Los coches autónomos deben tener ojo de halcón. Un vehículo sin conductor que se mueve a 80 km/h tiene que ser capaz de detectar un objeto de 10 centímetros de altura a una distancia de 100 metros. Si no, no podrá esquivarlo y chocará. La mala noticia es que las cámaras convencionales quedan descartadas para este trabajo. La buena, que existen otras tecnologías con las que se pueden combinar, como el radar o el lidar.
Las cámaras lidar pueden capturar imágenes en 3D de su entorno enviando un pulso láser hasta el objeto. Según el tiempo que tarde en volver, se calcula la distancia. Y con esta información se obtiene un mapa del terreno en tres dimensiones. Magnífico. El problema llega cuando tiene que aplicarse a un coche autónomo y las vidas humanas entran en juego.
Mientras la maquinaria global de I+D anda buscando una solución, la joven empresa catalana Beamagine ha resuelto tres de los grandes inconvenientes de estos sistemas en un único producto. Su cámara lidar L3CAM gana resolución (duplica a la competencia), puede superponer las imágenes 3D con las de cámaras convencionales en tiempo real y evita las partes móviles. Una familia de 10 patentes protege a esta tecnología, que la compañía ya ha licenciado a un gran fabricante europeo de automoción para su aplicación en el vehículo sin conductor.
"Existe una carrera bestial por conseguir un sensor lidar que permita ver a lo lejos", explica Santiago Royo, cofundador de Beamagine junto a Jordi Riu. "Hace falta muchísima resolución". Ese fue el estímulo que necesitaban para crear su propia empresa. Ambos eran investigadores en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y tenían una ‘joya’ entre manos. Allí habían ideado una cámara muy superior a las especificaciones del mercado. Crearon una spin off (la universidad está implicada) y se lanzaron a la aventura.
La diferencia entre su L3CAM y el resto radica en su ‘materia prima’. "Usamos un componente que a nadie más se le había ocurrido aplicarlo para esta función", dice Royo. Las cámaras lidar utilizan microespejos para hacer los barridos. Ellos, aprovechan un componente común en proyectores de vídeo y lo unen con cámaras tradicionales. "Esto nos da mucha resolución y nos permite combinar muy bien imágenes de 3D con 2D en tiempo real y sin procesado".
Además, sin molestas partes móviles. Su cámara consiste en una única pieza fija, evitando el uso de motores giratorios. Colocar encima de un coche un sistema que requiere tan nivel de precisión acaba provocando problemas, ya que es habitual que se estropee o descalibre. Su dispositivo, al eliminar estas partes, gana robustez y estabilidad.
Más allá de automoción
Esta serie de características únicas ya ha llamado la atención de un fabricante de automoción europeo (que no pueden revelar por cuestiones de confidencialidad). Beamagine ha licenciado dos de sus patentes a este proveedor. Juntos están diseñando las futuras aplicaciones de su cámara en el coche autónomo. "Nos ha ayudado mucho salir al mercado ya con un cliente", apunta Royo. No es el único. El dispositivo L3CAM también se encuentra embarcado en un modelo de automóvil de un fabricante final.
Más allá de la automoción, la spin off de la Universidad Politécnica de Cataluña está investigando y desarrollando nuevas aplicaciones de su tecnología para otros sectores como pueden ser el marítimo, el ferroviario o el espacial. "El principio es el mismo, todos necesitan visión en 3D y mucha resolución", concluye el cofundador.
Un sistema genérico
El cofundador de Beamagine Santiago Royo explica que su modelo de negocio no solo se basa en el B2B. La joven empresa ya está trabajando en la industrialización de una cámara génerica, que esperan sacar a la venta en junio de 2020.