La industria de la salud se halla inmersa en un cambio de modelo de negocio radical. Debido a la combinación de los avances científicos y la revolución digital, la clave ahora es obtener valor, más allá de los aspectos estrictamente cuantitativos. La consejera de Hill & Knowlton Eloisa Alonso conversa con la presidenta de Medtronic Iberia, María Vila, en la nueva entrega de los diálogos #SomosMujeresTech.
Eloisa Alonso.-¿Cómo se ve el entorno de la salud desde el enfoque tecnológico?
María Vila.-Somos una empresa de tecnología en el campo de la salud. Nuestra misión se resume en aliviar el dolor, restaurar la salud y prolongar la vida. Hacemos tecnología médica que permita conseguir alguno de esos tres resultados. Somos fuertes en el campo de la cardiología y la cirugía, pero también estamos con una presencia relevante en neurocirugía, columna vertebral, tratamiento del dolor crónico, el ictus, diabetes, diálisis, incontinencia, en definitiva en todas aquellas patologías donde vemos que podemos aportar valor diferencial mediante el uso de la tecnología.
E. A.-Estamos viendo que la esperanza de vida aumenta, el horizonte de vivir 120 años parece que está a la vuelta de la esquina. Pero querremos vivir con una mayor calidad de vida. Es una de las grandes preocupaciones para el futuro.
M. V.-No sé si 120 años, pero una persona que nazca hoy es muy probable que cumpla 100 años y más. La vida se alarga y es una gran noticia, pero no todo ese tiempo lo vivimos sanos. La gente enferma y ahora afortunadamente en muchos casos no fallece, pero vive con una patología crónica y va desarrollando nuevas enfermedades a lo largo de su vida. Antes, una persona enferma se quedaba recluida en su casa y no hacía nada, ahora la gente aspira poder hacer una vida normal. Para eso necesitamos tecnología. Es una gran oportunidad, y un gran reto, porque supone una presión para el sistema sanitario. Debemos colaborar para que pueda introducir tecnología de una manera eficiente y sostenible.
E. A.-Todo esto hace factible un futuro en el que la salud va hacia una realidad científica que nadie imaginaba, un poco casi de película. ¿Nos convertiremos un poco en cyborgs?
M. V.-¡Espero que no!
E. A.-Pero mucha gente lleva cosas implantadas. Dispositivos cardiacos, lentes intraoculares, prótesis… todo eso cada vez es más habitual.
M. V.- Hemos conseguido que la tecnología sea parte de nuestro día a día. Todos llevamos el móvil, wearables que miden nuestra actividad y nuestros datos de salud, y por supuesto tecnología implantable, como las bombas de insulina, que nos va a permitir recuperar la función de algunos órganos. No creo que esto nos convierta en cyborgs, estamos acercando la tecnología a la realidad. Un mundo de implantes que nos controlen el cerebro es para películas.
E. A.-Un comentario general es el miedo al robot. En el entorno hospitalario, es un complemento del médico. Aún no lo sustituye, pero la robótica está muy presente.
M. V.-No creo que sustituya nunca al médico. La robótica no es el futuro, es el presente, ha venido para quedarse, pero estamos hablando de herramientas que permiten que el profesional médico en el quirófano pueda hacer una cirugía mucho más precisa, menos invasiva, más segura para el paciente. Sigue siendo el cirujano el que hace uso de esta tecnología robótica.
E. A.-¿Y cómo se prepara a los clínicos? ¿Hasta dónde se forman, cómo se acompasan? La tecnología va a un ritmo imparable.
M. V.-La formación es continua. Y no sólo es formación en productos existentes, sino que a la hora de innovar muchas veces vamos de la mano de los profesionales. Lanzar productos al mercado que no vayan a resolver una necesidad que no esté resuelta hasta ahora y donde no tengamos a los profesionales involucrados, no tiene sentido. Debemos adaptar conjuntamente con ellos los procesos y acompañarles en la formación y la investigación.
E. A.-Detrás de la tecnología hay inversión y tiene que entrar la gerencia hospitalaria y las cadenas de compra. ¿Está apostando España por la tecnología en salud?
M. V.-En España, la innovación entra, todos nuestros productos acaban estando en la cartera de servicios de la Seguridad Social. Lo que sí es cierto es que no es inmediato. Tenemos países como Alemania donde la innovación siempre entra antes. Es importante la velocidad de introducción del producto, pero todavía lo es más modificar los procesos, que todo ciudadano sepa que puede beneficiarse de esa terapia, que llegue a todas las comunidades autónomas y se convierta en el standard of care. Que un paciente diabético sepa que puede beneficiarse de la bomba de infusión de insulina y el sensor de monitorización continua de glucosa. Son productos que ya están introducidos en el sistema, pero ¿todos los pacientes saben que esto existe y dónde tienen que acudir para beneficiarse de esta tecnología? Ahí la respuesta todavía es: «No».
E. A.-Como en todo, el usuario final cada vez está más informado. ¿Cómo afecta eso a la industria?
M. V.-La educación en salud debería darse en los colegios. El paciente está más informado porque accede a internet, pero todavía lo hace de una manera un poco caótica. Necesitamos informar mejor desde el principio al ciudadano sobre qué debe hacer para cuidarse. Debemos empoderarle y que sea el principal gestor de su salud. Y que cuando pierda la salud sepa qué puede exigir y dónde debe ir para que le traten de la mejor manera. Estamos todavía a años luz.
E. A.-Además, hay falta de equidad entre comunidades autónomas y planes de salud distintos.
M. V.-Así es. Contamos con 17 sistemas sanitarios distintos, y aunque es cierto que al final la cartera de soluciones es común, y todo el mundo puede acceder a las tecnologías existentes, no siempre las velocidades son las mismas, ni el grado de penetración en todas las comunidades. Es algo por lo que todos tenemos que luchar.
E. A.-La población envejece y eso requerirá un incremento del gasto sanitario. Necesitaremos más ayuda de la tecnología.
M. V.-En España tenemos un sistema sanitario muy bueno, pero la demanda de soluciones es imparable. Esto abre el debate de la sostenibilidad del sistema. Se habla mucho de las pensiones en la opinión pública y no tanto de este asunto. Se puede ser parte del problema o de la solución. Hay que ir a la sanidad basada en valor, toda innovación debe generar valor para el paciente en salud. Es decir, debe aportar resultados que le importen y hacerlo de una manera más eficiente, a ser posible disminuyendo los costes del sistema. Estamos día a día dentro de los servicios de salud y sabemos que obtienen buenos resultados, pero no siempre se miden y sabemos que hay grandes ineficiencias.
E. A.-Estás hablando de innovar también en la gestión.
M.V.-Empezamos a hacer monitorización remota, incorporando tecnologías digitales, de pacientes implantados con marcapasos o con dispositivos para la diabetes. Los pacientes están más controlados, detectamos antes cualquier episodio adverso y no necesitan ir a consultas innecesarias ni hacer desplazamientos. Al sistema sanitario lo liberamos de carga de trabajo y generamos ahorros. Por no hablar de que el paciente va a ingresar menos veces en el hospital. Mejores resultados y a menor coste.
E. A.-Esto de ser mujer y llegar a ser jefa de una compañía... Hay que empezar a no poder con todo.
M. V.-Las mujeres tenemos que empezar a saber decir no. He trabajado duro, eso es verdad. Soy economista y empecé en el mundo de la auditoría y la consultoría financiera. Luego se te presentan oportunidades, siempre tuve jefes, en su mayoría hombres, que tiraron de mí, me propusieron retos y dije que sí. Llevé la integración para Europa de la mayor adquisición que se hizo en el sector de la tecnología sanitaria, cuando Medtronic compró Covidien, tuve puestos de responsabilidad europea y desde hace un año estoy aquí. Cada cambio de puesto al principio da miedo, pero con esfuerzo y rodeándote de gente que te ayude se consigue.
E. A.-Se están moviendo iniciativas en materia de equiparación salarial de la mujer. Hay otros obstáculos a la promoción como la maternidad. ¿Cuál es tu visión?
M. V.-No he tenido barreras, he tenido las mismas dificultades que habría tenido de ser hombre. Sería injusto no reconocer que este problema existe y hay muchas mujeres que no pueden llegar por impedimentos de este tipo. La maternidad, efectivamente, lo pone todo un poco más difícil, y no podemos luchar sólo desde las empresas. Nos tienen que acompañar las políticas sociales. Las mujeres podemos intentar hacer malabarismos, pero estas cosas son complicadas. Tenemos que ir por involucrar a los hombres. Las políticas deben ser de igualdad.
E. A.-¿Cuál es tu consejo para las chicas jóvenes?
M. V.-Que sean conscientes de que son la generación de mujeres más preparada, que aprendan de todo, que hagan networking, las mujeres somos menos dadas a hacer una red profesional fuera de nuestro trabajo y se rodeen de gente que les vaya a apoyar, que sea gente positiva. Y que sepan decir no.
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