El alemán John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino son los ganadores del Nobel de Química 2019 por el desarrollo de las baterías de iones de litio, anunció hoy la Real Academia de las Ciencias Sueca.
"Las baterías de litio han revolucionado nuestras vidas y se usan desde los teléfonos móviles a los ordenadores portátiles y los vehículos eléctricos", destacó la Academia al dar a conocer su decisión. Y es que, "el trabajo de los tres científicos sentó las bases para una sociedad inalámbrica y libre de combustibles fósiles", prosigue la institución.
La historia es la que sigue: a comienzos de la década de los setenta, Whittingan empleó el enorme impulso del litio para liberar su electrón más exterior, lo que llevó al desarrolló de la primera batería de litio funcional. Por su parte, la contribución de Goodenough fue doblar el potencial de esta batería de litio, creando las condiciones adecuadas para que fuera mucho más potente y útil.
Finalmente, Yoshino logró eliminar el litio puro de la batería para usar iones de litio, que son más seguros que el litio puro, lo que hizo que la batería funcionara en la práctica. En INNOVADORES pudimos hablar con él, en este reportaje publicado el pasado mes de junio, en el que nos explicaba los comienzos de su investigación. No en vano, este científico lleva 40 años dedicado a las baterías eléctricas, desde que "en los 80, los dispositivos móviles se pusieron de moda. Las pilas eran pesadas y limitadas a 1,5 voltios".
En 1983 presentó la primera solicitud de patente para una batería recargable de ion-litio, que cambió radicalmente las posibilidades. Es una pieza esencial de los smartphones actuales. "Las baterías recargables han cambiado el mundo, alimentan a nuestra sociedad moderna y me siento muy honrado de verlas en la palma de la mano de todos", afirma, muy orgulloso de la política de licencias de patentes de su compañía, Asahi Kasei, para que puedan ser "fabricadas por todo el mundo".
"La investigación [en los 80] para conseguir una batería recargable era muy activa", rememoraba Yoshino en conversación con el periodista de INNOVADORES Julio Miravalls. "Por desgracia, era muy difícil llevarla a la producción. El gran problema eran los materiales para el ánodo. En otros programas trabajaban con una capa metálica, pero era muy reactiva, en términos químicos, así que no cumplía nuestros requerimientos".
"Para nosotros era fundamental un nuevo material", prosiguió. "El primero que probamos era un poliacetileno conductivo, luego cambiamos al carbono". Yoshino combinó el ánodo de carbono, con estructura cristalizada, con un cátodo de óxido de litio-cobalto, un electrolito orgánico y una membrana de separación de polietileno sensible al calor que, en caso de sobrecalentamiento se funde, paraliza el flujo de corriente y evita que la pila se incendie. Así diseñó la primera batería de ion-litió, sin reacciones químicas (lo que permite múltiples recargas), y luego añadió mejoras como el incremento del voltaje.
"Tras cada investigación me gusta preguntarme, ¿qué es lo que el mundo necesita realmente?", declaraba el inventor, que ahora se enfrenta al desafío de la batería del coche eléctrico. "Los dos grandes asuntos son, ahora mismo, el coste económico y las distancias que un coche puede recorrer con una carga. La solución no llegará simplemente de la industria de baterías, sino con la mezcla de otras tecnologías como la inteligencia artificial, internet de las cosas... Cuando se combinen adecuadamente ofrecerán la solución natural", sentenció Yoshino. "Esperamos cambiar el mundo otra vez".
Goodenough, nacido en Jena (este de Alemania) en 1951 ejerce en la Universidad de Austin en Texas; su colega Whittingham nació en 1941 en Nottingham, Inglaterra y ha ejercido en las universidades de Oxford y Stanford, mientras que Yoshino nació en 1948 en Osaka, a cuya universidad sigue adscrito