Gas y rayos X para 'pillar' hasta una astilla de 0,3 milímetros en los alimentos

La industria agroalimentaria está sometida a unos de los estándares más altos de calidad. La seguridad se mira con lupa, tanto en los propios alimentos como en sus envases. No es de extrañar que buena parte de la innovación del sector venga por esta vía. Así se ha demostrado en la feria Anuga FoodTec de Colonia (Alemania), donde han cobrado especial protagonismo los nuevos métodos para comprobar las fugas y la inspección con rayos X.

Ya sea carne, pescado, fruta o verduras... Crear una atmósfera de gas protectora es uno de los sistemas más eficientes para conservar los alimentos frescos. En este caso, durante el envasado se reemplaza el aire del ambiente por una atmósfera optimizada que protege la integridad del producto y extiende su vida útil.

En Anuga FoodTec también se han podido ver sistemas de testeo de fugas para las líneas de producción como para fuera de ellas. Una de las opciones se basa en la generación de vapor y la implementación de dióxido de carbono como gas de prueba. Esta inspección implica el paso del gas a través de una cámara de medida después del proceso de envasado. En caso de fugas, el gas escapa y entonces es detectado por el sensor. Cuando este sistema se integra en la línea de envasado, puede llegar a ver esos microfallos a velocidades increíbles: más de 120 paquetes en un minuto.

Los rayos X también han acaparado la atención en la feria alemana. Para los fabricantes alimentarios es vital que la comida llegue al consumidor libre de metales, cuerpos extraños y otras posibles contaminaciones de la línea productiva. Aunque el uso de detectores de metal está extendido, lo cierto es que no son capaces de encontrar restos de vidrio, cerámica o piedra. Aquí entran en juego los escáneres de rayos X.

En los últimos años ha ido cobrando relevancia la tecnología de energía dual, capaz de proveer imágenes detalladas incluso en casos de formas irregulares o productos congelados. Estos sistemas diferencian entre materiales basándose en su composición química y captan astillas de metal o plástico de hasta 0,3 milímetros de longitud y tan finas como el cristal.