“No podemos abrir por la página 1 cuando hemos tenido a los niños durante 100 días encerrados en casa”, señala Ainara Zubillaga, ante el descomunal reto que esta semana afrontan en España los escolares, maestros y alumnos, con el regreso a los colegios tras un largo parón, desde marzo, y un forzado experimento de educación online que ha deshilachado las costuras del sistema.

“El nombre de ‘la escuela lo primero’, es su reivindicación como institución”, subraya Zubillaga. “Se ha puesto de manifiesto en el cierre de escuelas de estos meses como un espacio donde no solamente se da una formación académica, sino que es un espacio de igualdad de oportunidades. El confinamiento ha servido para desnudar de manera clarísima todas las brechas educativas y sociales que teníamos y que estaban en las aulas, pero que quizás no eran tan visibles para todo el mundo. Se ha visto que cuando se elimina de la ecuación el elemento de la escuela toda esa desigualdad se pone encima de la mesa de una manera muy preocupante”.

Ainara Zubillaga y Alfredo Hernando hablan en nombre del proyecto de la Fundación Cotec para la Innovación ‘laescuelaloprimero.es’, que dicho en voz alta suena a una frase pronunciada por el maestro Yoda de la imaginaria guerra de las galaxias, pero es en realidad un trabajo para intentar aterrizar en la más cruda realidad los problemas, y posibles soluciones, que desde hoy pueden hallar docentes y discentes en el precario equilibrio de incertidumbres en este retorno a las aulas.

Durante la primera quincena del mes de julio, Cotec convocó a medio centenar de docentes. “Estuvimos durante dos semanas todas las tardes, trabajando en equipos de manera digital, donde cada uno de los 10 equipos trabajaba un reto: cómo pasar metodologías más activas al entorno virtual; cómo generar una agenda para trabajar de manera más coordinada familias y educadores; como buscar alianzas nuevas que ayuden a la escuela en esta crisis; cómo utilizar el espacio de la escuela de otras maneras…”, explica Hernando.

El resultado son diez retos, analizados y con propuestas de soluciones, “un kit de herramientas” para personalizar en cada escuela los remedios. “Veíamos que los retos dibujaban un momento, una perspectiva holística de la escuela como institución, y a partir de ahí en equipos de trabajo compuestos de cinco docentes, acompañados por un equipo de diez mentores de la comunidad educativa, de otros ámbitos de la administración pública, expertos y también docentes que trabajan en formación de docentes, fuimos trabajando todo un proceso de facilitación, en un proceso de creación de primeros protocolos, primeros prototipos”. Todos los desarrollos realizados se encontran en la página web declamada por el maestro Yoda, articulados sobre estos diez epígrafes:

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  • 1. Cómo trabajar en comunidad en tiempos de crisis.
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  • 2. Cómo mapear recursos y establecer alianzas para nuestra comunidad educativa
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  • 3. Qué saben y necesitan los niños para aprender por si mismos.
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  • 4. Cómo organizar tiempos y espacios de manera flexible.
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  • 5. Cómo desarrollar la colaboración en equipos que trabajan en remoto.
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  • 6. Cómo transferir las metodologías activas al entorno virtual.
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  • 7. Cómo atender las necesidades educativas especiales en la escuela post covid.
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  • 8. Cómo cuidar la convivencia de la comunidad educativa en la escuela post covid.
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  • 9. Cómo incorporar la participación de las familias en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
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  • 10. Cuál es la estructura básica del plan de acogida en la nueva presencialidad.
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 Hernando añade algunos detalles: “Estas diez propuestas son muy variadas. Hay un juego de mesa, para cualquier centro educativo que se acerque ahora al reto de buscar alianzas, pueda descargarse el reto, los entregables del juego, las fichas… y trabajar en su propia comunidad para buscar nuevas alianzas. Hay una propuesta de agenda virtual, para trabajar más unidos entre familia y docentes. Hay una biblioteca de buenas prácticas educativas, de metodologías activas, para que un centro que, queramos o no, puede que tenga que volver a cerrar sus puertas y, si hubiera modelos semipresenciales, que pueda construir también su propia biblioteca… Es decir, todo lo que hemos trabajado se basa en ese enfoque de los docentes, construyendo soluciones concretas para que otros profesores puedan utilizarlos de una manera muy autónoma. Las propias escuelas que se acerquen ahora, pueden recurrir a esos prototipos y a esos protocolos y los pueden poner en funcionamiento”.

“Lo que hemos hecho ha sido compartirlo, dejarlo bien preparado para compartir”, añade, “y que cualquier otro docente, cualquier otro centro educativo, otras familias que van a tomar decisiones muy difíciles en este comienzo de curso, puedan tener aquí una herramienta de apoyo que tiene una parte de políticas públicas y de investigación muy interesante, pero también una parte de apoyo en la concreción del día a día, con pautas muy concretas”.

La cuestión es si, a fin de cuentas, 2020 será un año perdido para todas las generaciones en edad escolar. Zubillaga responde a INNOVADORES: “No me gusta hablar en términos de curso perdido, porque se han aprendido muchas otras cosas. En estos meses se ha puesto en valor que a la escuela se va mucho más que a aprender matemáticas, lengua o los contenidos estrictamente académicos. Por otro lado, conviene recordar que esto surgió el 11 de marzo y hasta entonces habían pasado muchas cosas en la escuela, el curso iba muy avanzado”.

En el regreso, señala, “hay un componente emocional que se ha puesto de relieve derivado de la pandemia, que también cubre la escuela y de hecho hace que la escuela todavía se revalorice más como espacio para desarrollar esa dimensión”.

Hernando añade que “uno de los grandes aprendizajes de estos meses, con respecto a los espacios, es que la escuela fuera de lo académico, también es un centro de socialización. Es de las pocas instituciones donde socializamos con las personas que viven alrededor de nuestro barrio y otros lugares. Este es uno de los grandes retos, esa unión social y esa diversidad. Y, por otro lado, en la escuela se aprende a relacionarse, con los demás, se eligen delegados y por lo tanto se aprenden esos elementos de democracia, de participación. Se tienen tutorías sobre habilidades sociales. Son elementos que también forman parte de lo que entendemos que es la educación, también son las competencias social y ciudadana, autonomía e iniciativa personal. Hemos descubierto que la escuela como edificio, aunque la escuela no es un edificio, sí que es el soporte físico, el lugar donde donde estábamos cercanos, todas estas cosas que antes se daban por sentado. Ahora en medio de la digitalización, hemos descubierto que la pedagogía del cuidado y la pedagogía del cariño es fundamental en las etapas iniciales -y también en las superiores- y es parte fundamental de la labor de la escuela”.

Queda por ver cómo regresarán los niños después de todos estos meses, cargados tal vez de miedos, desconfianzas e incluso puede que de misantropía y cómo lo afrontarán los maestros.

“En todo el trabajo de colaboración y de equipo que hemos hecho, aparte de generar propuestas pues claro que ha habido momentos de reflexión”, responde Zubillaga. “Nosotros hicimos esto a mitad de julio y entonces, claro, lo que nos encontramos fue 50 profesores que venían agotados de una experiencia que había sido muy complicada y en la que acumulaban pues muchos aprendizajes y muchas experiencias, que también necesitaban compartir en esta especie de un poco terapia grupal. En estos 15 días de trabajo conjunto es ha hablado de muchas cosas, pero de cómo van los profesores afrontar la entrada de los niños y lo que arrastran emocionalmente, yo lo único que puedo decir es que tengo total confianza en la profesionalidad de los docentes, que saben perfectísimamente que este no es un curso este no es un arranque de curso ordinario. Lo que decía antes, no puedes empezar directamente con los contenidos como si no hubiera pasado nada. Con todos los profesores que he hablado son muy conscientes de que de que la primera tarea es el acogimiento emocional de los niños. Especialmente de los pequeños y la creación de esos vínculos que quedaron suspendidos durante los tres meses que la escuela cerró”.