Las 'fake news' o noticias falsas son un fenómeno, cada vez, más afamado. Estas informaciones falsas que suelen partir de intereses particulares tiene en las redes sociales su razón de ser y caldo de cultivo. En la mayoría de ocasiones, empiezan con la difusión de informaciones a través de fuentes falsas o anónimas que, tras alcanzar un eco social, terminan llegando a los medios en un claro error periódistico. El origen de este fenómeno es lo que el instituto de investigación Data & Society cataloga como hackeo de fuentes, un fenómeno que ha decidido analizar en su último informe: 'Source hacking: media manipulation in practice'.
Los autores del estudio asrguran que los objetivos de las campañas de manipulación pueden variar ampliamente, pero todas ellas dependen de plataformas de comunicación social para responder en tiempo real a la creación de "espectáculos mediáticos" o, a veces, para anticiparse o incluso generar tales espectáculos.
Así, el estudio define la piratería de fuentes como el conjunto de técnicas para ocultar las fuentes de información problemática a fin de permitir su circulación en los principales medios de comunicación. "Es, por lo tanto, un método indirecto para atacar a los periodistas, es decir, plantar información falsa en lugares en los que es probable que los periodistas se encuentren con ella, o bien donde será asumido por otros intermediarios", aseguran los autores.
A través de ocho estudios de caso, se identifican las técnicas subyacentes de piratería para proporcionar a periodistas, organizaciones de noticias, compañías de plataformas y otros, una serie de herramientas para describir estas tácticas, de modo que términos tales como "trolls" o "tendencia" no determinen los entornos informativos.
Las técnicas específicas que se detallan son cuatro. La primera se basa en el desarrollo de eslóganes virales, que identifican temas de conversación reaccionarios para los medios sociales y la ampliación de la prensa. La segunda es una falsificación de filtraciones, de tal forma que se genere un espectáculo mediático a partir de documentos falsificados. "Los reporteros y los responsables de plataformas sociales deben comprobar el la procedencia de los materiales filtrados y verificar la fuentes así como el objetivo. Si no hay atribución y el engaño involucra a múltiples actores institucionales, hay que buscar numerosas confirmaciones de fuentes no relacionadas", insisten.
La tercera es lo que los investigadores bautizan como 'collage de pruebas', que es lo que se produce cuando se recopilan múltiples fuentes en una sola. Y finalmente, la ocupación y dominación estratégica de palabras clave y el uso de cuentas falsas o que funcionan como títeres para conseguir esa tergiversación del contenido.
"Estas cuatro tácticas de hackeo informativo funcionan porque la comunicación en red es vulnerable a muchos tipos de ataques y encontrar pruebas de coordinación no es fácil", señalan los autores del informe.
Para luchar contra esto, Data & Science recomienda apostar por la abundancia de fuentes y pruebas que corroboren la información cuando se escribe sobre acciones de cuentas en los medios sociales y, siempre que sea posible, verificar la identidad de los titulares de la cuenta. Asimismo, piden más recursos en seguridad de la información, como la creación de un rol dedicado a investigar cadenas de mensajes y pruebas a partir de metadatos y registros históricos. Asimismo, solicitan a las plataformas donde se alojan estos mensajes que se identifiquen para que sean visibles las camapañas de manipulación una vez detectadas y que se permita el acceso a los metadatos asociados a esas cuentas.
"Se espera que los manipuladores utilicen a pequeñas empresas de noticias y a personas influyentes en los medios de comunicación social para replicar sistemáticamente eslóganes virales, de tal forma que este contenido pase de los mensajes anónimos a los puntos de discusión públicos, como oportunidades para enmarcar los nuevos contenidos de los medios de comunicación. El estudio analiza en concreto ocho campañas difundidas en Estados Unidos en las redes sociales.
Una de ellas a través de las etiqueta #IOTBW (It's OK to be withe, no pasa nada por ser blanco) que eran, en esencia, operaciones anónimas con figuras públicas que deliberadamente o por ignorancia ocultaban los orígenes de la información que compartían y que, en realidad, escondía una campaña de supremaciscmo blanco. Si esos mensajes hubiesen sido lanzados directamente por esos supremacistas en la red, no hubiesen tenido el mismo calado y personajes públicos relevantes no se hubiesen adherido a la causa, pero al difuminar el origen de la campaña el mensaje se tergiversa y más personas se adhieren. "Una vez que estas consignas han sido ampliamente difundidas y adoptadas, esa dilución en el ecosistema general de los medios sociales enmascara su intención original y manipuladora", asegura el informe.