Es complejo -por no decir imposible- extraer una receta mágica de cómo encarar la innovación y cómo afrontar la tan manida 'era digital'. Empero, a veces pueden encontrarse algunos denominadores comunes en un ecosistema concreto que delatan una estrategia planificada, ejecutada y sostenida en el tiempo.
Es el caso de Noruega, cuyo impulso a estos menesteres no se debe a una moda pasajera ni a una burbuja de emprendedores que buscan hacerse de oro rápidamente. Aquí esto se trata como una cuestión de Estado, como una prioridad nacional, conscientes de que su principal fuente de ingresos (el petróleo y el gas) tienen los días contados. El mismísimo Håkon Haugli, CEO de Innovation Norway (el organismo público detrás del impulso a este ecosistema) así lo reconocía en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.
Precisamente lo que atañe a la energía es el primero de esos elementos esenciales en la receta innovadora noruega. El país nórdico cuenta con una de las principales reservas de petróleo y gas del mundo, sin duda de las más importantes de Europa, y ha sido un actor destacado de la panorámica energética desde mediados del siglo XX. Por ello a muchos sorprende que sea también el país donde más vehículos eléctricos se venden (90%) o que los barcos públicos que recorren el fiordo de Oslo también lo sean.
Ahí entra en juego una dicotomía de manual o, siendo más benévolos, una aproximación pragmática. El crudo es el pan para hoy, pero es hambre para mañana. El mañana debe pasar, sí o sí, por las energías renovables y nuevas propuestas de valor. Y ahí Noruega también tiene experiencia y sustentos sólidos: la inmensa mayoría de su producción eléctrica proviene de centrales hidroeléctricas desde tiempos inmemoriales y, en su territorio, cuenta además con reservas de materiales para poder sobresalir en la fabricación de baterías y otros productos similares.
De hecho, son incontables las startups noruegas que está tratando de hacerse un hueco en el sector de las baterías. Morrow Batteries está creando nuevos tipos y materiales para estos dispositivos, con la creación incluso de una gigafactoría a las afueras de Oslo para estas lides. Y Evyon utiliza baterías ya existentes y las compacta en 'racks' modulares y contenedores que pueden ser desplegados rápidamente en cualquier lugar, por ejemplo, para reforzar los puntos de carga de vehículos eléctricos o para mejorar el equilibrio de la red cuando se vaya apurando la demanda de energía.
En la Oslo Innovation Week 2024, pasarela de lujo para conocer todos estos proyectos, también se dejaron ver importantes proyectos ligados a la energía solar: EasySolar, que ha culminado la instalación de paneles fotovoltaicos verticales más grande del mundo, u Ottovo, muy ligada al autoconsumo de energía solar y con operaciones en multitud de países.
Industrialización por doquier
De esto, subyace el segundo de los ingredientes: la industrialización. Su propósito (a pesar de éxitos como Kahoot! o ReMarkable) pasa siempre por el mercado empresarial y con clara vocación manufacturera y energética. Es una seña de identidad nacional.
"Noruega es un país que siempre ha estado ligado a la industria y la tecnología. El 50% de nuestro PIB viene de aquí. Tenemos la experiencia, los datos históricos y el talento. Además de que las grandes compañías industriales que están aquí tienen una visión a largo plazo, basada en la confianza, que nos da una gran ventaja competitiva", introduce Andreas Steinsvoll, de Cognite.
Su empresa es clara evidencia de todo ello: apoyada por el principal inversor industrial del país, Aker, desarrolla software de gestión de datos para el entorno industrial y cuenta con cien clientes globales, incluyendo colosos como Saudi Aramco. Pero hay más ejemplos igualmente relevantes, como la startup Wheel.me, que produce robots autónomos para entornos industriales y logísticos que ya utilizan muchos de los principales fabricantes de automóviles del mundo, tanto en Europa como en Detroit.
Aprovechar la marca de Escandinavia
El tercer y último aditivo es la marca de Escandinavia, la imagen tan pulcra que se ha creado de estos países. En el imaginario colectivo mundial, hablar de algo nórdico significa hablar de confianza, seguridad y diseño extraordinariamente cuidado. También de frío y lluvia, pero eso es otro tema.
De nuevo nos enfrentamos a otra dicotomía de los noruegos en este terreno. Mientras admiten que "somos buenos creando cosas, pero terribles vendiéndolas", al mismo tiempo admiten que son expertos "en coger cosas sencillas y convertirlas en objeto de deseo por el diseño y el márketing".
ReMarkable es el mayor exponente de ello, de cómo un país europeo ha conseguido lanzar con éxito a un fabricante de dispositivos electrónicos ante el ingente dominio estadounidense, chino y coreano. Con una idea sencilla, pero gracias a una estrategia de ventas muy inteligente y con una estética perfeccionada al milímetro. Pero también Auk, que produce huertos para entornos domésticos y cuyo valor real está en aprovecharse de las tendencias en estilo de vida y responder a ellas con un producto que estéticamente resulta irresistible.