Aunque parezcan hechos de cartón, lo cierto es que los vasos para llevar de Starbucks y muchas otras cafeterías están compuestos en un 95% de papel y un 5% de polietileno, una combinación extraordinariamente compleja (y cara) de reciclar. Pero sólo así se puede garantizar que el líquido no debilite el material y que se mantenga la temperatura de la bebida durante algún tiempo.
Por supuesto, existen otras alternativas más verdes. O, mejor dicho, más marrones. Y es que, ¿por qué no usar los propios posos del café para construir tazas más limpias, con mejor retención térmica, duraderas y reutilizables?
Eso es justo en lo que trabaja Paula Meier con su proyecto Groundy, uno de los finalistas en la última convocatoria de Pascual StartUp, que toma esta premisa para investigar, diseñar y dar vida a recipientes más ecológicos, limpios y, además, que ofrezcan una nueva experiencia al consumidor.
"Tomar el café en la taza del café que más te guste" es la premisa casi poética de esta iniciativa, con escasos meses de vida, pero que en esencia emplea diferentes resinas junto al café para, a continuación, moldear la mezcla con silicona y obtener el diseño de la taza ideal.
"Cada vez se usan más los posos del café en distintos ámbitos. La popular cadena de cafeterías Costa en Reino Unido usa estos residuos como combustible de autobuses y también se emplea como abono", detalla Meier, quien trabaja en distintos diseños, formas y combinaciones de posos con otros materiales para conseguir una amplia variedad de acabados y opciones de personalización.
¿Los retos para su startup? Además de seguir profundizando en el planteamiento que ya está mostrando en diferentes competiciones de innovación, Groundy tiene por delante el para nada sencillo objetivo de rebajar el precio de estas tazas (10 euros de media) y asegurar su funcionamiento en microondas.
Material limpio
El café no es el único material con futuro en estas lides: serrín, frutos secos o arena también se están empleando para hacer estas tazas.