Mark Erik Kavelaars, fundador de Swanlaab Venture Factory.

Mark Erik Kavelaars, fundador de Swanlaab Venture Factory.

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Mark Kavelaars, el inversor 'con garra' que no conoce el miedo a equivocarse, sino a la inacción

El fundador de Swanlaab Venture Factory es un referente del capital español, forjado en múltiples países y culturas empresariales, que vierte su vasto conocimiento en "fabricar empresas de éxito": "Hay que lanzarse a los retos".

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Hay perfiles que te sorprenden desde el minuto uno. No sólo -que también- por los logros profesionales que justifican haber elegido esa figura representativa de un ecosistema sobre muchos otros, sino por aquello menos tangible -aunque igual o más valioso- que trasciende lo meramente reflejado en un currículo profesional.

Escribir sobre la contribución de Mark Kavelaars al ecosistema emprendedor español es un regalo de esos que llegan cuando menos te lo esperas.

El Managing Partner y fundador de Swanlaab Venture Factory irradia pasión, proactividad y determinación en todo cuando hace. También en todo cuanto dice. Para un periodista es difícil cruzarse con un entrevistado que, a cada idea, lanza un titular digno de resumir la esencia del artículo que nos embarcamos a escribir. Ahí, Mark se lo ha puesto difícil a esta humilde redactora para seleccionar de lo bueno, lo mejor.

Es lo que ocurre cuando te topas con un perfil de los que contagian positivismo, ganas de superar los retos y asumir riesgos, capacidad para enamorarse con cada desafío y, lo más importante, enfrentarlo todo con la madurez que exige convertir el fracaso en parte del aprendizaje, lejos de estigmas y derrotismos.

Difícil cuantificar, a lo largo de nuestra larga conversación, las veces en que el inversor sonríe, toma aire -como cuando estás a punto de contar algo trascendente- y afirma: "Ahí empecé una etapa muy bonita (...)". La frase, transformada en casi leitmotiv, cose de principio a fin cuantas 'aventuras' trataremos de reflejar en las próximas líneas.

Así es Mark, uno de los nombres propios del mundo del venture capital español volcado en llevar el éxito a las startups; a que nazcan con ambición, con esas ganas por triunfar y comerse el mundo que sólo se logran si se apuesta al todo o nada. Y no, la ambición no está reñida con la humildad, no al menos para él.

Sería imposible entender qué es Swanlaab Venture Factory sin desgranar previamente el trayecto vital y personal que siguió Mark Kavelaars hasta 2014. Pónganse cómodos, queridos lectores. El viaje comienza sobre cuatro ruedas, con salida en Holanda y parada en la costa Brava.

Trasládense con la imaginación hasta la década de los 50 y los 60 en España, y traten de visualizar a una pareja de holandeses recorriendo en un 'Escarabajo' cada rincón de la rica y polifacética cultura gastronómica, patrimonial y natural del país.

Esa pareja eran los abuelos -paternos- de Mark Kavelaars, unos enamorados de España, como dan fe las múltiples cintas de Super-8 que conservaron y que evidencian su particular flechazo con esta geografía.

El inversor Mark Kavelaars.

El inversor Mark Kavelaars.

"Tengo imágenes de la España de los años 60 y 70, en las que aparecen mis abuelos y mi padre; primero como niño y, después como un joven".

En uno de esos periplos con parada en la Costa Brava, el destino quiso que su padre -holandés- y su madre -madrileña afincada allí durante las vacaciones veraniegas- cruzaran sus caminos e iniciaran un noviazgo a distancia.

"Se acostumbraron a las cartas, el teléfono y mi padre viajaba una vez al año desde Holanda a España para verla", relata a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL Mark Kavelaars con una sonrisa en el rostro.

Pero transcurridos "seis o siete años", la pareja contrajo matrimonio en 1969 y fijaron su residencia en Holanda, tierra natal del padre de Mark. Sin embargo, los recién casados pronto volverían a hacer las maletas gracias a una propuesta de la Embajada de Holanda difícilmente rechazable.

"El embajador ofreció a mi padre regresar a España y fundar una empresa de consultoría y desarrollo de negocios. Estaba convencido de que España iba a despuntar y que las empresas holandesas tenían que estar presentes aquí", relata Kavelaars.

Fue así como en 1970, sus padres se mudan a España, con su madre ya embarazada de Mark, para comenzar a escribir la prolífera historia de Internacional Venture Consultans en nuestro país.

La cultura del esfuerzo y la curiosidad

"Mi padre era muy joven. Se vino aquí, con un bebé para asumir el reto de montar una empresa que llegó a tener cien personas y que durante 30 años trajo a España más de 2.000 empresas", detalla con orgullo.

Aquellas experiencias vitales de sus abuelos, primero, y sus padres, después, fueron el germen de la persona en que se ha convertido el inversor.

"A los 18 años, al modo holandés, mi padre me dijo 'Te voy a ayudar un poquito con tu educación, pero tienes que buscarte la vida; y que sepas que nunca trabajaré contigo'"

Educado en la cultura del esfuerzo y la curiosidad, en el enriquecimiento que aporta la inmersión en diferentes culturas y países, Mark siempre ha tenido claro que su familia es su principal apoyo, pero también, que el éxito pasa también por saber ser independiente y no tener miedo a los retos.

"Cuando tenía 18 años, al modo holandés, mi padre me dijo 'Te voy a apoyar un poquito en tu educación -sonríe al tiempo que frunce el ceño-, pero tienes que salir de casa y buscarte la vida'". Una declaración de intenciones en toda regla la que recibió Mark con una advertencia como posdata: "Que sepas que nunca vas a trabajar conmigo".

Mark Kavelaars estudió en la European Business School y, desde el primer momento, apostó por conocer el extranjero. En París y Londres, entre otros lugares, fue compaginando prácticas académicas con trabajos necesarios para costearse parte de su formación. No había que contradecir los dictados de su padre.

Inglés, francés, italiano... y, poco después, alemán. Los idiomas nunca han sido un hándicap para Kavelaars, muy al contrario, le permitieron durante su formación universitaria empaparse de unos conocimientos que no aparecían en los libros, sino en las experiencias generadas en cada país.

Unilever, primer trabajo tras la universidad

"Cuando volví a España, hice el proyecto fin de carrera y empecé a trabajar en Unilever". De nuevo, su ADN viajero le guardaba un nuevo cambio de guion. "Al año me picó el 'bicho', hice las maletas y me fui a vivir a Munich".

Esta etapa, calificada por Kavelaars, como "muy bonita" -en una de las múltiples veces en que recurre a ella durante la entrevista- le permitió descubrir Múnich, su "ciudad favorita", confiesa, y desde allí viajar a Londres a Nueva York y un largo etcétera. "Hay un mundo muy grande y, en cada sitio, se hacen las cosas diferentes. No hay que ser dogmático, sino muy adaptable y coger lo más interesante de cada lugar".

"El mundo es muy grande y en cada sitio se hacen las cosas diferentes. No hay que ser dogmático, sino muy adaptable y quedarse con lo más interesante de cada lugar"

Fue precisamente en esta etapa en Munich, cuando en 1999 su curiosidad innata le llevó a descubrir y sumergirse en el mundo de la tecnología. Ya habían transcurrido siete años desde que llegó a la ciudad para adentrarse en el mundo de la banca, pero su perfil curioso e inquieto casaba a la perfección con un sector que estaba eclosionando.

Compaq Computer Corporation, todo un icono del sector tecnológico durante los años 80 y 90, fue su billete para descubrirlo.

Mark Kavelaars.

Mark Kavelaars.

"Compaq era un líder mundial en esa época, con un equipo en Europa y una estrategia de lanzamiento de unos proyectos de corporate venture que iban a cambiar la compañía. Necesitaban perfiles diversos y me uní a ellos. Comencé una época preciosa desde Múnich, mi ciudad favorita".

Así fue como Mark Kavelaar se cambió de un banco bávaro a una empresa de Houston, "unos cowboys de la tecnología", apostilla.

Pero, por enésima vez, las maletas no cogerían mucho polvo en el armario. Una nueva mudanza se avistaba en el horizonte. "Circunstancias de la vida, conocí al presidente de Compaq en España y en 2001 regresé con él para asumir proyectos de negocio, de gestión del cambio e innovación corporativas".

En 2002, HP compró Compaq y Mark Kavelaars fue el responsable de la integración de las dos empresas en España y Portugal, en un puesto de alta responsabilidad. "Tenía 33 años y fue un reto precioso. Ahí aprendí muchísimo sobre la diversidad de culturas empresariales, las diferentes motivaciones y perfiles de la gente".

Doce años de vida corporativa al máximo nivel

En total, su vida en el mundo corporativo se extendió durante 12 años. Su visión fue siempre la misma: "Da igual que trabajes en una empresa propia, una startup o un corporativo, hay que comportarse siempre como si fueras un emprendedor, lanzarse a por los retos y no tener miedo, el fracaso viene de la inacción".

Su siguiente capítulo profesional tenía a su padre como piedra angular. Aquella empresa que fundó en los años 70 tenía problemas para encontrar sucesión. Su padre y sus socios no habían sido capaces de conseguirlo y era preciso tomar cartas en el asunto. Mark, incansable e incapaz de decir no a un reto, asumió el desafío.

"Mi idea fue coger una excedencia de un par de años en HP, arreglar aquel problema y volver". Pero el destino tenía preparado otro guion para él. Nunca volvería ya al mundo corporativo.

El inversor tomó las riendas de la empresa familiar y su esfuerzo por transformarla brindó a su padre y sus socios un retiro tranquilo. Consiguió pivotar la empresa de su padre, duplicar facturación y plantilla en unos años, de 2007 a 2009 nefastos para el mundo de la consultoría y, al final del proceso, el resultado fue el alumbramiento de una empresa renovada, "orientada a la incubación y aceleración de nuevos negocios, con empresas radicadas en España y con una base muy tecnológica y disruptiva".

"Al pivotar la empresa de mi padre, me percato de que me mueve fabricar empresas de éxito, ayudarlas para que tengan ambición por crecer y sean internacionales desde el inicio"

Aquel reto supuso mucho más. Ejerció como detonante para que Mark descubriera su propósito vital.

"Es ahí donde me percato de que me mueve fabricar empresas de éxito, ayudarlas para que sea sólidas, sostenibles y duraderas, y que tengan una ambición por crecer y ser internacionales desde el primer momento".

Su amplia experiencia alemana, holandesa y americana fue clave para identificar las carencias de muchos proyectos españoles que nacían con pies de barro "porque no se construyen bien", y poner su know-how durante años al servicio de esta necesidad.

Aquella etapa fue, como no podía ser de otra manera "muy bonita". Coincidió además, con grandes hitos en su trayectoria personal; "me caso y tengo tres hijos" -en la actualidad es, además, padre una niña-, afirma, y durante 2010 y 2011 "continuó asesorando y lanzando empresas al mercado, más de 120 compañías", puntualiza.

Primera incusión como 'business angel'

En este momento de su historia, Mark ya no sólo les brinda asesoramiento, sino que comienza a ejercer como business angel y aporta capital en los proyectos de mayor potencial.

"Pero entonces me enfrenté a una disyuntiva: o eres asesor o inversor. Y, si quieres ser inversor, tienes que hacerlo con una cantidad relevante de capital y, para hacerlo, tienes que construir una plataforma con un equipo experto". La semilla de Swanlaab Venture Factory había germinado.

Mark Kavelaars y Verónica Trapa (ambos en el centro de la imagen), junto a otros miembros de Swanlaab.

Mark Kavelaars y Verónica Trapa (ambos en el centro de la imagen), junto a otros miembros de Swanlaab.

En ese momento Verónica Trapa, su socia en el fondo y "alma mater" -reconoce-, fue el pilar que Mark necesitaba para poner en marcha la iniciativa de venture capital con parada necesaria en Israel, país sin el que sería imposible entender la filosofía y señas de identidad propias de Swanlaab.

"Inicio un periplo por todos los ecosistemas de innovación -Silicon Valley, Nueva York, Londres, Berlín- hasta llegar a Tel Aviv. Es en Israel donde me dio cuenta de que, para hacer un buen venture capital, en un país donde no había tradición en este segmento y con el foco de la tecnología, necesitábamos ampliar nuestro conocimiento y contar con equipo con la experiencia de un venture capital internacional".

Primeros pasos de Swanlaab

Corría el año 2013 y Mark todavía se sorprende cuando recuerda cómo logro tejer la alianza con el fondo de capital riesgo israelí. "Les convenzo, todavía no sé cómo, de que en España había buenos emprendedores, que iba a haber capital y que tenían que dedicar tiempo y recursos a invertir conmigo en el mercado español".

"Se lo creyeron", afirma y una gran sonrisa se dibuja en su rostro. "Tomaron el 50% de Swanlaab, entraron en el comité de inversión con Verónica, conmigo y con otras personas que fueron reclutaron y lanzamos un fondo de 40 millones de euros". Era Swanlaab I, logrado con apoyo de "muchos inversores privados, family offices, algún fondo de pensiones, y con apoyo de ICO y CDTI". Ha invertido en 13 empresas y ha alcanzado una fase muy madura como fondo.

Entre 2019 y 2020, las sucesiones se cruzaron de nuevo en su camino, esta vez por la parte del equipo de Israel. Mark, como sucedió anteriormente con la empresa de su padre, estuvo ahí para reconducir la situación.

"Les ayudé a montar una nueva gestora en Israel donde soy socio y tengo un 25%, y lanzamos un nuevo fondo allí".

Hermanamiento España-Israel

Este hecho forjó un "hermanamiento especial" entre ambos equipos y países. "Desde 2019 a 2023 hemos operado dos fondos; uno en España y otro en Israel, con tesis similares de inversión, con equipos similares de inversión, lo que nos permitía a ambos enriquecernos". "Ya no nos veían como unos yogurines", bromea.

Arranca así una etapa "muy bonita" o, mejor dicho, muy prolífera para Swanlaab. "En 2023, ya con los dos fondos muy potentes en marcha, con buenas perspectivas de retorno a los inversores, y con algunas empresas creciendo de forma sustancial, vemos que la tesis se cumple". Es el momento de volver a mover ficha.

El resultado fue AgriFood Tech Swanlaab, un fondo nacido para suplir la necesidad de acceso al venture capital que tenían proyectos muy disruptivos y con gran propiedad intelectual en el sector agrifoodtech, "pero huérfanos" en capital especializado.

Una segunda tesis llegaría un poco después. Se trata de un fondo de Search Funds para la compra de pymes, Scipio Swanlaab SF SCR, en que el ya han invertido en tres empresas y "va tomando color", afirma Kavelaars.

Y ya para terminar este recorrido meteórico, el equipo de Israel "ha lanzado un segundo fondo de software y tecnología y hemos hecho el primer cierre".

Lejos de caer en la autocomplacencia, Mark vuelve a demostrar que ambición y humildad pueden ser las dos cara de una misma moneda.

"Vas viendo que hay una historia que contar, donde tenemos fundadores de los primeros fondos que son ahora inversores de los nuevos fondos,y ayudan a entender el viaje que van a hacer a los nuevos fundadores, y les explican que esa actitud de garra, de fuerza ante la vida, no es teórica, sino que tiene un efecto real".

Y hace una pausa para ponerse serio. "Nos queda mucho para ser una autoridad como venture capital".

Startups destacadas del 'portfolio'

Ponemos en un aprieto al inversor al pedirle que destaque alguno de los proyectos acompañados desde el principio por Swanlaab desde 2014, de alguna forma es como pedirle a unos padres que se decanten por alguno de sus hijos.

Pero Mark no evita el envite. No iba a ser ésta la primera vez. Sales Layer es uno de ellos. La relación tejida con Álvaro Verdoy e Iban Borràs, fundadores de la startup valenciana que vio la luz en 2013, es "cercana, de gran confianza, hemos estado con ellos ahí desde el primer día".

Foto de grupo del equipo de Swanlaab.

Foto de grupo del equipo de Swanlaab.

"He visto crecer a Álvaro de emprendedor a empresario, transformarse y esto me genera una gran satisfacción".

Otro nombre viene rápidamente a su cabeza: IriusRisk, compañía de ciberseguridad de origen sudafricano, cuya base está en Huesca. "Empezamos con ellos cuando prácticamente tenían un cliente y ahora están cerca de facturar 20 millones".

Y se aventura a hacer un pronóstico: "En cinco años puede ser uno de los futuros grandes exits del mercado. Ha pasado por todas las etapas que conlleva pasar de ser un Llanero Solitario a montar un equipo especializado, a internacionalizarse, a contar con grandes clientes, etc".

Y así, sin darse cuenta, los minutos pasan rápidamente cuando el fundador de Swanlaab habla de los emprendedores que han viajado con él en esta apasionante historia que arrancaban en los 50, a bordo de un Escarabajo y que, nosotros dejamos -al menos, por ahora- en 2025; en un momento apasionante para el sector tecnológico e innovador a escala global.

Sin dudas, un mundo tech copado por gurús, egos exacerbados y algún que otro vendehúmos, el ecosistema necesita muchos más Mark Kavelaars. Porque desde la humildad y reconociendo todo lo que nos queda por aprender, el mayor error no es equivocarse, sino no atreverse a intentarlo.