Conseguir un crecimiento económico compatible con los desafíos en materia medioambiental y de gestión de recursos naturales. Emma Fernández, consejera independiente en varias empresas cotizadas de España y Francia y miembro de la iniciativa #Somosmujerestech, conversa con el vicepresidente ejecutivo de Suez, Ángel Simón.
Emma Fernández: Esta primavera está siendo lluviosa, pero poca gente sabe que 2017 fue uno de los años con mayor sequía en España. ¿Tenemos la cultura del agua suficientemente interiorizada?
Ángel Simón: Es un tema crucial. A mí me gusta hablar de cambio global. Efectivamente, hemos tenido un invierno de los más lluviosos en algunas regiones, en contraposición a un año absolutamente seco. El cambio climático en el fondo es esto: lluvias y sequías mucho más extremas y frecuentes. Los ríos mediterráneos han disminuido ya su caudal un 20% de media. El cambio global, que incorpora otros factores añadidos, va a hacer que tengamos que gestionar los recursos hidráulicos de una manera distinta. Y no estamos haciendo lo suficiente.
E. F.: En Occidente estamos muy acostumbrados a que el agua llegue cada día a casa con facilidad.
Á. S.: Ese gesto sencillo de girar la llave del grifo y que salga agua 24 horas al día los siete días a la semana no está suficientemente valorado. En todo el planeta, 700 millones de personas no tienen acceso a agua potable y 2.200 millones carecen de saneamiento, de los cuales 900 no tienen váter. Detrás de todo esto hay conocimiento, innovación, personas y, sobre todo, también, gobernanza. Es todo un patrimonio acumulado que no podemos dilapidar.
E. F.: Cuando se habla de gobernanza, es fundamental la colaboración público-privada.
Á. S.: La resolución de los problemas mundiales en la gestión del agua, que vamos a tener todas las sociedades, sólo se logrará si hay gobernanza. Y dentro de ella, la participación público-privada. El objetivo 17 de desarrollo sostenible de la ONU para 2030 insta claramente todos los actores a cooperar. En algunos países hemos avanzado, en otros retrocedemos. Ahora en España estamos en un punto bajo, pero inevitablemente vamos a recuperarnos. Recientemente he vivido el ejemplo de Santiago de Chile: en 1999 su área metropolitana, con nueve millones de personas, tenía un tratamiento de las aguas residuales, o aguas servidas, del 3%. Gracias a esa gobernanza, se ha conseguido llegar al 100% de aguas tratadas.
E. F.: ¿Cuáles son los retos de esa colaboración?
Á. S.: Cada uno tiene que desempeñar su papel. Tenemos que pactar, y muy probablemente querremos llegar al objetivo de no consumir más recursos naturales. Debemos tender a la economía circular, y eso implica definir cómo haremos frente al cambio climático, cómo somos capaces de cambiar nuestra manera de consumir los recursos del planeta. Estos objetivos debe fijarlos el sector público en colaboración con el privado. Es lo que yo echo de menos. Obviamente para eso se necesita confianza mutua.
E. F.: ¿Por dónde empezamos con la economía circular? Nuestra sociedad ha sido capaz de desarrollar un bienestar evidente, pero a costa de reducir los recursos del planeta y de una economía lineal.
Á. S.: Las cosas hay que empezarlas por uno mismo. Debemos pensar cómo somos capaces de reutilizar, reciclar, reparar todo aquello que tenemos a nuestro alcance. Y luego tenemos que fijarnos objetivos comunes con el sector público. En Granada tenemos una estación depuradora en la que estamos reutilizando el 90% y somos autosuficientes en energía eléctrica. Estamos por la reutilización del 100% de toda el agua y residuos. Todo subproducto es materia prima para otro producto. Nuestra intención sería amplificar todo esto al 100% de todas nuestras explotaciones y, para ello, necesitamos la colaboración del sector público. No olvidemos las sequías. ¿Cómo paliarlas? Discutimos sobre trasvases y desaladoras, y tenemos que empezar por reutilizar el agua en circuito cerrado en un determinado entorno geográfico. Esto es la economía circular.
E. F.: Suez ha incorporado los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a su realidad empresarial. Y la Agenda Global 2030 pone unos retos aún mayores, en los que el agua es un elemento esencial.
Á. S.: Hemos diseñado un plan específico para España en el que hemos incorporado, de los 17 ODS, tres que nos parecen esenciales como núcleo fuerte: el 6, obviamente, que es disponer en calidad suficiente y de manera sostenible de agua para todos. En 2021, además, queremos reducir el consumo por habitante en un 20%. Conjuntamente está el objetivo 1, que es erradicar la pobreza, de modo que nunca vamos a dejar de suministrar agua a todo aquel que la necesite y no la pueda pagar. Y el tercero es el número 17, la colaboración público-privada. Luego tenemos otros objetivos en una segunda corona, como el cambio climático, para lo que nos hemos propuesto reducir hasta 2021 uno 90% de nuestra huella de carbono. Este es nuestro foco.
E. F.: Puede parecer que reducir el consumo por habitante un 20% va contra el plan de negocio.
Á. S.: La base para poder realizar todo esto es la economía circular. En una de nuestras plantas en Gavà-Viladecans estamos regenerando agua de manera que disminuimos el consumo en red del Ayuntamiento en un 50%. Me encantaría implementar sistemas cerrados de economía circular en un determinado territorio, pero mientras no lo podamos hacer hay que marcarse objetivos como los nuestros. Otro ámbito que estamos trabajando es el agrícola, el gran consumidor de agua. Erradicar la pobreza significa dar de comer a todo el mundo, y eso requiere aumentar la producción, y eso exige o disponer de más agua, o un uso más eficiente.
E. F.: ¿Dónde ve el sector del suministro de agua en 10 años, cuáles son las tecnologías y los cambios que van a dinamizar y transformar su cadena de valor?
Á. S.: Los cambios básicos los veo en dos ámbitos: primero, en todo aquello que signifique entrar en la economía circular. Este ya no va a ser un sector tradicional en el que se tratan las aguas residuales y luego se vuelven a verter al río y los residuos van a un vertedero. No. Nuestro sector va a ser claramente de economía circular. Y luego es un sector industrial, de talento, conocimiento e innovación, sometido transversalmente a lo que es la digitalización. El internet of things va a ocupar la manera de gestionar y el big data nos está dando una potencia hasta ahora desconocida. Si aprendimos a pasar del mantenimiento correctivo al preventivo, ahora vamos a saber exactamente cómo gestionar redes y renovar instalaciones gracias al big data. Y no comento lo que es obvio y funcionará de manera transversal en los servicios centrales, la gestión de recursos humanos y finanzas, todo esto es una utility que va a cambiar de manera radical la forma de hacer las cosas.
E. F.: Su empresa acaba de celebrar su 150 aniversario. ¿Cómo gestiona el cambio en el entorno digital?
Á. S.: Por eso hemos cumplido 150 años, porque nos hemos ido transformado día a día. No es que pueda, es que no hay otra alternativa. Lo único constante es el cambio. Lo vamos a tener que hacer, o no podremos celebrar nuestro 160 aniversario.
E. F.: En Europa hay 700.000 puestos no cubiertos por falta de personas con capacidades tecnológicas. Hábleme de la Escuela del Agua.
Á. S.: En nuestro sector hay suficientes personas con una buena formación de base. Pero necesitamos formación permanente, por eso nos hemos dotado de esa Escuela del Agua. A los que venimos de carreras técnicas nos gusta el concepto de escuela, porque es algo más amplio que la formación técnica en matemáticas y física. Es también filosófica y social. Esta es la clave para que conseguir la transformación. El ecosistema te permite tener a las personas.
E. F.: Los ODS le confieren a la mujer un papel relevante. ¿Se le da suficiente valor a la equidad en la empresa y la sociedad?
Á. S.: Todavía no. En Suez hemos creado la dirección de equidad, que no sólo es de género, sino que pretendemos que sea también en la discapacidad y en la edad. En cuanto a la situación de género, en algunos ámbitos hemos conseguido esa equidad, pero aún no lo hemos hecho completamente en la función directiva. Nos hemos fijado el objetivo en 2021 de lograr unas determinadas cuotas: el 40%. Y obviamente estamos en el cálculo de la brecha salarial.
E. F.: El año pasado editó un libro en el que Nicanor Parra desempeñaba un papel importante. ¿Queda espacio para el humanismo en el mundo de las infraestructuras?
Á. S.: Es inevitable. Las infraestructuras sin humanismo no sirven para nada. Son para las personas. No hay infraestructuras sin alma, no podemos hacer una estación depuradora de aguas residuales, lo que hoy llamamos biofactoría, sin saber que va a disminuir la mortalidad infantil y producir un cambio en el régimen de vida. Una de las cosas que personalmente más me ha satisfecho ha sido ver cómo las obras de saneamiento en Chile cambiaron la vida a todo un sector que se llamaba el Zanjón de la Aguada. Lo han transformado en un jardín. Nicanor fue a Oxford a estudiar Físicas y se pasó todo el curso leyendo a Shakespeare. Recuerdo conversaciones con él sobre el Teorema de Gödel, sobre las verdades indecibles, complejo, difícil de entender, pero con una filosofía detrás maravillosa. Infraestructuras, matemáticas, física, ciencia, están indisolublemente ligados a humanismo. Por eso, los que sólo estudian filosofía y economía no van a poder entender el mundo si no estudian también física y matemáticas. El mundo es de lo transversal.