En el colegio, a todos nos explicaron que la fotosíntesis es el proceso por el que las plantas capturan el dióxido de carbono, lo combinan con agua y minerales para dotarse de nutrientes y, finalmente, expulsan oxígeno a la atmósfera. Todo ello con mediación de nuestra amiga, la clorofila. Pero, ¿y si en este camino pudiera también obtenerse energía eléctrica?

Algo así pensó Pablo Vidarte, fundador de Bioo, mientras estudiaba ingeniería en Barcelona. Su interés desembocó en un trabajo para tratar las hojas de las plantas como paneles solares. Y el resultado es una startup que ha sido reconocida por la Unión Europea (que la financió con 2,5 millones de euros) o el ICEX, entre otros muchos entes. 

"El objetivo era aprovechar el proceso natural creado tras la fotosíntesis sin dañarlas", explica Vidarte, quien ha ampliado las miras de las hojas de la planta a toda la naturaleza en su conjunto. "Nuestra tecnología se basa en los principios de las celdas de combustible microbiano. Diseñamos un sistema que nos permite generar una corriente eléctrica con los electrones que son liberados por cualquier microorganismo cuando ellos metabolizan o rompen las moléculas que componen la materia orgánica".

Desde su lanzamiento en 2019, han logrado que sus dispositivos de captura de energía natural estén presentes en varias cadenas de ropa y marcas de automóviles; así como de llegar al ámbito educativo en centros de Madrid y Cataluña. Y su última apuesta pasa por convertir estas plantas en elementos con vida propia. "Después de haber lanzado nuestra línea de instalaciones el año pasado convirtiendo las plantas en interruptores biológicos, ahora estamos usando esa tecnología para activar mensajes de voz. Es decir, cuando las plantas sean acariciadas se activa un audio", detalla Pablo.