Borinot, Carquinyoli, Espiadimonis, Espurna, Menut o Tafaner son seis de los 10 nombres finalistas entre los que la Generalitat de Cataluña tiene que elegir para bautizar a su segundo nanosatélite.

Estos nombres, puestos sobre la mesa tras una consulta popular dirigida a niños, demuestran que el interés por los asuntos espaciales es cada vez mayor y cada vez a edades más tempranas, pero también evidencian que las cosas de casa, las tradiciones locales, la importancia del territorio al fin y al cabo, pesan y mucho en el imaginario colectivo catalán y, por extensión, en el de cualquier región.

Viene a cuento lo anterior, no por el hecho de que la Generalitat vaya a lanzar su segundo nanosatélite en los próximos meses con el objetivo de observar la Tierra con fines climáticos, sino por el hecho de que esa combinación de miradas al espacio y al territorio propio es el ejemplo perfecto de una estrategia que está dando buenos resultados en Cataluña.

Además del nanosatélite mencionado, la política aeroespacial catalana tiene ahora puestas sus miradas muy lejos, concretamente, en el desierto de Atacama (Chile). Allí la tecnología de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) está siendo clave en el desarrollo del considerado como el mayor telescopio de la historia.

El Centro de Desarrollo, Instrumentación y Sensores (CD6) trabaja en el diseño del sistema óptico que se utilizará para calibrar el gran espejo principal, de 39 metros de diámetro −el mayor de los que existen actualmente− del Extremely Large Telescope (ELT) .

Este revolucionario telescopio de luz visible e infrarroja será el mayor ojo construido hasta ahora para observar el cielo y abrirá el camino hacia una nueva generación de telescopios ópticos terrestres.

Con un diseño único de cinco espejos, junto con tecnología de última generación para corregir las distorsiones atmosféricas, el ELT proporcionará imágenes 15 veces más nítidas que las del telescopio espacial Hubble. Permitirá explorar profundamente el Universo con un gran detalle, lo que supondrá un gran avance en el conocimiento astrofísico.

¿Pruebas de vida en otros planetas?

Los telescopios extremadamente grandes son una de las máximas prioridades en la astronomía terrestre en todo el mundo. El proyecto de construcción del ELT fue aprobado por la European Southern Observatory (ESO) en 2012 y está destinado a revolucionar la astronomía moderna. 

Uno de los objetivos del telescopio es detectar y estudiar planetas parecidos a la Tierra alrededor de otras estrellas y podría convertirse en el primer telescopio en encontrar pruebas de vida fuera de nuestro sistema solar. El ELT también investigará los confines más lejanos del cosmos, revelando las propiedades de las galaxias más tempranas y la naturaleza del universo oscuro.

Representación de la estructura del telescopio y una de sus plataformas laterales donde se ubicarán los instrumentos científicos. IMAGEN: ESO/L. Calçada

 

Los cinco espejos del telescopio tendrán diferentes formas, tamaños y roles, diseñados para funcionar de forma coordinada a la perfección, un diseño óptico pionero que le permitirá revelar el Universo con un detalle sin precedentes. 

Tal y como explica el investigador Santiago Royo, director del CD6 y coordinador del proyecto por parte de la UPC, "el reto es conseguir que el espejo se mantenga en posición y en forma con una precisión de decenas de nanómetros a lo largo de sus 39 metros de extensión a medida que se van reemplazando segmentos. A diferencia de otros telescopios con espejos primarios segmentados, el Local Coherencer permitirá realizar esta tarea de día, maximizando así el tiempo de observación durante la noche. Uno de los retos de este sistema es la luz ambiente, que añade problemas de iluminación de fondo al instrumento".

El telescopio y su estructura interior están protegidos del entorno extremo del desierto de Atacama a través de una cúpula gigante de 80 metros de altura y 88 metros de diámetro, una dimensión equivalente a la de un campo de fútbol. La parte superior de la cúpula girará para permitir que el telescopio apunte en cualquier dirección a través de su gran ranura de observación.

Cuando esté totalmente equipado con la óptica y los instrumentos científicos, se calcula que el telescopio llegará a pesar unas 3.700 toneladas. Se prevé que el ELT haga las primeras observaciones científicas en septiembre de 2027.

Este proyecto con participación de la universidad pública catalana es de una magnitud sin precedentes, pero, como decíamos, eso no quiere decir que la administración esté descuidando los problemas que tiene en casa.

Sólo unos días antes de que la UPC presentara ese hito, el gobierno catalán confirmó su apuesta por la conectividad de los entornos rurales con un nuevo avance de su ambicioso proyecto de red de fibra óptica neutra.

El programa Xarxa Oberta

El programa Xarxa Oberta lleva camino de cubrir el 100% del territorio y actualmente ya supera los 4.500 kilómetros de fibra óptica abierta, a través de más de 300 municipios, conectando 745 sedes de la Generalitat y ofreciendo servicio a más de 80 operadores de telecomunicaciones en todo el territorio.

El proyecto de la Vicepresidencia del Gobierno de articular una red de fibra óptica neutra, abierta y con una tarificación por los servicios de conectividad independiente de la distancia ha demostrado su efectividad para fomentar el despliegue de redes finalistas por parte de los operadores. 

Casi la totalidad de los municipios que disponen de red de fibra óptica de la Generalitat tienen demanda por parte de operadores privados por hacer llegar la fibra a los hogares, toda una garantía de conectividad.

De momento, el último avance se ha producido en la comarca del Pallars Sobirà. Allí se ha iniciado el despliegue de 49 kilómetros nuevos de red, lo que permitirá conectar con la fibra óptica de la Generalitat 6 municipios y 18 núcleos de población que hasta ahora no disponían de acceso a la red pública. Este despliegue supone una inversión aproximada de 2,18 millones de euros.

Una vez finalizadas las obras en curso y las que se ejecutarán próximamente, la comarca del Pallars Sobirà pasará de tener 4.636 habitantes con acceso a la red de fibra óptica de la Generalitat (66,8% de la población) a tener 5.823 (1.187 nuevos), lo que supone el 84% de la población.

Un gran proyecto con la vista puesta en el espacio y un plan de conectividad que garantiza servicios básicos digitales a los vecinos de las localidades más desprotegidas: son dos apuestas que demuestran que se puede trabajar por subir al cielo manteniendo los pies en el suelo.

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