La artrosis es una enfermedad extremadamente compleja. Ataca a las articulaciones y va deteriorando el cartílago articular hasta que los huesos se desgastan. El problema es que todos los tratamientos existentes son sintomáticos. El dolor se reduce, pero la patología sigue ahí. Ahora, la joven empresa catalana QRem ha ideado un ‘laboratorio en una caja’ (lab in a box), protegido por tres patentes, que genera un "chute" de proteínas para el cartílago en 30 minutos... solo apretando un botón.
La startup surge de la iniciativa de Josep M. Escuer (CEO) y Nuria Noguera (CTO). Habían desarrollado una nueva línea sanitaria en la multinacional de ingeniería donde trabajaban y empezaban a lanzan productos al mercado, pero llegó un momento en el que la compañía decidió no comercializar. "Vimos la oportunidad de salir", recuerda Escuer a INNOVADORES. Firmaron un acuerdo de licencia (con derechos en exclusiva), fundaron QRem (en julio de 2016), finalizaron el desarrollo de la tecnología (que estaba al 80%) y obtuvieron todas las certificaciones (de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y el marcado CE). Todo ello, en tiempo récord.
La tecnología de QRem, que ya ha empezado a comercializar para la sanidad privada, está enfocada en tratar la artrosis, una patología que afecta a siete millones de personas en España. "Es una enfermedad progresiva que hoy no cuenta con un tratamiento eficaz", comenta Noguera. Puede degenerar hasta tener que poner prótesis, que "tampoco es una solución ideal". Esto sucede con la rodilla, pero si afecta a otras articulaciones, como las manos, ni siquiera la prótesis es una opción.
"Como no es una enfermedad mortal, parece que no es tan grave", indica la CTO. Pero la calidad de vida del paciente cae en picado: dolor, limitaciones de movilidad, ansiedad, depresión... Y cada vez afecta a más grupos poblacionales, no sólo personas mayores, también deportistas o mujeres en edad posmenopáusicas. "Es un mercado muy grande". Y, sin embargo, las opciones son extremadamente limitadas.
Además de los tratamientos paliativos, en sanidad privada son comunes las infiltraciones de ácido hialurónico. "No deja de ser un fármaco y también presenta un efecto sintomático, solo actúa contra el dolor", explica. La única opción viable es la terapia celular, enmarcada en la medicina regenerativa, pero que resulta larga y costosa. Y aquí es donde encaja QRem: "Nuestra tecnología permite que estos tratamientos sean escalables y asequibles para el mayor número de personas".
El primer paso en este camino hacia la terapia celular es Q-Cytokine, una máquina de sobremesa que trabaja con citoquinas. "Son las proteínas que liberan las células sanguíneas cuando nos hacemos una herida y que inician la cascada de curación", dice. Precisamente, en un proceso de artrosis se produce un desequilibrio porque hay más proteínas destructoras de cartílago que regeneradoras. "Por eso el cartílago se destruye", puntualiza. El equipo de QRem permite generar esas citoquinas en la propia consulta del médico en cuestión de media hora.
El doctor solo tiene que sacarle al paciente una muestra de sangre (de unos 40 mililitros) y ponerla en el equipo. Le da a un botón y en 30 minutos, voilà. "La máquina ‘engaña’ a las células de la sangre para que se piensen que hay una herida y liberen esas proteínas". Después, el facultativo recoge el suero rico en citoquinas y las infiltra en la articulación. "Es como un chute de proteínas para que el entorno del cartílago sea amigable". En sus estudios iniciales, la empresa ha demostrado que los efectos del tratamiento perduran más allá de tres años. "No es sintomático".
En realidad, la máquina lo que hace es estresar las células a través de presión mecánica. La idea original es del bioingeniero Francisco Vidal, colaborador de QRem, que hace tratamientos regenerativos con esta técnica, aunque manualmente. El reto de la tecnología, por tanto, era automatizar el proceso y simplificarlo hasta el punto de funcionar únicamente apretando dos botones. Además de conseguir un sistema cerrado y estéril sin ningún tipo de manipulación externa. "Es lo que llamamos lab in a box".
Al trabajar con citoquinas, la tecnología actúa en una fase no demasiado evolucionada de la enfermedad. De las cuatro fases de la artrosis, esta máquina funciona en los tres primeros grados. "No es una terapia regeneradora, sino reparadora", afirma Noguera. El próximo paso de la startup es adaptar la tecnología para obtener células de la sangre, en lugar de proteínas, y poder cubrir el cuarto estadio de la patología. "El gran desafío es que la terapia celular sustituya a la prótesis", concluye.
Más que el plasma rico en plaquetas
Puede parecer que la máquina de QRem produce plasma rico en plaquetas; pero en realidad, hay una diferencia muy importante. "El objetivo es parecido, pero nosotros vamos un punto más allá", destaca la CTO, Nuria Noguera. Y es el plasma se basa en plaquetas, pero el sistema de la startup directamente trabaja con las proteínas que las plaquetas liberan, que son las que en realidad actúan sobre la enfermedad. "Las plaquetas son un mediador que se supone que liberará un compuesto; pero nosotros aseguramos su presencia en el suero", comenta.