La voluntad de ir más allá del reparto y dar el salto a la producción tiene precisamente en el transporte uno de los aspectos más curiosos de la compañía de origen alemán. En DHL se fabrican sus propios vehículos de reparto. Necesitaban reducir el impacto de su huella de carbono y una de las opciones que les pareció más natural hace cinco años fue sustituir la flota de vehículos de combustible fósil. Si se pasaban a los eléctricos, conseguirían reducirlo sustancialmente.
Con ese propósito bajo el brazo se dirigieron a los principales fabricantes de vehículos en Alemania. En el motor de Europa la idea de producir en eléctrico no cuajó. Pese al tamaño de DHL les respondieron que no "porque éramos un nicho". Aquella negativa no les frenó, "así que pensamos en hacerlo nosotros mismos".
Si había empresas que ya jugaban con la idea de fabricar sus propios escúter, ellos podrían poner un poco más de ambición. Sabían lo que querían para empezar: vehículos modulares que pudieran asumir el reparto de la última milla. Y esta les interesaba porque en ella es donde se emiten más gases de efecto invernadero debido al mayor consumo de los motores por el tráfico.
Su primera versión partía de la idea de un pequeño trailer. Es decir, motor y cabina ajustados para cambiar los contenedores según la necesidad. Llegaron a estudiar cuáles eran las partes que más accidentes tenían y vieron que eran los frontales inferiores. Por eso decidieron dividirlos en tres partes. De esta forma el recambio es más rápido y sencillo.
Sus vehículos están diseñados para durar 16 años con dos recambios de batería. Ahora disponen de tres tamaños diferentes e incluso se atreven con camiones. Aunque ya fabrican para terceros, con la idea de lanzarse a China y EEUU, están asociados con Ford.