Conocer primero las debilidades para poder trabajar en ellas e ir poco a poco superando las barreras que impiden innovar. Parece fácil decirlo, pero es complejo llevarlo a la práctica. Primero porque se requiere de un conocimiento del estado del arte para identificar esos obstáculos y segundo porque, una vez detectadas, hay que trazar una estrategia que probablemente dé sus frutos a medio-largo plazo, lo que conlleva una dosis de paciencia empresarial. Seamos francos, esto suele ser harto complicado.
El primer punto es conocer el punto del que ser parte y para ello la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (Redit) y la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) acaban de presentar dos estudios: Barreras a la innovación de las empresas y La Comunidad Valenciana en el Regional Innovation Scoreboard de la Unión Europea. Más allá de las barreras financieras, que suele ser lo primero que todos tienen en mente a la hora de detallas dificultades para innovar, estos estudios analizan indicadores como el grado de intensidad de la I+D+I y la situación del mercado actual.
Fernando Saludes, presidente de Redit, subraya en la presentación que hay que centrarse en «las preocupantes debilidades» que tiene el tejido productivo para poder "trabajarlas con urgencia en ellas" y lograr así "rebajar la brecha que hemos detectado con otras regiones": la falta de personal cualificado; la falta de información sobre tecnología, la falta de información sobre mercados y la dificultad para encontrar socios para innovar y cooperar en diferentes proyectos de I+D+i.
Saludes incide en que las empresas "no están solas para innovar". Este es un proceso en el que hay que "trabajar poco a poco y con una visión a largo plazo" y para ello es mejor "contar con aliados como los centros tecnológicos". Los institutos "ofrecen tanto capacidades tecnológicas como conocimientos en los que se pueden apoyar las empresas para complementarse y llevar a cabo proyectos innovadores".
En este sentido, el catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Politècnica de València (UPV), Francisco Mas, hace hincapié en los datos. El Regional Innovation Scoreboard (RIS) divide a las 238 regiones europeas en cuatro grupos: líderes en innovación, fuertes, moderadas y modestas. De las 19 regiones españolas (17 autonomías más las ciudades autónomas), solo cinco están en el grupo de ‘modestas’. País Vasco, Cataluña, Navarra, Madrid y Comunidad Valenciana son las mejor posicionadas y están en el bloque de ‘moderadas’. Estos baremos se sustentan en indicadores como población, educación, nivel de emprendimiento e inversión, así como actividades de colaboración entre las empresas e impactos generados.
Con este análisis, explica Mas, se pueden detectar cuáles son las debilidades y los puntos fuertes de las empresas de cada región. Así, por ejemplo, la Comunidad Valenciana, que está en la zona intermedia del grupo de los moderados, aunque en términos dinámicos registra mejoras y avances, sigue teniendo carencias que le impiden subir en este particular ranking: el gasto en I+D tanto público como empresarial, el poco asentamiento de una cultura de la colaboración en su tejido empresarial. Sin embargo, entre sus fortalezas, destaca el número de solicitudes de diseño y marca y el buen porcentaje de aprendizaje continuo.
Con esta radiografía, tanto el catedrático como el presidente de Redit, inciden en una de estas debilidades: la falta de colaboración de las empresas. "Es un problema de fondo porque la cooperación empresarial es clave para competir. Si no hay inversión empresarial ni hay colaboración se rompen dos patas claves para ganar en competitividad", lamenta el catedrático de la UPV.
¿Cómo podemos mejorar la colaboración? "El punto de partida es conociéndonos. No es una cuestión de incentivos, la respuesta está en buscar fórmulas para juntar a diferentes agentes del ecosistema". ¿Qué vamos a dejar a largo plazo, cuál será nuestro legado a las siguientes generaciones? "Debemos reflexionar primero para actuar en consonancia y poder incrementar la competitividad de nuestro tejido productivo", apostilla Saludes.
Un gran pacto para impulsar el I+D
Así, la presentación de estos estudios fue el marco escogido por el director de Redit, Gonzalo Belenguer, para reclamar "un pacto de gobierno que aporte la estabilidad y apoyo necesario a la I+D+i para, coordinadamente entre todos los agentes, consolidar un modelo productivo basado en el conocimiento, la innovación y la tecnología".
Y no hay mejor argumento que los resultados de estos estudios que instan a las empresas a "planificar líneas conjuntas de acción para mejorar los aspectos en los que nos tenemos que posicionar mejor", incide el presidente de Redit, Fernando Saludes. "Somos conscientes de que aún queda mucho camino por recorrer y los centros tecnológicos estaremos, como siempre, al lado de las empresas para mejorar nuestro tejido productivo y nuestra sociedad a través de la innovación", puntualiza.
Todo es mejorable en el ecosistema, insiste Saludes. "Ahora estamos en un periodo en el que todos compartimos la importancia del conocimiento y la innovación, pero no podemos dormirnos y tenemos que estar concienciados y dotar de estabilidad al sistema" y, añade, "no podemos perder el tiempo en batallas estériles".
En este sentido, hay que centrarse en poner en marchas medidas para superar las barreras a la innovación, destaca el catedrático de Economía Aplicada de la UPV, Francisco Mas. La percepción de los obstáculos relacionados con el conocimiento y la situación del mercado "se reduce si se colabora con centros tecnológicos: cuanto más colaboro con los institutos menos percibo estos problemas".
Así, el secretario general técnico de la Agencia Valenciana de la Innovación, Joaquín Martínez, asevera que la clave está en la cooperación entre diferentes agentes del tejido empresarial, a través de, por ejemplo, los centros de Redit, "elemento fundamental para reducir la percepción de barreras en la innovación»".
Cooperar con los institutos
Los beneficios de la colaboración de las empresas valecnianas con los institutos de Redit se refleja en las cifras: las pymes que trabajan con los centros son más productivas y exportan más a la Unión Europea. Además, también tienen más fuerza para captar fondos nacionales y europeos para desarrollar sus proyectos de I+D+I.