La inversión de impacto está contribuyendo a la construcción de un modelo económico más respetuoso con el planeta en un momento crucial en que la cuenta atrás para revertir -o, cuando menos, frenar- sus efectos ha comenzado. Ante un reto mayúsculo, una oportunidad colosal de generar conocimiento, riqueza y esperanza para las futuras generaciones.
La emergencia climática se ha convertido en los últimos años en una realidad palpable para el ciudadano de a pie, sobre todo para aquellos privilegiados del conocido como mundo desarrollado que han comenzado a experimentar en primera persona episodios climatológicos hasta ahora desconocidos: largo periodos de sequía, DANAs destructivas, temperaturas por encima de los valores habituales, etc.
La ciencia, la innovación y la tecnología se erigen en este contexto en pilares fundamentales para afrontar con garantías el profundo proceso de cambio en marcha donde el ecosistema emprendedor, sobre todo el enfocado a la sostenibilidad y el segmento climate tech, tiene un arduo trabajo por delante.
Miguel de Ros necesita pocas presentaciones en un sector climate tech en plena fase de expansión en España. Podríamos decir que lo ha visto nacer desde dentro y que su curiosidad innata por todo lo que le rodea ha sido un leifmotiv para tejer ecosistema y avanzar sobremanera en los últimos cinco años.
"La suerte no es tenerla, es aprovecharla". Es una de las frases que más define a esta mente inquieta, ávida por entender aquello que -aún- es incapaz de entender, muy crítico y exigente, apasionado por la ciencia y la innovación directamente enfocado al cambio climático que no escatima en agradecimientos a todas las personas que le han acompañado en su trayectoria profesional y de los que se ha nutrido para dar siempre su mejor versión.
"Nada de esto lo hubiera hecho solo. Siempre he conseguido todo preguntando, colaborando con más gente, pasito a pasito. Es cierto que empecé hace mucho y que tuve la suerte de empezar de los primeros en este sector, lo que me permitió conocer a reputados gestores de fondos a los que logré tener acceso directo y me ayudaron a tejer ecosistema", explica en la entrevista mantenida con DISRUPTORES-EL ESPAÑOL.
Apasionado de la montaña -le fascina la bicicleta, la escalada, el montañismo- y, sobre todo del mar -"siempre me ha interesado lo que ocurre del puerto hacia afuera", puntualiza-, este ingeniero con más de diez años de experiencia en energía dentro del ámbito marítimo cuenta con una gran afición a la lectura y a buscar respuestas en aquello que se desconoce -pero donde se atisba que algo grande está aguardando a ser descubierto-.
Quinto informe de IPCC: el detonante
Fue así como el concepto de 'cambio climático' se cruzó en su camino allá por 2013, casi de forma fortuita, mientras rastreaba información sobre la evolución de la nieve durante un Erasmus en Francia.
"Me fui a estudiar hidrodinámica y arquitectura naval un año. El quinto informe de IPCC -siglas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático- cayó en mis manos mientras buscaba datos relacionados con las estructuras de las nevadas y, aún sin entender la mayoría de lo que leía, supe que estaba ante un gran reto que iba a determinar el futuro de las próximas generaciones", añade en la conversación.
El quinto informe de IPCC cayó casi por casualidad en las manos de Miguel de Ros: lo que en él descubrió propició un clic en su cabeza que cambiaría su trayectoria profesional para siempre
Los datos objetivos sobre el impacto del cambio climático que se aportaba en aquella versión del informe de 2013 hicieron un clic en la cabeza de Miguel de Ros. "Se hablaba, no con interpretaciones, sino con datos científicos, de los efectos de la acción del hombre, del impacto en el océano y de las emisiones de carbono".
"Al final, de la nieve no encontré nada -sonríe con una mueca que evidencia su satisfacción por las carambolas que en ocasiones brinda la vida-, pero advertí que el CO2 iba a ser un tema muy interesante en el futuro", puntualiza.
No se equivocó. Lo que todavía por aquel 2013 era difícil de adivinar para el inversor es que tan sólo unos años después, él mismo sería una pieza clave para levantar en España un ecosistema centrado en la inversión de impacto, capaz de aportar su granito de arena en este reto.
Por aquella época, Migue de Ros residía en Nantes y trabajaba en París. "Cada lunes cogía el tren tres horas y cada viernes, otras tres más. En los trayectos aprovechaba para leer mucho. Y no encontraba muchas cosas relacionadas con el cambio climático".
No se dio por vencido. "Estuve siguiendo el tema y poco después también descubrí el tema de la contaminación por plásticos, sobre el año 2015. Comprendí que si no hacemos caso a los científicos íbamos a tener un problema muy grande y comencé a pensar en qué podemos hacer para mantener nuestra calidad de vida sin perjudicar el medioambiente".
A su regreso a España, trabajó entre 2017 y 2019 en una consultora marítima, etapa en la que el inversor da un paso al frente y comienza a hablar con emprendedores e inversores del sector e incluso materializa sus primeras inversiones particulares.
Y es que si del cambio climático no esconde que en ese estadio tan incipiente no sabía mucho -lo descubrió por casualidad con aquel informe del IPCC-, "de la inversión -puntualiza con una media sonrisa en el rostro- mucho menos". Ni por tradición familiar, ni por mi formación había tocado a fondo lo que supone la inversión.
"En 2015 hice algún crowdfunding, cantidades menores, y no fue hasta 2019 cuando llegaron las primeras inversiones". "En España no había ecosistema prácticamente y en Europa, muy poco; de forma que cuando entrabas en un proyecto, ibas saltando de uno a otro y tejiendo una red de contactos muy interesante".
"Entre 2015 y 2019 no había ecosistema en España y en Europa, muy poco; cuando entrabas en un proyecto ibas saltando de uno a otro y tejiendo una red de contactos"
"Empecé a ver oportunidades muy buenas, potentes fondos de inversión y en algunas de ellas, casi siempre proyectos en el extranjero -donde había más ecosistema- decidí entrar como inversor", insiste.
El año 2022 fue un punto de inflexión en su trayectoria. Desde 2019 trabajaba para Repsol y, fruto de su labor de rastreo y construcción de ecosistema en España, ya contaba con un portfolio más sólido que ejerció de pasaporte hacia su nueva etapa profesional.
MadBlue Summit: llega la hora del cambio
"Tenía un compromiso adquirido con mi jefe en Repsol para acabar un proyecto de unos tres años y, llegado a su final, tuve claro que quería dedicarme al 100% a climate tech".
Aun sin tener muy claro hacia dónde se iba a enfocar, MadBlue Summit tocó a su puerta. "Hablando con Luis Prieto, me explicó que mi perfil encajaba en el proyecto porque estaban en un momento en que quería atraer a emprendedores e inversores".
Las inversiones acometidas por Miguel de Ros fuera de España hasta ese instante en iniciativas innovadoras de climate tech le situaban en una posición privilegiada para trasladar a nuestro país el conocimiento generado durante esos años.
"Me convenció poder aportar mi granito de arena para que el sector creciera en nuestro país y acortara distancias con lo que ya estaba sucediendo fuera", indica con orgullo.
MadBlue Marine: el futuro pasa por el hidrógeno
Y, ante todo, podía seguir poniendo el foco en climate tech, su verdadera pasión. "La sostenibilidad me gusta, pero mucho más el climate tech: cómo descarbonizamos la producción de energía y las redes eléctricas; cómo logramos una movilidad más sostenible o un sistema de alimentación de bajas emisiones que respete la biodiversidad y los ecosistemas, etc".
Pero su espíritu colaborativo -ese del que tanto presume como motor de todo lo que ha ido logrando en su trayectoria profesional- pronto iba a dar un nuevo paso al frente. Era difícil que no sucediera, rodeado de figuras tan destacadas dentro de este segmento de la inversión y el emprendimiento.
Así, al poco tiempo de entrar en MadBlue, Miguel de Ros pone en marcha una nueva empresa, MadBlue Marine, junto a otros colegas -apasionados del sector como él- como son Philippe Esposito, presidente y cofundador de DH2 Energy; Luis Prieto, fundador y CEO de MadBlue Summit y Robin Imaz, fundador y CEO de Limtless Marine Design.
Ese espíritu crítico, exigente, que le obliga de forma natural a relacionarse con nuevas personas para conocer hacia dónde evoluciona el ecosistema, le ha llevado también recientemente a poner en marcha iniciativas como los Climate Coffee -de la mano de su amigo y colega Max Bray-, verdaderos epicentros de generación de ideas, reflexiones y lo más importante: de creación de 'músculo' climate tech español.
La 'cafeína' que dispara el 'climate tech'
La propuesta ha sido todo un éxito. Los Climate Coffee de Madrid abarcan ya a más de 350 personas inscritas -se activaron el septiembre pasado-; en Barcelona cuentan con 200 personas; en París, más de un centenar, "y en septiembre abriremos dos o tres capitales europeas más", avanza Miguel de Ros.
Las citas tienen lugar entre las 8.30 y las 9.30 horas de cada último jueves de mes. "La idea era reconocer que se están haciendo cosas, pero falta llegar más lejos; tenemos que juntarnos más, hablar con más científicos, estudiantes, etc... Y la fórmula fue organizar este evento, gratuito y abierto al público", asevera.
La lista de curiosidades y nuevos campos de conocimiento por descubrir de Miguel de Ros no tiene fin. No, al menos, de momento.
Reconoce que ya está centrando sus esfuerzos -y su vasta red de contactos- en cómo los países en vías de desarrollo van a afrontar el cambio climático.
"Cómo van a afrontar los países en vías de desarrollo el cambio climático es una línea muy interesante que generará grandes oportunidades en el futuro. Ya estoy centrándome en ello"
"Creo que es una línea muy interesante en el futuro. Los países avanzados nos acabaremos adaptando, nos costará una parte del PIB, pero es más seguro que podremos hacerlo. Sin embargo, la mitad de la población mundial vive en países en vías de desarrollo. Aquí hay una gran línea de generación de oportunidades por explorar", relata a esta redacción.
Concluimos nuestra conversación con Miguel de Ros con la absoluta seguridad de que a cada nueva certeza y dato científico que el ingeniero consiga sobre el segmento climate tech le seguirán nuevas preguntas.
Es lo que tienen las mentes inconformistas; esas que siempre brillan y, lo más importante, que son capaces de iluminarlo todo a su alrededor -sin riesgo para el avance de la descarbonización-. Eso sí que es aprovechar la suerte.