Mar Vaquero, con rango de vicepresidenta en el gobierno de Aragón es también la consejera de Economía, Empleo e Industria, ámbitos en los que subyacen competencias sobre la transformación innovadora y digital de la región.
Con el poso que da llevar ya medio año al frente de estas políticas, llega el momento de conocer qué hay en su mente y en la de su equipo, de qué Aragón vienen y a qué Aragón quieren llegar.
Pregunta: Aragón es una de las regiones que ha situado la innovación industrial y la tecnología bajo el paraguas de una consejería de marcado carácter económico, en contraposición a lo que sucedió en la pasada legislatura, donde este sector estaba orientado más desde el punto de vista educativo y científico. ¿Qué supone ese tránsito?
Respuesta: La unión de las consejerías de Economía e Industria permite potenciar sinergias y aplicar el sentido común a la gestión pública y, si además se vincula a la innovación, se alinea a las necesidades que demandan las empresas. Se sorprenderían al saber cuántos directivos y representantes de empresas han aprobado la unión de estas áreas tan vinculadas entre sí. Acogen problemas parejos y, en multitud de ocasiones, demandan actuaciones compartidas. Así todo es más lógico y coherente.
P.: Lo que es evidente es que Aragón ha ganado posicionamiento en ámbitos como el hidrógeno, la impresión 3D, el sector aeroespacial… ¿Me dejo alguno?
R.: Quien ahora piensa en Aragón lo hace en una comunidad que aprovecha su ubicación privilegiada para ser un referente logístico en el sur de Europa. También lo vincula a un sector agroalimentario capaz de producir algunos de los mejores alimentos del mundo, presentes en las mesas de los cinco continentes. Y el peso específico de la industria, con la automoción como estandarte, sigue siendo también notorio.
Es indudable que estamos mirando al futuro y los sectores que cita en su pregunta son ahora muy importantes. Pero no podemos olvidar nuestras raíces y la razón de ser de tantas décadas de nuestra historia porque siguen acaparando un porcentaje muy elevado en cuanto al empleo generado o al PIB de nuestra comunidad. La coexistencia entre todos ellos es posible, necesaria y acertada.
P.: ¿Cree que es arriesgado que una región quiera ser referente en muchos sectores o es mejor diversificar para ganar músculo innovador?
R.: Arriesgado es no aprovechar todas las potencialidades que tiene Aragón y esperar que la llegada de empleo y nuevas empresas, además del mantenimiento de las ya existentes, se materialice por azar. Confiar en la suerte no es una opción para este gobierno. Sólo el trabajo permanente y con objetivos conlleva la consecución de los resultados más ambiciosos.
Si Aragón es un territorio de relevancia industrial nacional e internacional, un polo logístico de primer orden y esencial en el sur de Europa, un emplazamiento de trascendencia mundial en agroalimentación o una región atractiva para la implantación de las nuevas tecnologías, lo coherente es seguir profundizando en esas materias, sin olvidar los nuevos sectores de actividad que son cada vez más importantes.
Con todas ellas se podrá avanzar en el objetivo que tiene el ejecutivo liderado por Jorge Azcón, que es que ningún aragonés que desee trabajar no consiga hacerlo aquí, en su tierra. Se trata de retener, repatriar y atraer talento en una tierra de oportunidades.
"Diversificar no es arriesgado, lo arriesgado es no aprovechar todas las potencialidades que tiene Aragón"
P.: Aragón tiene un instituto tecnológico público (el ITA) pero no una agencia de innovación o transformación digital como la que sí tienen otras regiones como la Comunidad Valenciana, País Vasco, Galicia, Andalucía, Murcia… ¿Tiene algo en mente el gobierno de Aragón en esta línea?
R.: Soy una convencida de que lo verdaderamente importante son las acciones que se materializan en la gestión pública, no tanto el órgano a través del cual se realizan. En Aragón disponemos desde 1984 de una herramienta fundamental para la innovación y transformación digital como es el Instituto Tecnológico de Aragón. Un organismo con casi cuatro décadas de existencia, investigación y apoyo a las empresas para mejorar su competitividad.
La trascendencia social del ITA está fuera de toda duda. En plena pandemia, la sociedad aragonesa percibió con nitidez la importancia del centro gracias a su colaboración para suministrar material sanitario en un momento de grandes carencias. Pero no dejó de ser una nueva muestra de todo su potencial y también del trabajo que realiza en favor de las empresas y de Aragón.
Esta legislatura, el ITA va a tener la relevancia que merece como uno de los focos de talento más potentes de nuestra comunidad. Vamos a darle visibilidad, poner en valor su relevancia y propiciar que las empresas puedan beneficiarse de un instrumento muy potente y con un caudal humano en el que destaca la excelencia y el talento.
La innovación es un elemento capital para los próximos años, como lo demuestra la existencia de una dirección general de Promoción Industrial e Innovación, y para que nuestras empresas avancen en ella es fundamental el respaldo, apoyo y trabajo de las más de 275 personas que trabajan en sus diferentes proyectos.
P.: Hablar del territorio aragonés es hacerlo también de la dificultad de fijar población en algunas zonas, algo que gracias a las telecomunicaciones o a la apuesta por la transformación digital se puede ir revirtiendo. ¿Cuáles son los planes del nuevo ejecutivo de cara a los próximos cuatro años?
R.: La pregunta que se debe hacer un gobierno para resolver esta situación está clara: "¿Qué demandan las personas para elegir residir en el medio rural?". Y la respuesta también lo es, ya que quieren contar con la seguridad de que van a poder desarrollar su proyecto vital en el territorio, disfrutar de servicios públicos de calidad, buenas infraestructuras terrestres y digitales, y un empleo que les permita aspirar a un horizonte temporal estable. Demandan lo mismo que cualquier otra persona: bienestar, prosperidad, oportunidades y seguridad. Y, muy importante, libertad para elegir dónde vivir.
La obligación de cualquier gobierno es establecer las condiciones adecuadas para que se genere actividad económica en todo el territorio y para ello la banda ancha debe estar presente en todas las comarcas aragonesas, más ahora que el teletrabajo se ha posicionado como una opción muy válida para muchas familias que quieren residir en el medio rural.
Y no podemos olvidarnos de los numerosos polígonos industriales que hay en Aragón y que necesitan reformarse y modernizarse, además de dar a conocer su existencia, para que las empresas puedan considerarlas como opciones válidas para establecerse. Ahí también vamos a incidir.
P.: En una reciente visita al ITA reconoció usted que la sociedad de Aragón quizá vea siempre institutos americanos con mucha mayor admiración que los que tienen en casa. ¿Qué hace falta para que la sociedad se crea a sí misma en términos de potencial tecnológico?
R.: Siempre que se piensa en la vanguardia tecnológica, la mente y el imaginario colectivo nos traslada a Estados Unidos, el centro Europa o Asia. Con esa visita quisimos también dar a conocer a la ciudadanía aragonesa que en nuestra comunidad se acometen proyectos innovadores, referencias en los cinco continentes y que tenemos el talento para seguir siendo líderes.
Los problemas que justifiquen ese desconocimiento pueden ser dos. En primer lugar, que los respectivos gobiernos no han dado la importancia que se merece a este centro y a los ejemplos que hay en todo Aragón. Y, en segundo término, porque no ha contado con el respaldo presupuestario y político que demanda esta actividad puntera. El gobierno de Aragón actual desde el primer momento apuesta por la innovación como clave para el presente y futuro.
"Quien piensa en Aragón lo hace en una región que aprovecha su ubicación privilegiada para ser un referente logístico del sur de Europa"
P.: En una consejería de Empleo es imposible no abordar el tema de la falta de talento tecnológico del que todo el mundo habla. ¿Cómo encara el gobierno de Aragón este problema? ¿Tienen pensada alguna estrategia al respecto?
R.: En las numerosas entrevistas que he mantenido con los diferentes agentes sociales y representantes del sector empresarial e industrial aragonés hay una reivindicación coincidente: el mercado laboral demanda unos perfiles profesionales que tienen dificultades para ser cubiertos.
Somos plenamente conscientes de este problema y estamos avanzando en la resolución. La universidad, la formación de FP, los centros de estudios son conocedores de esta necesidad. Aquí el Instituto Aragonés de Empleo debe jugar un papel indispensable, modernizándose, estrechando los lazos con las empresas para ofertar las propuestas educativas que den futuro a las personas que lo cursen y que puedan dar respuesta a las demandas de nuestro tejido productivo. Su renovación no va a esperar y ya estamos dando los primeros pasos, que se acelerarán cuando el presupuesto de 2024 esté operativo.
P.: Por último, la industria. ¿Cómo es la industria aragonesa y qué margen de mejora tiene desde el punto de vista de la transformación digital y la innovación?
R.: Recorrer Aragón y las empresas de las tres provincias me está permitiendo ver en primera persona el gran caudal de innovación y transformación digital que la industria de nuestra comunidad posee. Sólo así se puede explicar que sean capaces de ocupar los lugares de privilegio en su sector, compitiendo con empresas de los cinco continentes y de lugares en teoría mucho más pujantes.
No somos conformistas y queda trabajo por hacer. Con el ejemplo de aquellas empresas que son líderes mundiales y con los recursos que ponemos a su disposición, la mejora será continua. Eso sí, en ningún momento podemos paralizarnos porque en un contexto hipercompetitivo como el actual, supondría perder oportunidades y posibilidades de empleo para los aragoneses.
La industria aragonesa tiene una trayectoria que garantiza su solvencia y refuerza sus aspiraciones de liderazgo en términos de repercusión económica y de empleo, y por ello cuenta con el respaldo de un Gobierno que confía en su espíritu permanente de superación.