente herramienta ha cambiado de manos. Hasta el año 2014, los principales modelos de aprendizaje automatizados habían sido creados por expertos dentro de las universidades, mientras que ahora es el sector privado el que domina el panorama. En 2022 ya existían 32 modelos de aprendizaje automatizados creados por empresas privadas. Por su parte, el sector educativo solo contaba con tres.
Pero lo más llamativo del estudio es el impacto negativo de la inteligencia artificial en el medio ambiente. Según recogen los expertos de Stanford, durante el entrenamiento de la herramienta de inteligencia artificial BLOOM, se multiplicaron por 25 las emisiones de carbono, es decir, más de lo que emite un solo viajero en un vuelo entre Nueva York y San Francisco.
La otra cara de la moneda, no obstante, es que el uso de la IA será determinante a la hora de optimizar el uso energético. A la larga, puede ser un aliado clave para luchar contra el cambio climático y predecir tendencias climatológicas.
Otro dato llamativo es el incremento de los incidentes causados por esta tecnología. La base de datos AIAAIC, encargada de recoger incidentes relacionados con la mala práctica de la inteligencia artificial, señala que el número de reportes se ha multiplicado por 26 en la última década.
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El estudio destaca, como ejemplo, el ‘deepfake’ o vídeo falso producido el año pasado en el que el presidente de Ucrania, supuestamente, se rendía ante Rusia. En realidad, se trataba de una artimaña creada por la inteligencia artificial para causar confusión.
Este es solo uno de los ejemplos que dejan claro la necesidad de que exista una regulación y acción por parte de los gobiernos. La inteligencia artificial avanza más deprisa que la burocracia tradicional. No obstante, 127 países aprobaron varios proyectos de ley relacionados con el desarrollo del aprendizaje automatizado.
No todos los datos del estudio de Stanford arrojan conclusiones negativas.
La comunidad científica será una de las más beneficiadas por el rápido avance de la inteligencia artificial. En 2022, se usó la herramienta para para ayudar a generar la fusión de hidrógeno, para mejorar la eficiencia de la manipulación de la matriz y para producir nuevos anticuerpos. Además, la IA está demostrando ser más rápida y precisa en la detección de enfermedades que los medios tradicionales.
En cuanto a la aceptación de la IA, una encuesta realizada por la firma IPSOS el año pasado revela que un 78% de ciudadanos chinos mostraron estar de acuerdo con la afirmación de que “los servicios que utilizan la inteligencia artificial producen más beneficios que desventajas”.
Arabia Saudí (con el 76%) y la India (72%) son los otros dos países donde la adopción de la inteligencia artificial se ve con buenos ojos.
La cifra más curiosa de la encuesta viene de la mano de los ciudadanos estadounidenses: solo un 35% de ellos ven la adopción de la tecnología con buenos ojos.
Inversión en declive
Uno de los datos más interesantes del estudio es el hecho de que, a pesar de lo que pudiera parecer, la inversión en la inteligencia artificial ha disminuido. La inversión privada global fue de casi 92.000 millones de dólares en 2022, lo que representó una disminución del 26,7 % si se compara con el año anterior, 2021.
El número total de empresas de IA que recibieron financiación también disminuyó. Eso sí, hay que tener en cuenta que, durante la última década, la inversión en IA ha aumentado significativamente.
En 2022, la inversión privada en IA fue 18 veces mayor que en 2013. Asimismo, la adopción de herramientas como ChatGPT se ha disparado en 2023, algo que todavía no contempla el estudio de Stanford, por lo que se puede concluir que estas cifras cambiarán, de manera radical, en el próximo estudio anual de la Universidad de Stanford.