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El camino para un investigador con espíritu emprendedor no siempre es un camino de rosas. O, cuanto menos, implica atravesar las espinas de sus tallos en un ambiente no excesivamente favorable a este tipo de menesteres. Así lo vivió Santiago Cartamil-Bueno, físico originario de Melilla y cuyo interés por nuevas tecnologías y materiales como el grafeno siempre le llevaba más allá de los muros de la Academia.

Su carrera académica comenzó en la Universidad de Granada, pero un intercambio de estudios le llevaría a la Universidad de Copenhague. "En Dinamarca me di cuenta de que quería aplicar la física para resolver problemas reales. Fue allí donde descubrí la nanotecnología, un campo emergente que combinaba ciencia básica con aplicaciones prácticas", explica en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.

Después llegaría su máster en Ciencia de Materiales y Nanotecnología por la Universitat Autònoma de Barcelona donde tuvo su primer contacto con el grafeno. "Era fascinante trabajar con un material tan novedoso, que permitía mezclar física e ingeniería. Extraíamos monocapas de grafeno de un trozo de grafito y las aplicábamos en microdispositivos. Era como seguir los pasos de los premios Nobel que descubrieron el material", añade.

Empero, Cartamil-Bueno pronto comprendió que la industria del grafeno estaba aún en sus primeras etapas: "En 2012 no había empresas trabajando con grafeno en aplicaciones comerciales significativas. Decidí hacer un doctorado en la Universidad Técnica de Delft, donde perfeccioné mis conocimientos y comencé a pensar en cómo llevar el grafeno al mercado".

Ese es el verdadero germen de su aventura emprendedora, ya fuera del circuito universitario. Tras descartar emprender en Países Bajos o Alemania por las barreras culturales y burocráticas, se decidió en un alarde de inspiración (en su luna de miel, para más inri) a registrar una empresa llamada SCALE Nanotech en el programa de e-Residency de Estonia. Pocos podrían sospechar que esa empresa de origen tan extraño recibiría tres meses más tarde su primera financiación de la Unión Europea.

Santiago Cartamil-Bueno, fundador de SCALE Nanotech.

Pero, ¿a qué se dedica exactamente SCALE Nanotech? "Nuestra visión es resolver problemas técnicos históricos en la industria de las pantallas y, al mismo tiempo, crear una tecnología más eficiente y sostenible", afirma como quien relata la sencilla receta de una tortilla de patatas. O más bien de paella, porque su startup está radicada físicamente en Valencia, desde donde Santiago Cartamil-Bueno y su equipo buscan aplicaciones del grafeno para crear una nueva generación de pantallas.

Y es que, gracias a este material disruptivo, se podrían llegar a eliminar los subpíxeles RGB, que durante un siglo han sido la base de las pantallas. "La tecnología actual divide cada píxel en tres subpíxeles de rojo, verde y azul para generar toda la gama de colores. Este diseño, que tiene más de cien años, es ineficiente y limita la resolución que se puede alcanzar", denuncia el investigador-empresario.

En lugar de subpíxeles, las pantallas de SCALE Nanotech utilizan membranas de grafeno que modulan la luz para generar colores directamente: "Esto nos permite triplicar la resolución de las pantallas actuales, reducir el consumo energético y simplificar la fabricación. Es una tecnología que podría transformar cómo se diseñan y producen pantallas".

Quizás aquí ya puedan ver otro componente esencial de la propuesta de esta joven empresa: la sostenibilidad. "Las pantallas actuales están diseñadas para emitir luz, incluso en entornos con mucha iluminación ambiental, lo que desperdicia energía", explica Cartamil-Bueno. "Nuestra tecnología utiliza la luz del entorno para generar contraste, como hacen los ebooks, pero con colores vibrantes. Además, eliminamos la necesidad de materiales tóxicos o tierras raras, lo que reduce el impacto ambiental".

Múltiples aplicaciones

Aunque la tecnología en cuestión puede encontrarse con múltiples aplicaciones en la vida real, SCALE Nanotech quiere enfocarse inicialmente hacia el mercado de las gafas de realidad virtual y aumentada. "La nueva generación de gafas es una oportunidad única. Las grandes empresas, como Meta, están apostando por tecnologías similares que mejoren la resolución que tienen sus actuales pantallas, pero nuestra propuesta basada en grafeno nos da una ventaja competitiva", defiende Cartamil-Bueno.

Su plan, no obstante, en ningún caso es competir con pantallas propias, sino ser proveedores de componentes para los ya mentados fabricantes de dispositivos. "No buscamos competir directamente con empresas como Sony o Apple, sino integrarnos en su cadena de valor. Queremos desarrollar la tecnología y fabricar los chips en Europa, idealmente en España".

Eso en lo que concierne al mercado de consumo, pero también hay oportunidades de disrupción claras en el segmento profesional. Hablamos de ámbitos tan especializados y exigentes como la aviación, las telecomunicaciones y los moduladores ópticos. "Nuestra tecnología tiene aplicaciones potenciales en campos que van más allá de las pantallas tradicionales. Estamos en conversaciones con líderes de estos sectores para demostrar el valor de nuestras soluciones", presume a renglón seguido.

Y prosigue: "El grafeno no solo mejora las pantallas, sino que habilita nuevas posibilidades, como telecomunicaciones cuánticas o dispositivos ópticos avanzados. Estamos explorando estas áreas con la esperanza de contribuir a un cambio significativo en la tecnología europea".

Producción a escala: el verdadero desafío

Sin embargo, nada de lo anterior pasará de ser un mero documento en borrador si SCALE Nanotech no logra bajar estas ideas de las musas al teatro. Y ahí es donde nos encontramos de frente con el verdadero gran desafío: cómo escalar la producción de este tipo de membranas de grafeno... y encima hacerlo desde España.

"No basta con tener una solución técnica; necesitas integrarte en una red de proveedores, fabricantes e integradores. Estamos trabajando en proyectos como MegaMorph, financiado por la Unión Europea, para consolidar esa cadena de valor", introduce el investigador. Este proyecto permitirá a esta startup desarrollar su tecnología desde el laboratorio hasta un producto mínimo viable. 

"Estamos desarrollando los primeros prototipos y trabajando con socios clave para garantizar que nuestra tecnología sea compatible con las demandas del mercado. La meta es tener una línea piloto operativa en 2025 y una fábrica plenamente funcional en 2030", adelanta a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL. "Sabemos que estamos trabajando contrarreloj para llegar al mercado en el momento adecuado. La tecnología tiene un potencial enorme, y estamos comprometidos a maximizarlo desde Europa, con una visión sostenible y de impacto global", concluye.