Cuando se sobrevuela Almería desde un avión, una se da cuenta de la peculiaridad de su paisaje. Montañas áridas plagadas de surcos, sin atisbo de verde, por las que transcurren incontables ramblas y en cuyos rincones se vislumbran pequeños pueblos desde los, seguramente, no se ve el mar.
Una tierra que desde el aire parece estéril, escenario de cine, pero que cerca de la costa cambia su orografía –más llana– y su color –más claro–. Los tonos ocres adquieren un tinte cercano al blanco y unas líneas rectas dibujan siluetas en las que se adivina la mano del hombre. Es el 'mar de plástico', en el Poniente Almeriense, que en algunos puntos del litoral casi roza otro mar, esta vez de agua salada y color azul: el Mediterráneo.
Bajo esos plásticos están los invernaderos donde se cultiva parte de la riqueza de esta provincia andaluza. Más de 30.000 hectáreas donde germinan frutas, hortalizas y flores con las que se abastecen mercados de toda Europa.
Entre esos cultivos, y a menos de 30 minutos de la capital, la alemana Bayer acaba de inaugurar un nuevo centro de I+D. Una ampliación del que la estadounidense Monsanto, dedicada a la fabricación de semillas, ya tenía en el municipio de La Mojonera antes de su compra en 2018.
El minibús, que lleva hasta allí al grupo de periodistas y personalidades institucionales que acudimos a su inauguración desde distintos puntos de España, circula por caminos de invernaderos flanqueados por un muro. Hasta que una puerta da paso a unas instalaciones con un aspecto impoluto.
Cultivos controlados
Este centro de investigación y desarrollo recién remodelado, en el que se han invertido 5,1 millones de euros, es uno de los tres especializados en biología celular que posee Bayer CropScience, la rama de la compañía dedicada al desarrollo de soluciones biológicas y semillas orgánicas para agricultura. Los otros dos están ubicados en Holanda y Estados Unidos.
El de San Nicolás, en Almería, ha pasado de contar con 1.000 m2 a disponer de un espacio de 3.800 m2. Con esta ampliación se incorporan doce nuevos fitotrones (cámaras cerradas para la investigación y cultivo de plantas) y nueve laboratorios.
“Esta ampliación supone triplicar la capacidad de producción de plantas dobles haploides”, afirma Francisco Núñez, responsable global de investigación en biología celular del área de Vegetales en este centro de I+D.
Para los neófitos en la materia, Núñez, que ejerce de guía durante la visita, aclara que la doble haploide (DH) es una herramienta de mejora genética de las plantas. Su innovacion reside en que permite reducir el tiempo de desarrollo de una nueva modalidad a dos años. “Para lo que se emplean tecnologías como inteligencia artificial, robótica, biología celular o genómica”. Con métodos más convencionales se precisan seis años.
El objetivo es ofrecer sabor, color, textura y otras características importantes para los consumidores, al tiempo que se mantienen los rasgos agronómicos críticos que son esenciales para un cultivo más saludable.
Una explicación que da frente a uno de los nuevos fitotrones que incorpora el centro y que se unen a los nueve que ya existían. Antes de acceder a ellos, es imprescindible equiparse con una bata y fundas para zapatos que garanticen la higiene y la seguridad de estas instalaciones.
En estas cámaras de crecimiento los visitantes comprobamos de primera cómo se cultivan semillas de hortalizas –concretamente de pimientos y pepino– en una condiciones controladas de humedad, luz y temperatura, y supervisadas por personal técnico.
Unos espacios en los que, incide Núñez, se ha primado la sostenibilidad con el uso de tecnología LED “para garantiza un menor consumo energético y menos residuos”. Además, cuentan con un sistema de refrigeración en el que “se usan menos gases, menos recursos hídricos y menos fertilizantes gracias a la incorporación de un circuito cerrado en el que el sustrato es de fibra de coco”.
Nuevos materiales vegetales
Antes de dirigirnos a la zona de laboratorios, toca parada en el nuevo edificio de oficinas. En su diseño se ha dado prioridad, de nuevo, a criterios sostenibles tanto en el uso de los materiales como en la distribución de los espacios. “Hemos reducido tanto el consumo de energía como la emisión de CO2”, asevera Núñez.
El aprovechamiento de la luz natural y su doble fachada con doble capa de PVD para disipar el calor le han valido la obtención de la calificación A de la normativa CET (Código Técnico de Edificación).
Desde aquí, una puerta da acceso, ahora sí, a los nuevos laboratorios donde sólo se puede entrar si se lleva puesta la bata higiénica.
Es en ellos donde se obtienen los embriones que dan inicio al crecimiento de las nuevas variedades de hortalizas y frutas, en este caso, pimiento, pepino, melón y berenjena. “Todo el personal que trabaja aquí pasa antes por una formación específica para manipular el material”, resalta Núñez.
“En estas instalaciones se emplea tecnología muy avanzada para el desarrollo de nuevos materiales vegetales”, confirma Laura Grapes, directora de investigación de Vegatales de Bayer para la región EMEA, y también presente durante la visita. “Y sus beneficios no sólo tienen una repercusión a escala local, también global”.
El centro de San Nicolás da apoyo a la I+D global de semillas de hortalizas para variedades que se venden a clientes de más de 130 países. Antes bajo las marcas Seminis y De Ruiter, y ahora ambas unidas bajo Vegetables by Bayer.
'Hub' almeriense
De los cinco centros que Bayer CropScience tiene en España, cuatro se encuentran ubicados en Andalucía, y tres de ellos están dedicados a I+D. Los dos de Almería, en El Ejido y San Nicolás, “componen un importante hub centrado en cultivos hortícolas para el desarrollo de la mejora genética en invernaderos”, apuntó Paco Berenguel, responsable del recién ampliado de San Nicolás.
“Las nuevas instalaciones suponen un avance en el mundo de la agricultura de la mano de la innovación y la tecnología, que permiten ofrecer mejores soluciones a los agricultores y un mejor producto al consumidor, además de garantiza el suministro para una cadena alimentaria estable”, señaló el director de Bayer CropScience Iberia, Protasio Rodríguez, presente en el acto de inauguración.
Un evento al que también asistió Johannes D. Rossouw, responsable Global de I+D de Vegetales de Bayer CropScience, quien insistió en la cuestión de la sostenibilidad: “Estamos haciendo crecer nuestra línea de producción sin incrementar nuestra huella medioambiental”.
“Nuestra innovación puede aumentar los rendimientos de los productores, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y reducir el impacto ambiental tanto en el proceso de fitomejoramiento como en el campo”, aseguró.
El encuentro se cerró con un acto simbólico: la plantación de un árbol en la entrada de las instalaciones. Antes, el alcalde de La Mojonera, José Miguel Hernández, quiso destacar las repercusiones positivas de la ampliación del centro en la creación de empleo en la comarca. En Bayer San Nicolás trabajan actualmente 73 profesionales, de doce nacionalidades diferentes, entre científicos, mejoradores y técnicos. El 44% son mujeres.