En 2011, el hoy Papa emérito, Benedicto XVI, dijo en un inusitado discurso que el "gran pecado" del hombre es competir con Dios, "intentar ocupar su puesto" y actuar de manera presuntuosa por sí solo. Una alocución peculiar, máxime cuando estamos en el momento de la Historia en que el ser humano más se asemeja a las antiguas deidades.

"Hoy en día tenemos el poder de Dios, de crear y recrear vida, de aplicar las tecnologías a campos como la salud, la energía, el medio ambiente o las ciudades inteligentes", explica al respecto Rudy de Waele. Este gurú de la transformación digital ha asesorado a compañías como BMW, Google, Telefónica o el Banco Mundial y, ahora, dedica su vida a exponer su pensamiento sobre el futuro y retos digitales de nuestros días.

"Hay tanta explosión de datos... que ya no podemos ver la lógica en los datos"

Lo hace abrumado por la explosión tan ingente que hemos vivido en tan poco tiempo y que ha superado cualquier concepto preestablecido: "Hay tanta explosión de datos de nuestros teléfonos, de nuestros televisores, de todo lo que hacemos, de nuestros coches, de todo lo que hacemos en nuestros hogares... que no podemos ver ya los datos. Ya no podemos ver la lógica en los datos", explica en entrevista para INNOVADORES durante el reciente DCD España 2018.

"Por todo ello, necesitamos la inteligencia artificial, porque es la única forma de afrontar todo este desafío y el que se avecina con el internet de las cosas y los nuevos modelos de negocio digitales. Todo está pasando mucho más rápido de lo que se había profetizado". Y pone un ejemplo inapelable: se han vendido más asistentes de voz (como Echo o Google Home) que smartphones en sus dos primeros años de vida.

Pero, ¿cómo impacta esta generalidad en aplicaciones concretas? "Los asistentes domésticos podrán ayudar a personas enfermas o ancianos que necesitan ayuda. En China, ya se están instalando botones de emergencia para ancianos. En industrias pesadas y el segmento B2B, la automatización será la tendencia que más afectará a corto plazo, mientras que en una escala más amplia serán las conexiones fotónicas o la supercomputación las que marcarán el futuro a cinco y diez años vista", explica De Waele.

Con todo lo bueno... y lo malo que ello conlleva. "Pensemos también que habrá una gran reconversión de profesionales en muchos puestos que no tienen cabida en la era digital. Por ejemplo, solo en Estados Unidos hay cuatro millones de personas trabajando en contact centers que, en los próximos cinco años, van a ver peligrar su puesto de trabajo. Hay es donde entra en juego lo que hagamos como empresa, pero también como sociedad, para encarar esta profunda transformación", indica De Waele.

De Waele hila los distintos temas de la conversación con un cierto caos ordenado, con una laxitud mental que al mismo tiempo parece ensayada. Aprovecho la coyuntura para que concrete un poco más sobre cómo deben los gobiernos afrontar estos desafíos con capilaridad en el terreno laboral, social y productivo. "Necesitamos más colaboración en la economía, especialmente en Europa porque EEUU y China ya son grandes epicentros de datos. En el Viejo Continente tenemos un enfoque más amplio respecto a la era de la información porque tenemos una gran ética al respecto que puede ser un gran valor diferencial para nuestras empresas", afirma el gurú.

Valores humanos

Apelación directa al comportamiento de las grandes multinacionales norteamericanas, ejemplificado con el reciente escándalo de Cambridge Analytica y Facebook. "Vivimos en el Salvaje Oeste de la tecnología. Hay compañías que tienen tanto dinero que continúan con sus modelos donde la privacidad brilla por su ausencia y que, cuando salta un caso como éste, tan solo maquillan un poco la superficie pero el problema está en el tipo de negocio en que se basan, que es explotar la información personal de los usuarios", apela Rudy de Waele.

"Quizás vayamos a nuevos modelos de empresas digitales que ofrezcan dos tipos de explotación económica: una gratuita -como el actual- y otra basada en modelos de suscripción que nos aseguren la máxima privacidad". En cualquier caso, el experto repite y repite que el primer paso radica en impulsar los valores humanos que tanto han caracterizado a la civilización europea.

Empresas y sociedades, personas y países que deben repensarse en estas nuevas lides y, lo más importante, abandonando cualquier esperanza de prever lo que nos depara el mundo a largo plazo. Volvemos con la dispersa mente de De Waele a la gran velocidad a la que se mueven las compañías. "Mucho de lo que veíamos en Star Trek es ahora una realidad... y solo han pasado un par de décadas. Hemos hecho muchas cosas que solo podíamos soñar hace no tanto", añade el speaker. "Pero eso no significa que seamos más felices y la premisa básica de cualquier avance tecnológico es que nos ayude a vivir más felices, porque eso va a ser lo esencial conforme el trabajo deje de ser la prioridad absoluta en nuestras vidas gracias a los robots". Optimismo para un largo futuro a recorrer.

No sabemos vivir sin tecnología

"La mayoría de la gente se despierta sin saber lo que va a hacer con su día. Lo primero que hace es coger su dispositivo móvil y consultar las noticias o mensajes de su trabajo. Los smartphones se han convertido en toda nuestra puerta hacia el exterior", explica De Waele. "En estos casos, parece que nos alejamos de nuestro verdadero ser humano".