Detrás de la fabricación de un vehículo de Seat se esconde toda una coreografía. El escenario es el taller de chapistería de la planta de Martorell. El espectáculo empieza a las cinco de la mañana, cuando 2.000 robots y 1.700 operarios comienzan a moverse al unísono para fabricar la carrocería de un coche cada poco más de un minuto.
Es el baile coreografiado de la Industria 4.0. Miles de brazos mecánicos articulados se entrelazan para manipular hasta 2.300 piezas diarias. La armonía y la sincronización es la clave para estos robots que tienen que soldar y atornillar piezas, aplicar adhesivos, ensamblar las puertas del coche o detectar desviaciones de hasta dos décimas de milímetro con precisos instrumentos de medición.
Entre estos particulares bailarines hay desde robots pequeños, que miden poco más de un metro, hasta los más grandes que llegan hasta los seis. Los hay naranjas, amarillos, con pinzas o sensores. Todos tiene en común que son ligeros y versátiles y pese a ellos son capaces de manipular pesos de hasta 700 kg sin que les tiemble el pulso.
La mayoría de los robots tienen seis ejes, lo que les permite ejecutar infinitas combinaciones en sus movimientos. Se trasladan verticalmente, horizontalmente por raíles y llegan a realizar piruetas de hasta 720º entre todos sus ejes. En el frenesí de esta danza, cada robot es capaz de efectuar hasta 16.000 puntos de soldadura cada día en las carrocerías de los futuros coches.
Esta coreografía solo es posible gracias al equipo que dirige esta particular ‘compañía’ de danza: 390 personas están pendientes de atender las necesidades de la planta y asegurar el óptimo funcionamiento de los robots. En la sala de control se monitoriza todo en directo.