El sector de las vacunas ha crecido en los últimos 20 años al doble de ritmo que el resto de la industria farmacéutica, a tasas del 12-15% anual, pero un informe de McKinsey, titulado Refueling the innovation engine in vaccines, advierte de signos de ralentización de la innovación en los últimos cinco años.
Este análisis detecta cuatro signos para explicar la desaceleración de los últimos cinco años: el crecimiento de los beneficios ha bajado a menos del 5%; el porcentaje de vacunas nuevas que era del 50% en 2011 fue de apenas el 15% en 2017, el más bajo en 20 años.
Además, se está avanzando menos en los estudios clínicos. De hecho, se han registrado mayores tasas de deserción en los programas de desarrollo de vacunas. Y esto a pesar de que siguen “insatisfechas” la creación de determinados tipos de vacunas, sobre todo las relacionadas con enfermedades endémicas como el VIH, el neumococo, la tuberculosis o la malaria.
Ante estos datos, para “revitalizar” la innovación en el sector de las vacunas, los investigadores de este estudio apuntan la necesidad de resolver tres problemas: el aumento de los requisitos para invertir en I+D en etapas avanzadas de su fabricación; la complejidad técnica, junto con la regulatoria, así como la incertidumbre comercial. Si se resuelven estos desafíos se podrían crear oportunidades para que nuevos agentes apuesten por la innovación en las vacunas.
Entre las últimas innovaciones importantes se podrían destacar las vacunas contra el neumococo, el rotavirus y el virus del papiloma humano, que son fruto de una “menor importancia en la inmunización”. Asimismo, en estos casos, las vacunas tenían un alto potencial comercial, junto con una mayor viabilidad técnica relativa, explican desde McKinsey.
En definitiva, ¿cómo podría reactivarse la innovación? Facilitando la transparencia, colaboración y el intercambio de datos, así como creando incentivos para facilitar la financiación. “Los fabricantes podrían buscar un compromiso en las fases tempranas del proceso con las agencias de regulación para el desarrollo de nuevas vacunas con información oportuna. Esto podría reducir la incertidumbre comercial” que ahora supone una barrera.