Anna Sala y Adrià Curran son médicos y ambos han vivido una particular evolución con la innovación como telón de fondo: la que lleva de las consultas a crear su propia startup. Dos mundos a veces lejanos, unidos por una necesidad muy específica y una experiencia dura, de esas que marcan incluso a los profesionales más curtidos.
Tenemos que remontarnos al año 2013, cuando estos dos expertos en salud detectaron varios problemas en el día a día de los pacientes que habían sufrido una anafilaxia (reacción alérgica grave). Estos sujetos están obligados a llevar encima un autoinyector de adrenalina para evitar esta suerte de crisis... pero este imperativo médico no siempre es tan sencillo de cumplir.
Mantener las condiciones óptimas de estos dispositivos (temperatura, calidad, caducidad, transparencia...) y asegurarnos de que estén siempre disponibles, incluso si los olvidamos en casa o si no somos conscientes de padecer una alergia tan intensa (porque nunca hemos sufrido un episodio previo) parecían asuntos difíciles de resolver, hasta el punto de que estos dos emprendedores se encontraron con algunos casos donde la anafilaxia estuvo a punto de costarle a la vida a sus pacientes.
Para ello, Anna y Adrià, Adrià y Anna, desarrollaron dos propuestas bajo el paraguas de su startup -Adan Medical Innovation- destinadas a "reducir las muertes por anafilaxia, que normalmente se suelen dar a gente joven y son evitables, a la vez de mejorar la calidad de vida de los pacientes alérgicos", como ellos mismos explican a INNOVADORES.
Hablamos de su patentada funda inteligente que, mediante varios sensores, controla los parámetros del autoinyector de adrenalina y, además, avisa al paciente cuando se le olvida o está a punto de caducar. A través de la conexión con el smartphone del usuario, este dispositivo también permite activar un sistema de emergencia que avisa a contactos predefinidos de que el sujeto está experimentando una reacción y se les envíe la localización exacta e instrucciones de cómo administrar el medicamento.
Pero, además, quedaba el reto de acercar estos autoinyectores a los ciudadanos en cualquier circunstancia. Para ello, estos dos emprendedores optaron por un modelo de caja inteligente que los albergue en espacios públicos, de un diseño similar al que presentan los desfibriladores que se están instalando en toda España. "Hablamos de mejorar la calidad de vida del paciente sin que tenga que hacer nada de forma proactiva. Además, gracias a estas cajas inteligentes para sitios públicos, podemos proteger a toda la población y salvar vidas", añaden Anna y Adrià, Adrià y Anna.
La compañía ya está en proceso de obtener la aprobación de la FDA y la CE, aunque por el camino ya ha probado su tecnología en unos 100 pacientes. También en 2018 se iniciará una decena de pruebas piloto de sus cajas inteligentes en colegios de EEUU y España; al mismo tiempo que completan su tercera ronda de financiación para seguir creciendo.