En EEUU se habla de auténtica epidemia: 11,6 millones de personas al año hacen un uso indebido de opiáceos o narcóticos – como la morfina, la codeína, o la tebaína–. Análisis de datos, detección activa –un proceso basado en datos para la identificación oportuna de patrones atípicos–, el modelado predictivo y la atención virtual, son algunas de las tecnologías que se están aplicando en la batalla contra los opiáceos.
Deloitte Insights destaca en un informe que un número creciente de planes se basan en el análisis de los datos, para cambiar el comportamiento de paciente y médico. “Los datos son una herramienta poderosa para abordar el uso indebido de opiáceos”, por lo que los planes de salud aprovechan estas nuevas técnicas para “identificar a los médicos con patrones de prescripción de opiáceos que pueden ir en contra de las pautas clínicas”, señala el informe.
En esta batalla contra la “epidemia” de los opiáceos, las tecnologías emergentes “desempeñan un papel cada vez más importante”. Se están creando herramientas compartidas para la toma de decisiones, con el fin de ayudar a los médicos a estudiar las opciones de tratamiento más efectivas para sus pacientes.
Por ello, una de las claves es trabajar para optimizar la recopilación de los datos y así mejorar el proceso de compartirlos para diseñar enfoques basados en las evidencias que resulten tras el análisis de los datos y así elaborar programas que mejoren la administración de los opiáceos, limiten la prescripción y gestione las autorizaciones previas.
Muchos de los programas y planes de salud que se están realizando se centran en “educar a los pacientes y a los médicos acerca de las pautas de prescripción”, con el objetivo de contener las tasas de consumos de estos narcóticos.
Sin embargo, la clave está en saber cuáles son las mejores estrategias para el éxito a largo plazo y esto no es sencillo. El debate está abierto.