Dubái (EAU)
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Hace diez años, en los laboratorios de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), un grupo de ingenieros empezó a plantearse la idea de emplear el calor como fuente de energía para alimentar sistemas de monitorización industrial. "Trabajábamos en proyectos para la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), en los que observamos que ya existía una tecnología capaz de hacer esto mismo y que se utilizaba en sondas como la Voyager o Cassini”, señala uno de esos ingenieros. 

“Este principio termoeléctrico nos hizo pensar: ¿por qué no aplicar esta misma tecnología para aprovechar el calor industrial?”. Fue entonces cuando este exinvestigador de la UAB, Raúl Aragonés, decidió crear Alternative Energy Innovations (AEInnova), convencido de que este proceso, que ya se empleaba en el espacio, podía transformar la industria a pie de Tierra

Así, comenzaron a imaginar cómo utilizar el calor para alimentar sensores en la industria, especialmente en aquellas tan sensibles como la del petróleo. “Un sector donde, debido a los riesgos asociados a la presencia de zonas explosivas, no se podían instalar sensores inalámbricos alimentados por baterías de litio”, explica Aragonés en una entrevista con DISRUPTORES-EL ESPAÑOL.

“Además, en estos entornos, el calor residual es abundante y se convierte en una fuente energética muy atractiva”, añade. La solución tecnológica que desarrollaron permite captar el calor de un proceso industrial, como el de una bomba a 90 °C, y convertirlo en electricidad limpia.

"Esto alimenta sensores que, por ejemplo, monitorizan en tiempo real el estado de las máquinas", apunta este ingeniero, haciéndose oír entre el barullo de Gitex Global, la gran feria tecnológica que cada año se celebra en Dubài (Emiratos Árabes Unidos), para seguir expandiendo su negocio en la región, donde tienen gran parte de sus clientes, muchos de ellos empresas petrolíferas.

Adiós al litio

El camino para llegar hasta aquí no ha sido sencillo, uno de los hitos clave llegó el mismo año en el que se creó la empresa, en 2014, cuando la Fundación Repsol seleccionó el proyecto para su Fondo de Emprendedores. El objetivo era doble: por un lado, alimentar sensores y sistemas de comunicación industrial únicamente con el calor desprendido por bombas o calderas; por otro, digitalizar entornos hostiles o explosivos en los que las baterías de litio representan un peligro. 

En ese momento, AEInnova sumaba ya más de siete años de investigación y desarrollo. Como spin-off de la UAB, disponían de un equipo multidisciplinar de ingenieros electrónicos, químicos, informáticos y físicos, que habían acumulado el conocimiento necesario para sacar adelante esta idea, que pudieron convertir en un producto comercial viable.

“La industria petrolera, en particular, es muy sensible a la transformación digital y genera ingentes cantidades de calor que se desaprovecha. Cuando introducimos nuestra tecnología, vemos un gran potencial para mejorar su competitividad y al mismo tiempo que reducimos el uso de baterías de litio en entornos de riesgo”, afirma Aragonés.

A través de su propuesta, también abordan uno de los desafíos a los que se enfrentan actualmente los fabricantes de dispositivos electrónicos: la escasez de litio y la huella de carbono que supone la extracción de este mineral, junto a la fabricación y reciclado de este tipo de baterías. “Apostamos por la energía que ya está ahí, el calor. Si podemos reutilizarlo en lugar de depender de baterías tradicionales, reducimos costes, riesgos y la huella de carbono”, subraya el directivo.

Esta carta de presentación les ha facilitado la captación de más de 8 millones de euros a lo largo de estos años, la mitad procedente de inversores privados y family offices, y la otra mitad de programas europeos de innovación. Entre estos últimos destaca el respaldo del Consejo Europeo de Innovación (CEI), que identificó a AEInnova como una de las startups más prometedoras dentro del ámbito de la sostenibilidad. Ya han demostrado la fiabilidad de su sistema, por ejemplo, en proyectos piloto con Repsol en Puertollano.

Ambición global

La ambición de la compañía es, según palabras de su fundador, convertirse en líderes de la industria de la energía producida con calor residual. Su expansión internacional comenzó al poco de iniciar su andadura. Aunque su sede permanece en Barcelona y mantienen la fabricación de su sistema en Cataluña, ya han cerrado acuerdos comerciales en Japón, Brasil, Chile, Marruecos, Turquía y Nigeria

Eso sí, este nuevo camino exige importantes inversiones en certificaciones para cada nuevo mercado, ya que el hardware industrial debe superar rigurosos procesos normativos. “La internacionalización implica certificar y validar nuestra tecnología en cada región donde operamos. Es un proceso largo y costoso, pero fundamental para llevar nuestro producto a nivel global”, admite Aragonés.

De cara a ese futuro, ya se preparan para aumentar su presencia en los mercados de Oriente Medio y Asia, “firmar acuerdos con nuevas ingenierías que integren sus dispositivos en plantas industriales, y consolidar su plataforma de monitorización y análisis en la nube”, enumera el ejecutivo. Para ello, tienen abierta una ronda para captar 10 millones de euros más. 

En un contexto en el que la industria busca urgentemente reducir su huella de carbono, la idea que germinó en los laboratorios de la UAB se presenta como una alternativa más que válida. “Si hace diez años nos hubieran dicho que un residuo como el calor iba a convertirse en el pilar de toda una tecnología industrial limpia, pocos lo hubieran creído”, confiesa Aragonés antes de volver al expositor que esta startup tiene en Gitex Global.