Se imagina una vivienda sin desagües pero en la que fuera posible convertir las aguas residuales en energía? No hablamos de magia. Hablamos de innovación, de una de las múltiples posibilidades que la biotecnología ofrece a la cada vez más necesaria economía circular.
Un proyecto financiado por la UE, llamado LIAR ha conseguido ya desarrollar el primer sistema de “ladrillos vivos” del mundo. Piezas de arcilla que alojan en su interior colonias de microbios muy seleccionados capaces de convertir nuestros desechos en energía, biomasa o incluso agua de riego.
Preocupados por la sostenibilidad, un equipo de arquitectos e ingenieros europeos, liderados por Rachel Amstrong, profesora de arquitectura experimental de la Universidad de Newcastle, han estudiado y probado durante tres años cuál era la mejor manera de procesar nuestros desechos de la manera más natural. O, como dicen en su trabajo, cómo crear la base de “una relación más constructiva con la naturaleza para cambiar nuestra forma actual de vivir en edificios pasivos e inertes”.
Los científicos de LIAR han creado así una serie de “ladrillos vivos” que contienen biorreactores (colonias de microbios) que procesan desechos líquidos. El sistema permite que los microbios que viven en las cámaras que componen los ladrillos se “alimenten” de los residuos del inodoro o la lavadora. Nuestros desechos son su alimento y a cambio nos devuelven agua limpia (aunque no potable) fosfatos, biomasa o electricidad
Emulando el proceso del ciclo de la vida, estos “bioladrillos” -donde viven microorganismos seleccionados especialmente para conseguir estas reacciones- producen suficiente electricidad como para cargar un dispositivo pequeño como la bateria de un teléfono móvil. O recuperan el fosfato del detergente de la lavadora para emplearlo como fertilizante para las plantas. Incluso generan lo que se conoce como “agua pulida”, una forma más limpia de agua que necesita ser filtrada nuevamente antes de que sea potable.
"Nuestro sistema devuelve la naturaleza a los edificios. Es un poco como la sensación revitalizante que tenemos después de un paseo por el bosque. Con nuestra tecnología se puede devolver la vida a los edificios donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, al tiempo que nos devuelve valor y aumenta la sostenibilidad '', señala Armstrong.
Por el momento estas tecnologías vivas prototipo de LIAR ocupan demasiado espacio para poder albergar las cámaras microbianas necesarias para la “limpieza”. Pero el equipo está decidido a conseguir integrar esos ladrillos dentro de las viviendas para que, al mismo tiempo que sirven de aislante, llegar a sustituir las tuberías de desagüe.
Con el prototipo ya probado, el objetivo final de esta arquitecta de la “construcción viva” es conseguir un sistema de depuración comunitario. Quiere ahora desarrollar un "jardín de aguas residuales” que pueda procesar los desechos de comunidades de vecinos para generar energía, por ejemplo para un bloque de apartamentos. Aprovecharía el valor de los desechos a mayor escala, sería capaz de producir más electricidad y generaría suficiente biomasa para ser utilizada como biocombustible.
"Nuestro objetivo es reducir y eliminar nuestra dependencia de los sistemas basados en combustibles fósiles en los edificios, responsable del 40% de nuestras emisiones totales de carbono", dice Amstrong.