Pedro de Álava, el inversor experimentado en "átomos y células" que resuelve problemas reales
Bajo el paraguas de Clave Capital lanzó en 2016 el primer fondo de transferencia tecnológica con una universidad pública en España con la UPV y es, además, un referente en 'foodtech'. "Me gusta invertir en realidades".
8 diciembre, 2023 01:22La figura del inversor Pedro de Álava está enraizada en esa parte del emprendimiento que busca solucionar problemas reales, que se aleja de las especulaciones -un activo muy valioso en los tiempos que corren- y que, en lugar de focalizarse en intangibles, prefiere mantener el contacto directo con las empresas, universidades y startups para saber en todo momento what is next.
Reconoce que no suele moverse por los círculos habituales startaperos y que, en ocasiones, ha pecado de ser -demasiado- eminentemente práctico. "Me he dado cuenta de que hay muchas cosas que funcionan en modo ecosistema, porque, al final, de lo que no te enteras por un lado, te enteras por el otro".
Es uno de los grandes aprendizajes que ha tenido en su trayectoria como inversor, un currículo que en la parte de mayor proyección pública lo sitúa como un referente en nuestro país dentro del sector foodtech bajo el paraguas de la gestora navarra Clave Capital.
Lo que quizá es menos conocido es su aportación a la transferencia del conocimiento entre las universidades y la sociedad. Su espíritu inquieto y práctico -dice de sí mismo que no es el mejor inversor pero sí el que tiene el mejor oído- le llevó a montar en 2016 el primer fondo de transferencia tecnológico de una universidad pública en España de la mano de la Universitat Politècnica de València y con el apoyo del gobierno valenciano de aquel momento.
Tech Transfer UPV es el primer fondo de transferencia tecnológica impulsado en una universidad pública española. "Le propuse a la UPV montarlo porque que una universidad pública tuviera un vehículo, yo nunca lo había visto aquí en España. En aquel momento estaba Francisco Mora de rector y Mónica Bragado de presidenta del Consejo Social, que todavía sigue", explica a D+I.
Su paso por la Universidad de Oxford durante la realización de un máster fue clave para que Pedro de Álava quisiera trasladar a España aquella fórmula que tan buenos resultados estaba dando en Inglaterra.
Por aquel entonces, el inversor vivía una de sus primeras experiencias profesionales en el mundo de la mano del corporate venture y de un grupo cooperativo valenciano donde había distintos actores -una universidad, unos supermercados, industrias, etc- que utilizaba parte de los beneficios generados para crear una especie de fondo común, con el que ayudan a los cooperativistas.
"Teníamos un fondito de 15 millones de euros para ayudar a empresas del grupo y terceras. Yo era júnior entonces", reconoce con una sonrisa reconfortante que denota nostalgia por aquellos primeros momentos en el sector de la inversión.
Una aventura fallida para montar un fondo de alimentación con aquella primera incursión en el corporate venture, le facilitó que se cruzara en su camino la gestora navarra Clave Capital, interesada en encontrar a algún responsable con experiencia en Valencia y el arco mediterráneo para desarrollar el capital riesgo.
"Cuando vi que aquella propuesta del fondo alimentario no salía adelante, acepté la propuesta de Clave Capital en 2006". Fue el inicio de una fructífera relación que se ha prolongado hasta la actualidad.
Y eso que los inicios no fueron precisamente alentadores. La crisis económica y financiera de 2007 se propuso testar al máximo las capacidades del inversor.
"Mi primera inversión en Clave Capital fue el mismo día en que quebraron dos bancos norteamericanos; fue un momento muy duro derivado de la crisis de 2007"
"Mi primera inversión fue el mismo día en que quebraron dos bancos norteamericanos... fue un momento muy duro. Me tocó aprender un modelo de capital riesgo que no tenía nada que ver con la alegría de los años 2014, 2015 ó 2016".
"No fue una buena añada", asume con resignación. "Hice 10 inversiones y dos desinversiones, pero en un contexto siempre complejo y desfavorable".
Trasladar a Valencia lo que funcionaba en Oxford
No obstante, su espíritu práctico y despierto le puso sobre la pista de aquello que facilitaría en los años siguientes la transferencia de conocimiento tecnológico desde la universidad a la sociedad en nuestro país.
"Nos dimos cuenta en Clave de que había una oportunidad en el mundo de la transferencia de tecnología. Me fui a estudiar un máster a la Universidad de Oxford y a la vuelta quise montar aquí un fondo de transferencia de tecnología y aterrizarlo en la Universitat Politècnica de València", relata.
"Monté el primer fondo de transferencia de tecnología de una universidad pública en España en 2015. Vi lo que se hacía en Oxford y, simplemente, me pregunté si se podía aplicar aquí".
No fue una tarea fácil, pues tratar con científicos, asume, no es lo mismo que hacerlo con el equipo de una startup al uso. "Esas personas igual llevan 20 años investigando en un campo muy concreto, y es muy complejo gestionar la salida al mercado de estos proyectos científico-técnicos".
Un nuevo fondo para demandantes de tecnología
Pero Pedro de Álava no iba a quedarse ahí. Tras el fondo de transferencia de tecnología con la UPV, su próximo objetivo fue montar otro centrado en los demandantes de tecnología y con el foco puesto en el sector agrifood.
"En Oxford también vi otro tipo de fondo, de demanda tecnológica". Fue la génesis de Tech Transfer Agrifood, nacido también bajo el paraguas de Clave Capital, con un total de 26 empresas participadas, "desde Heura a Aberyne, una startup francesa que propone una alternativa vegana al tradicional foie gras. Son todas ellas compañías muy disruptivas en alimentación, y también coinvertimos con otros fondos".
"Ahora no me aliaba aquí con la universidad, sino con los demandantes de tecnología, exactamente con diez de las principales empresas de alimentación de España. Ellas me decían qué necesitaban y yo me iba a las universidades a buscarles esta tecnología", puntualiza.
Y ahí surge una de las características que más definen su inversión: la necesidad de soluciones problemas reales.
"Conozco muy bien lo que pasa en la industria alimentaria en este momento, pero no porque sea el más listo, sino porque tengo el mejor oído"
"Porque yo tengo un fondo con industriales detrás que tienen problemas reales. Conozco muy bien lo que pasa en la industria alimentaria en este momento, pero no porque sea el más listo, sino porque tengo el mejor oído".
Su foto fija como inversor se compone de un total de nueve empresas en el ámbito de la UPV, una de ellas Endurance Motive, de baterías de litio, que la hemos sacado al mercado BME Growth, y por el otro lado, empresas de alimentación, algunas que facturan 30 millones de euros, compañías grandes y pequeñas, todas ellas con un denominador común: "no las he invertido porque sean las que más crecen, sino porque son las que más solucionan problemas en la industria agroalimentaria".
De alguna forma, Pedro de Álava ha vuelto al corporate venture tras aquella primera incursión en el sector de la mano de aquel grupo cooperativo valenciano. "Con este último fondo, vuelvo a trabajar de la mano de un corporate, pero en lugar de ser un corporate venture como la primera vez que trabajé, es un multicorporate venture".
Su carácter inquieto y ávido por saber siempre dónde está lo próximo le lleva a compaginar múltiples facetas, más allá de sus empresas. Es miembro de la junta directiva de BIGBAN Inversores Privados, da clases en San Telmo Business School, en la Universidad de Sevilla, ejerce de ponente en KM ZERO Innovation Hub... "Siempre estoy pensando what it next, qué está pasando y cómo puedo aportar valor".
Sobre sus habilidades como inversor asegura que se centra en intentar que proyectos que aún no tienen rentabilidad la consigan. "A la industria alimentaria no le gusta comprar expectativas, le gusta comprar realidades. Es un sector diferente, por ejemplo, a vender software", matiza.
"Tanto en el fondo de la UPV como en el centrado en alimentación, siempre digo que yo vendo átomos o células, no vendo bits. Y al final, tienes que mover un cargador, una manzana, etc, y eso tiene su coste logístico y de transformación. Soy más experto en átomos y células que en bits. No es la misma valorización, porque las cosas físicas las tienes que llevar a los sitios", concluye.