Nadie aspira a que vaya a resultar sencillo el trayecto que desemboca en el desarrollo de una iniciativa de estas características. En Asturias, la Ley de Ciencia e Innovación apareció en la mente de los políticos allá por el año 2019.
Fue el año en el que el gobierno del Principado creó por primera vez una consejería dedicada específicamente a la disrupción. En aquel momento ya se habló de la necesidad de regularla por Ley.
Y así nos hemos plantado en este 2024 que está resultando decisivo. Casi un lustro que ha servido para ir quemando etapas, desde la presentación de las líneas maestras de la ley, hasta la aprobación del texto por parte del consejo de gobierno -este verano-, pasando por la aprobación del anteproyecto de ley y su sometimiento a información pública.
Se encamina ahora este texto legislativo hacia su aprobación definitiva por parte del parlamento asturiano. En un discurso pronunciado en la Universidad de Oviedo hace unos días, el presidente de la región, Adrián Barbón, ya no sólo dio algunos detalles más de lo que supondrá la ley, sino que apeló a que debe aprobarse con el mayor consenso posible.
"Pido el mayor consenso posible para aprobar una ley que marcará un antes y un después para el ecosistema científico asturiano. La meta expresa es conseguir que Asturias sea una comunidad atractiva para investigar, innovar e invertir. Es un objetivo que nos concierne a todos", remarcó.
Barbón se muestra "esperanzado" en que la ley salga adelante. Tanto es así que incluso se ha atrevido a avanzar durante el verano varias de las iniciativas que colgarán de la ley.
A principio de agosto, tal y como ya recogió DISRUPTORES, se anunció que la ley establece que en los presupuestos autonómicos se incrementarán anualmente, de forma regular, los fondos destinados a la investigación, la tecnología y la innovación, con el propósito de converger con las estrategias nacionales y europeas.
Ese aumento responde a un porcentaje de inversión objetivo por años, que se concreta del siguiente modo: 2,4% para este año; 2,7% para 2025; 3,1% para 2026; 3,5% para 2027; 3,8% para 2028; 4,2% para 2029 y 4,6% para 2030.
Otro de los anuncios realizados tiene que ver con el hecho de que la ley será clave para la creación de un cuerpo superior dedicado a la investigación, que será el embrión del CSIC asturiano. La norma persigue la ordenación, promoción y financiación del sistema de investigación e innovación en el Principado.
El Cuerpo Superior de Investigación previsto en la norma estará formado por tres escalas: docentes, investigadores y científicos titulares. Todas las personas integrantes de este grupo deberán tener título de doctorado y estarán encuadradas en el grupo A1 de la administración pública.
El texto legislativo, en definitiva, tiene como fin primordial el fomento de las actividades de I+D+I y sus instrumentos de coordinación, así como la generación, difusión y transferencia de conocimiento para solucionar problemas de la sociedad asturiana.
"El primero de los objetivos consiste en el desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la innovación, que haga un uso eficiente de los recursos y fomente la cohesión social y territorial", explican fuentes autonómicas.
La norma contempla, además, la creación del registro del Sistema Asturiano de Ciencia, Tecnología e Innovación (SACI), un medio público que servirá como inventario y facilitará también la evaluación de todos los agentes. Por otro lado, esta base permitirá conocer la inversión real en I+D+I.
Observatorio de Innovación
Y una de las novedades más destacadas será la creación del Observatorio Asturiano de la Innovación como una unidad adscrita a la Consejería de Ciencia y encargada de desarrollar un sistema para hacer accesible la información que manejan los agentes del SACI en formatos universales y reutilizables.
El anuncio más reciente, realizado por Barbón durante su intervención en la Universidad de Oviedo, es el de la presentación próximamente del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación. "Este programa será nuestra carta náutica hasta 2027", explicó Barbón.
Este plan, por cierto, descansará sobre cuatro ejes. El primero de ellos es el talento, "que es el recurso más preciado de nuestros días", reconoce el presidente asturiano.
De hecho, "estamos haciendo una apuesta rotunda por su atracción y retención a través de diversos programas, a los que uniremos la implantación de los doctorados industriales, para favorecer la incorporación de investigadores a las empresas".
El segundo eje será el de la excelencia en la investigación. En este sentido, Barbón recuerda que "está abierta una nueva convocatoria de ayudas a los grupos de investigación, tanto consolidados como emergentes". Como referencia, cabe mencionar que en el período 2021-2023 esta línea ha financiado 62 proyectos, en los que participaron 1.200 investigadores.
En cuanto al tercer eje, el de la transferencia de conocimiento, Barbón indica que "la investigación no debe quedar recluida entre las paredes de un aula, sin más repercusión; el propio método científico establece como última etapa la comunicación de los hallazgos, por lo que queremos asegurar que repercutan en la sociedad".
Por eso Asturias presume de haber puesto en marcha un programa para impulsar la creación de spin off, empresas que lleven al mercado los avances investigadores.
El último eje es el de fomentar la I+D+I empresarial para aumentar la competitividad del tejido económico mediante la innovación y la tecnología.