La diabetes es una enfermedad crónica provocada por un aumento del azúcar en la sangre. Puede ser porque el páncreas no produce suficiente insulina o porque el organismo no la utiliza de forma adecuada. Si no se regulan esos niveles altos de azúcar, entre los riesgos a los que se expone el paciente está el síndrome pie diabético.



Esto ocurre porque las hiperglucemias mantenidas dañan los nervios y los vasos sanguíneos, produciendo hormigueo, entumecimiento y pérdida de sensibilidad a sensaciones como el dolor. Es bastante probable que una persona con pie diabético no se entere cuando se hace un corte o le sale una ampolla en esta parte del cuerpo.



Esa herida puede ser foco de infecciones y, en los casos más extremos, causa gangrena y es necesario pasar por el quirófano para realizar una amputación y evitar que esa infección continúe extendiéndose. 

Así, el pie diabético es una de las complicaciones más graves que puede sufrir una persona con esta enfermedad crónica. Según la Sociedad Española de Diabetes (SED), una de cada cuatro personas con diabetes la desarrolla a lo largo de su vida. Además, de cada 100 personas con diabetes que presentan estas ulceraciones, por término medio 75 consiguen cicatrizar la lesión, 20 sufren una amputación y 5 mueren con la lesión.

La prevención y el diagnóstico precoz son clave para evitar una patología que adolece de escasez de protocolos sanitarios, y cuya detección pasa, en primera instancia, por sanitarios de atención primaria no especializados. Contar con las herramientas para ser lo más preciso posible en su detección, tratamiento y seguimiento también es esencial. 

Con certificado médido

En este campo de la salud, desconocido por gran parte de la ciudadanía, empezó a trabajar hace cinco años Clinicgram. Esta startup, nacida como spinoff de la consultora tecnológica Seidor, ha desarrollado una plataforma que ayuda a los profesionales no especializados en la toma de decisiones cuando se encuentran con una herida crónica.

Esta herramienta utiliza imágenes clínicas y datos anonimizados de pacientes. Sus algoritmos, previamente entrenados, son capaces de ofrecer un diagnóstico y acciones clínicas específicas en función del resultado. Lo que han conseguido en Clinicgram, concretamente, es convertir cualquier smartphone en un dispositivo médico certificado, que utiliza inteligencia artificial y e imágenes clínicas no radiológicas. 

“Son fotos que puedes sacar desde el móvil o conectando una cámara de infrarrojos o una dermatoscópica para obtener imágenes dermatológicas. Pero siempre, el smartphone es el dispositivo que toma esas imágenes”, explica uno de sus cofundadores, Ibon Uribe, en conversación telefónica con DISRUPTORES –EL ESPAÑOL.



La app permite al clínico registrar los datos y brindar soporte en el diagnóstico y la orientación terapéutica de las afecciones crónicas de la piel, en general, y de las heridas crónicas en particular.  “Gracias al empleo de realidad aumentada, mide el área de las heridas, discierne entre diferentes tipos de tejidos y dibuja automáticamente su contorno. Todos ellos, parámetros clave que permiten hacer una evaluación más rápida y precisa en la consulta”, detalla Uribe. 

Adiós a la regla en papel

Para medir la herida en consulta, con el método tradicional, se utiliza una regla de papel cuando tomaban la foto y calculaban las medidas de manera aproximada, con un gran margen de error.



Otra forma es usar un acetato para marcar el área con un rotulador, para luego trasladarlo a otro dispositivo que permitía calcularla con mayor precisión. “Sin embargo, estos sistemas son invasivos, requieren de mucho tiempo y no siempre son precisos. En cambio, con nuestra tecnología, todo el proceso se realiza en cuestión de segundos", asegura Uribe.

Esta herramienta de Clinicgram está dirigida, principalmente, a enfermeros y enfermeras de atención primaria y secundaria. “No solo les ayudamos a identificar la etiología de la herida, si es una úlcera arterial o venosa, por ejemplo, sino que también sugerimos el tratamiento más común en casos similares, brindando así un soporte al clínico, sobre todo a aquellos que no están muy especializados".



Para aquellos sanitarios o enfermeros especializados, proporcionan apoyo e en la medición de parámetros espectrales como el área, el perímetro, la anchura, la altura y el tipo de tejidos dentro de la herida.

Reducir el sufrimiento (y el coste)

La idea de Clinicgram surgió dentro de un grupo de trabajo se Seidor dedicado al Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). El equipo comenzó a explorar la posibilidad de crear una herramienta para registrar y tratar heridas crónicas, incluyendo imágenes, y facilitar el acceso a esa información a través de una app. 

Con el tiempo, decidieron integrar funcionalidades de inteligencia artificial, transformando así la app en un dispositivo médico certificado, avalado con la ISO 13485 y otras normativas del sector sanitario. Comenzaron a aplicarlo en el Hospital de Santa Creu de Vic, un centro ubicado en el norte de Barcelona, que cuenta con una unidad especializada en heridas complejas dirigida por la investigadora Marta Ferrer.

Además del trabajo en Vic, la startup también estableció una colaboración con la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Específicamente, con una clínica universitaria que dispone de una unidad del pie diabético, liderada por el investigador José Luis Lázaro-Martínez, especializado en el síndrome de pie diabético, y referente internacional en esta materia.



Tras tres años desde que comenzaran a usar esta herramienta, la tasa de mejora en la detección de esta patología ha pasado de un 43% a un 83% entre los clínicos no especializados, según la compañía. Entre sus socios, también figura el hospital israelí Sheba Medical Center para sus programas de prevención de pie diabético y su área de dermatología.

“Estamos trabajando de la mano con diferentes regiones para implantar la primera solución basada en IA y termografía para el cribado de pies en pacientes con diabetes. Esto permite prevenir complicaciones graves, como el pie diabético, mejorando la calidad de vida de los pacientes, y ayudando a reducir significativamente los costes y el sufrimiento asociados a las complicaciones de salud en los sistemas regionales”, resume Uribe.