Ámsterdam es una de esas ciudades que albergan algo de mágico en su esencia. Quizás sean los canales o el misticismo del barrio de Begijnhof. Puede que nublen el juicio las luces rojas y el libertinaje de la noche holandesa, esquivando bicicletas en cada callejón. Pero no hay ninguna duda: la capital de los Países Bajos tiene algo especial.
Ese factor mágico es fácil de cuantificar en la escena financiera: Ámsterdam es una de las principales plazas del mundo, la misma que superó en negociación a la todopoderosa City londinense al poco de consumarse el 'brexit'. Una ciudad que lleva las finanzas en su ser más profundo: el mismo tulipán que triunfa en su icónico mercado de las flores es también el que causó la primera y gran crisis especuladora del país en el siglo XVII.
Por ello no es de extrañar que sea la misma Ámsterdam, esta dual y compleja capital, la misma que alberga Money 2020, el principal evento para el sector fintech, con ediciones a ambos lados del Atlántico. En la cita europea, que completa el recinto ferial de la ciudad -RAI Ámsterdam-, se han congregado miles de profesionales -startups, corporaciones, aceleradoras, inversores, tecnológicas...-. Todos y cada uno de ellos ávidos de conectar, de hacer negocios y, especialmente, de entender qué está pasando con esta industria en momentos convulsos como los que vivimos.
El telón de fondo de las fintech podría, de hecho, definirse como difícil. Por lo pronto, todas las startups ligadas a las cripto enfrentan ahora el escrutinio público (con acusaciones de estafas piramidales y políticas de atracción a inversores más parecidas a las de una casa de apuestas que a las de una empresa financiera), al mismo tiempo que han visto el desplome de uno de sus emblemas -Terra- y ninguna de las criptomonedas que han hecho su IPO en los últimos meses ha conseguido asentarse de forma solvente.
Quizás por todo ello, o si prefieren creer en la casualidad, las cripto están teniendo un papel casi testimonial durante el congreso. Tanto es así que, de las sesiones programadas sobre el tema, la mayoría hacen referencia al bache que está viviendo este segmento de actividad y a la búsqueda de casos reales de uso que justifiquen el rally que hasta ahora venía experimentando.
Vaya por delante una anécdota. En la tarde de la primera jornada, intervenía en uno de los principales escenarios John Collison, fundador y presidente de Stripe. El auditorio estaba a rebosar, con asistentes que tuvieron que escuchar los planes de esta empresa de pagos desde la barrera, de pie. La sesión que le seguía trataba, precisamente, de cripto. Seguro que imaginan lo que ocurrió a renglón seguido: el público huyó en masa. "Estáis haciendo como el mercado, ¿verdad?", tuvo a bien bromear el atónito presentador del sarao.
Collison fue, de hecho, una de las estrellas de la primera jornada de Money 2020. No sólo por ser el gran coloso del sector, con una valoración que ronda los 95.000 millones de dólares tras la ronda sellada en marzo de 600 millones. También por la apuesta de esta casa por la banca abierta (con el lanzamiento de un marketplace para conectar distintos casos de uso y empresas) o llevando más allá las pasarelas de pago (con experiencias de usuario prometedoras).
En este último ámbito, y como antesala al evento que nos ocupa, Stripe anunció una tecnología de autenticación delegada junto a Wise que, en la práctica, viene a permitir que nos identifiquemos con la propia biometría del móvil al hacer un pago, sin recurrir a la app ni a códigos de confirmación como hasta ahora.
Una tecnología que, según explican desde Stripe a D+I, resolverá los problemas de conversión que enfrentan muchas tiendas online al tener que salir el usuario de su página para confirmar el pago. "Bajamos mucho la latencia al llevar el peso de la operación a nuestro lado, trabajando intensamente con los emisores de las tarjetas", afirman.
El 'invierno' de las fintech
A esta realidad de las cripto hemos de sumar otra, la que atañe al "invierno" de las inversiones en startups, no sólo pero en concreto, del ámbito fintech. En un 2022 marcado por la incertidumbre económica, política y social, los fondos han hecho acopio de lógica y miran con cuidado dónde depositan el dinero, primando la rentabilidad del negocio sobre las expectativas futuras. Una política drásticamente diferente a la ejecutada en los últimos años y que ha paralizado o redimensionado muchas rondas de financiación en el sector.
La impresión en los mentideros del Money 2020, se debate entre los que apuestan por atribuir este frenazo a causas coyunturales (guerra de Ucrania, deuda e inflación de los grandes mercados...) y los que buscan aspectos estructurales (como el modelo de 'copia y pega' de muchas startups o el pinchazo del 'hype' tecnológico). Pero hay algo que da buena señal de lo extraordinario del momento: aquellos que han logrado cerrar una ronda de financiación antes del parón reconocer abiertamente su alivio; aquellos que están sufriéndolo se quejan amargamente de los errores cometidos por el sector y la "tormenta perfecta" que se ha llevado por delante muchos de los planes largamente anhelados. Un fenómeno que el medio especializado 'The Fintech Times' titulaba recientemente de forma magistral: 'Overhyped Paytech, Underhyped Paytech'.
Oportunidad para el que sepa aprovecharla
No dejen que estas primeras líneas lleven a una lectura catastrofista del sector fintech. La negatividad deriva de una vuelta a la realidad inmediata, de ver el mundo tal y como es. Y en el mundo real, sigue existiendo una enorme demanda por digitalizar, dotar de flexibilidad y mejorar la seguridad en todas las capas de los servicios financieros, de pago o de relación con la economía de empresas y particulares.
Y es por eso que esta edición de Money 2020 es tan relevante: ha dejado a un lado las bombas de humo y los fuegos de artificio para centrarse en unir polos que se necesitan como el agua y el campo. En llevar nuevas tecnologías de identificación y autenticación (grandes estrellas del congreso, con casi una quinta parte del recinto ocupada por este tipo de startups) a la operativa de los grandes bancos -muchos de ellos aquí presentes-. También en ofrecer los beneficios de la analítica de datos o la gestión de clientes a las fintech. O en hacer notar la enorme variedad de empresas de pagos digitales y de neobancos que coexisten en la actualidad, alimentando una futura e inevitable consolidación de estos nichos de negocio.
Así, palabras como blockchain o biometría se repiten por los pabellones como si no hubiera un mañana. Y empresas como Sumsub, Jeeves, PagBrasil, IFX Payments, Vilja, Elliptic, Sift, Vapily, Payoneer, IDNow, Strands o Diebold Nixdorf han congregado a cientos de curiosos por sus tecnologías.
Tampoco parece que ningún país quiera perder el tren de las fintech. Los pabellones nacionales, tan comunes en esta clase de citas, no han faltado a este reencuentro con la cotidianidad de los apretones de manos. A las clásicas Francia o Estonia (con las startups Dexatel, Paywerk, Salv o Tuum como puntas de lanza), que siempre suelen brillar en este apartado, se suman nombres tan dispares como los de Ohio, Polonia o Georgia.
Mención aparte merece, desgraciadamente no por vez primera, el pabellón de España, organizado por el ICEX. Sin llegar al nivel de la presencia que solíamos tener en el CES de Las Vegas (consistente en un par de stands en la zona más económica de la feria), en esta ocasión el espacio contratado por el Gobierno se ubicaba literalmente al fondo del recinto, en el último pabellón, en una zona a oscuras custodiada por las lonas negras y los muros del recinto. El propio nombre del auditorio que se ubica en las cercanías lo dice todo: 'The Lost' ('los perdidos').
En él tratan de atraer a esas ovejas sin rumbo compañías como Innsomnia, Beway, Finnovating o PaynoPain, al igual que otras startups como Citibeats, Coinscrap, Collector, LeanXcale, Mobbeel, Wenalyze, Vottun u OpSeeker. Desde lugares más visibles, en la zona de los que ya se han encontrado, también se oye el acento español, como PagoNxt o Veridas como estandartes de una tablao fintech de lo más bullicioso y que busca su lugar en el escenario internacional.