Colaboración público-privada, multidisciplinariedad, innovación y educación. Son palabras que se repiten cada vez más en los discursos de expertos, académicos y líderes de diversos ámbitos y disciplinas en conferencias, congresos y reuniones en el ámbito de la ciencia, la investigación y la innovación. El Grand Challenges Annual Meeting -celebrado este octubre en Berlín- no ha sido menos. La 14 edición de este congreso privado de la Fundación Bill y Melinda Gates ha reunido a prominentes investigadores de todo el mundo y a líderes políticos y de organizaciones sin ánimo de lucro para hablar de los grandes retos globales, de las soluciones en marcha y de cómo afrontar el porvenir.

Entre sesiones y mesas redondas, todo el mundo esperaba las charlas magistrales de los invitados más ilustres: Bill Gates, cofundador de Microsoft y copresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates; la canciller alemana Ángela Merkel; y Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Nadie -al menos entre los periodistas invitados- esperaba escuchar nada sorprendente más allá de las grandes palabras que cabe prever en un encuentro de este tipo. Un claro ejemplo de cuando, más que lo que se dice, importa quién lo dice. 

Al contrario que en otros eventos donde las reivindicaciones suelen venir de personas que no tienen capacidad de cambio ni de toma de decisiones, en este caso tomaban la palabra las personas al mando. La relevancia es significativa porque adquiere rango de compromiso: sus exigencias son para con ellos mismos y para con otros semejantes en poder e impacto. Y su mensaje al mundo ha sido claro: trabajando de forma aislada ningún país podrá atajar los problemas clave de nuestro siglo.

¿Qué problemas? Grand Challenges, además de un evento anual, es una iniciativa que trabaja en detectar los problemas más importantes y urgentes y, en función de ellos, lanza retos para buscar ideas que puedan resolverlos. Los retos se enmarcan en el ámbito de la salud global y la pobreza. "Estamos investigando cómo llevar la innovación de forma efectiva a cada rincón. Intervenciones que van a salvar literalmente cientos de miles de vidas", señaló Gates. El mensaje de la importancia clave de traducir la innovación en impacto para las personas que más lo necesitan fue recurrente en el evento, de hecho.

Gates también insistió en que "la innovación es más crítica que nunca" y en la necesidad de liderazgo gubernamental y científico para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030. El filántropo se muestra optimista al respecto. No tanto así Adhanom. "Al ritmo actual no vamos a cumplir con muchos de los objetivos fijados. Hemos hecho buenos progresos años atrás, pero si seguimos como hasta ahora, los resultados serán los mismos. Si queremos resultados diferentes, debemos actuar de forma diferente. Necesitamos innovación y disrupción con propósito", señaló el mandatario de la OMS. 

El empeño de Adhanom está puesto en garantizar la cobertura sanitaria universal. "Estoy convencido de que todos los países pueden lograrlo. Es una cuestión de compromiso", señaló. Él, sin embargo, no lo consiguió durante los siete años que ejerció como Ministro de Salud de Etiopía (de 2005 a 2012). Otras prioridades de la OMS incluyen las emergencias sanitarias, la salud de la mujer, el niño y el adolescente y los efectos del cambio climático en la salud (incluida la agricultura).

La salud global también está en la lista de los cuatro ámbitos prioritarios de Merkel. "La salud es una precondición esencial para la vida, la dignidad y el bienestar humanos. Una vida saludable no puede depender de dónde ha nacido o dónde vive un individuo. Estamos comprometidos con este objetivo no solo de forma financiera, sino poniéndolo en nuestra agenda y en la del G20", señaló en su intervención.

Las enfermedades olvidadas, la pobreza, las vacunas o la lucha contra las bacterias superresistentes centran su estrategia. Las infecciones bacterianas provocan la muerte de 700.000 personas cada año en todo el mundo, según las estimaciones de la OMS. Su creciente resistencia a los antibióticos es uno de los problemas de salud considerados más urgentes, y no es una cuestión de pobreza. Nadie está a salvo. 

Por este motivo, no es de extrañar que sea el gobierno alemán quien lidera el establecimiento de CARB-X, un Centro Mundial de Investigación y Desarrollo de fármacos contra la Resistencia Antimicrobiana (AMR), que tendrá su sede en Berlín. Detrás de este centro hay un consorcio formado por varios países europeos, EEUU, Japón y las fundaciones Bill y Melinda Gates y Wellcome Trust. Cuenta con un presupuesto de más de 500 millones de dólares.

Multidisciplinariedad

Merkel también acentuó la importancia de cooperación multilateral, que "se acentúa en cuestiones de salud». «Lo vemos en casos de epidemias como el ébola, crisis que no estamos preparados para afrontar", señaló. En esta misma línea, Adhanom señaló que, si bien el ébola en concreto no nos pillaría desprevenidos, lo que podría ser fatal es un potente virus de gripe. "Acordémonos de la gripe española, ahora que se cumple el 100 aniversario de la mortal pandemia", comentó el director general de la OMS al respecto de esta enfermedad que mató a más gente que las dos guerras mundiales juntas.

La salud global, los ODS y la innovación, y la interconexión entre ellas, están también en la agenda de prioridades de la primera ministra noruega, Erna Solberg. "Necesitamos acelerar el progreso porque no estamos listos para cumplir los objetivos de aquí a 2030", afirmó durante su charla en el encuentro. "Es una agenda ambiciosa, pero posible, no obstante, si se da el necesario progreso en cadena", añadió. 

Para Solberg es clave el acceso a las tecnologías modernas y medicinas. "La revolución digital está cambiando las cosas. Debemos invertir de forma sabia y también innovadora. Necesitamos nuevas herramientas", aseguró. También destacó como esencial una investigación traslacional, que pase del laboratorio a su aplicación práctica, que tenga un impacto en las personas, en quienes más lo necesitan. 

Traslacional, internacional, multidisciplinar y colaborativa es como los expertos reunidos en el Grand Challenges Meeting aseguran que debe ser la ciencia. "Las colaboraciones internacionales tienden a tener más impacto, lo que muestra que obviamente la colaboración es positiva para la investigación", comentó Karin Sipido, presidenta del Panel Científico de Salud de la Comisión Europea y directora de la unidad de Cardiología Experimental en la Universidad de Lovaina (Bélgica). "Cuando hablamos sobre el futuro de la investigación en salud necesitamos de una visión y estrategia a nivel europeo, sinergias entre iniciativas y programas existentes, continuidad para una visión a largo plazo y sostenibilidad de proyectos y resultados", añadió a modo de ‘carta a los Reyes Magos’.

"Creemos que la ciencia tiene que tomar más responsabilidad. El progreso científico sin estrategia ni productos no tiene sentido", destacó por su parte el presidente del Summit de Salud Global, Detlev Ganten, en una ponencia conjunta con el Grand Challenges Annual Meeting (ambos eventos coincidieron en tiempo y lugar en Berlín). Ganten incidió en la importancia de tener un espacio no solo en la agenda política, sino también en la de los medios de comunicación y como prioridad para los ciudadanos. "Necesitamos un lugar en la agenda mediática y el apoyo de la sociedad civil", concluyó en la clausura de evento.

Grandes palabras, ¿grandes líderes? El tiempo lo dirá. Si el compromiso es real, en 2030 tendremos un mundo más sano, más sostenible, menos pobre y más digno. Está en sus manos y en la de tantos otros líderes políticos y empresariales y filántropos. Está también en las de la comunidad científica, de los emprendedores y de quienes pueden, desde los medios de comunicació, hacer constar los retos y necesidades que enfrentamos y reivindicar que se invierta en ello, que haya innovación no solo para crear nuevos productos, sino para que los que ya existen llegue a quienes más lo necesitan. Y está también en manos de cada cual. Es nuestro poder como votantes -en términos políticos- y nuestro deber exigirlo.

Cifras para la esperanza 

El informe ‘Goalkeepers’ de 2018 de la Fundación Bill y Melinda Gates ofrece cifras para el optimismo. Desde el 2000, los avances en medicina han salvado 50 millones de vidas y más de 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema. Desde el 2010, las nuevas infecciones y las muertes por el VIH han disminuido en un 49% y un 45%, respectivamente. Gracias a tecnologías digitales, 1.200 millones de personas tienen cuentas bancarias por primera vez en la historia. En India se ha pasado de un 20% de niños de 6 a 14 años desescolarizados a un 97% de escolarización en 20 años.