Esta afirmación se ve confirmada con una mirada rápida al sector, inmerso en una efervescente actividad de pactos, acuerdos, convenios y joint ventures, cuando no también de compras e inversiones, con firmas tecnológicas o incluso con otros fabricantes de coches. El vehículo del futuro exige esos acuerdos, que están llamados a intensificarse, lo que ofrece a las empresas auxiliarias la oportunidad de ganar protagonismo en el sector. Hay mucho campo por delante en un sector más receptivo que nunca a las innovaciones y donde quedan muchos capítulos por escribir.
Carlos Ghosn ponía como ejemplo de esta tendencia a la colaboración a Daimler, que durante la feria de automoción parisina presentaba un coche inteligente eléctrico que usará motores de Renault. Pero deja claro que esta tendencia se incrementará durante los próximos años.
La lista es ya larga. Ford y Baidu invierten en la industria de sensores, Volvo ha firmado una joint venture con Autoliv, Mitsubishi invierte en la energética estadounidense Nexamp, Nvidia y Baidu se asocian para ofrecer soluciones a los fabricantes de vehículos autónomos, Toyota inverte en investigación robótica, el grupo PSA se asocia con la firma de soluciones telemáticas Masternaut o Volvo y Uber unen fuerzas para desarrollar coches.
Hay muchos más movimientos entre los fabricantes, que se enfrentan por un lado, al reto de presentar nuevos vehículos cada día más repetuosos con el medio ambiente y, por todo, al lanzamiento en un plazo corto de años del vehículo autónomo. Este estreno cambiará para siempre la industria de la automoción, ya que ésta utilizará tecnologías aún en desarrollo y que también viven su propio momento de crecimiento, como es el caso de la realidad virtual o de la realidad aumentada, por citar solo los casos más llamativos.