El 'Gran Hermano' de las energías renovables de Acciona se encuentra en Pamplona, concretamente en el municipio de Sarriguren, a pocos kilómetros de la capital. Una pantalla gigante nos recibe, repleta de datos, gráficos e imágenes en tiempo real, que se actualizan continuamente como si de un electrocardiograma se tratara, tomando el pulso a la energía limpia de la compañía.
Como lo definen desde la propia Acciona este “gigantesco cerebro tecnológico” impresiona al que llega, como visitante, y tiene la suerte de contar con su director, Santxo Laspalas, como compañero en un viaje en el que saltamos desde Pamplona a otros puntos de España como, por ejemplo, Huesca y, aún más allá, a Australia, África o Estados Unidos, con solo un golpe de clic.
Estamos en el corazón del Centro de Control de Energías Renovables de ACCIONA, o CECOER, el lugar desde el que la compañía es capaz de supervisar y gestionar el funcionamiento de todas las instalaciones de generación eléctrica de la compañía en el mundo que generan 11.500 megavatios, más la electricidad de clientes terceros, o lo que es lo mismo, un total de 14.000 megavatios.
Ocho millones de hogares
“Para que puedas hacerte una idea, este volumen equivaldría al consumo energético de más de ocho millones de hogares, al cabo de un año”, explica Laspalas. Y es que no podemos olvidar que, en realidad, lo que el CECOER controla es que todo funcione cuando encendemos una luz en nuestras casas o decidimos utilizar el horno o la lavadora. Nada puede fallar y, si lo hace, hay que corregirlo lo más rápido posible.
Por ello, desde el propio CECOER resumen su objetivo recordándonos el efecto mariposa que, en la teoría del caos, apunta a cómo un evento tan insignificante como que una mariposa bata sus alas en algún lugar recóndito puede desencadenar un huracán en el otro extremo del mundo mediante un caótico proceso de amplificación.
“De manera similar, una circunstancia como un nivel mínimo de aceite en la multiplicadora de un aerogenerador del parque eólico de Waubra (Australia) genera una reacción instantánea en Pamplona (España) -a más de diez mil kilómetros de distancia-, donde se pone en marcha un protocolo que corregirá la incidencia. Sin embargo, lo que acaba de suceder no tiene nada que ver con la teoría del caos, sino todo lo contrario”, explican desde la compañía.
Así, durante las 24 horas de los 365 días del año, desde el CECOER se supervisa todas las instalaciones de energía renovable que la compañía opera en todo el mundo para detectar, registrar y dar respuesta a cualquier incidencia que pueda producirse.
Una labor en la que hoy ya no está solo. Y es que, al centro de Pamplona, el más grande y antiguo del mundo dedicado en exclusiva al control de energías renovables (se puso en marcha en 1998) ahora le acompañan los centros de control de Acciona ubicados en Chicago (EE.UU.), Chile y, en breve, Madrid.
“Los cuatro centros están totalmente integrados en el sentido de que podemos operar cualquier activo desde cualquiera de ellos. Primero, por motivos de seguridad, cada centro actúa como un respaldo del resto y, en segundo lugar, porque como las cargas de trabajo, en este sector, son muy variables ya que dependen en gran medida de las condiciones meteorológicas, podemos balancear los activos y lograr un equilibrio”, aclara el director del CECOER, Santxo Laspalas.
Eólica, hidroeléctrica, fotovoltaica y termosolar. Casi un centenar de 90 profesionales se encarga de, como si de un cerebro se tratase, recoger y gestionar las señales de un total de 288 parques eólicos –con cerca de 7.000 aerogeneradores–, 80 centrales hidroeléctricas, 11 instalaciones fotovoltaicas, 6 plantas termosolares y 3 plantas de biomasa instaladas a lo largo de países como España, Chile, Polonia, Estados Unidos, Sudáfrica, la India o Australia.
Y desde las pantallas del centro pamplonica no solo podemos “volar” a cada una de esas instalaciones sino que podemos incluso ver, por dentro, cada aerogenerador, saber qué modelo exacto es, el nivel de energía que está produciendo, la cantidad de viento que está soportando, la curva de potencia que está ofreciendo, si su funcionamiento es el previsto, si está parada labores de mantenimiento y, cómo no, podemos, a miles de kilómetros, darle al stop si es necesario.
Un gran puente de energías limpias que, como apunta Laspalas, es también una fuente inagotable de información. “De cada máquina obtenemos unas 400 variables, que se suman a las que arrojan las líneas de alta tensión, subestaciones, plantas, etc. En definitiva, recogemos cerca de 4,2 millones de variables en todo el mundo y a una velocidad de 12.000 datos por segundo”.
Decisiones y datos
Datos que se gestionan y analizan para, entre otras labores, predecir y prevenir, dos de las máximas del CECOER. Predecir, por ejemplo, la energía que producirán los activos de Acciona de energías renovables y hacerlo además de la forma más precisa posible.
“Desde el centro, comunicamos al operador del sistema eléctrico de cada país, en el caso de España, Red Eléctrica Española, la previsión de producción en las siguientes horas y la producción en tiempo real de cada instalación; es decir, anticipamos cuánta energía va a generar cada central tras analizar la predicción meteorológica que hace nuestro equipo de físicos y meteorólogos”, explica el director del CECOER que además, orgulloso, nos cuenta que esa predicción en nuestro país logran realizarla con apenas un 6,8 o 7% de desvío.
Pero, además, esos datos son utilizados para, según las indicaciones del operador del sistema, poder reducir o incrementar la energía producida en un momento dado y así mantener la estabilidad del sistema eléctrico. “Red Eléctrica, de repente, señala que está subiendo la demanda de energía más de lo previsto, por ejemplo por una prórroga de un partido de fútbol y nos pide que aumentemos la carga de energía en la red. Algo para lo que las compañías de energías renovables somos mucho más rápidas que las compañías de energía tradicionales; nosotros podemos, en milisegundos, bajar o subir nuestra carga en la red”.
Anticipar posibles averías
Además de predecir otra de las labores del CECOER y que, de nuevo, tienen a los datos como base, es la prevención de fallos y averías en cualquiera de las instalaciones de Acciona.
En ese sentido, según Laspalas, “con esa información y tecnologías de big data intentamos adelantarnos a lo que va a pasar en los próximos meses. Es cierto que lo ideal sería poder saber que “el martes que viene, a las 16 horas, se va a romper la multiplicadora”; obviamente eso a día de hoy no es posible pero sí poder contar con cierta información para identificar máquinas que pueden fallar en breve. Eso nos permite adquirir los repuestos y tenerlos en stock en el parque, no esperar a que se rompan para comprarlos con lo que optimizamos todo el proceso de compras, extender la vida útil de las máquinas y planificar las sustituciones y mantenimientos, por ejemplo, para realizarlas en días en los que las condiciones meteorológicas son más propicias”.
Técnicas de Big Data a las que, poco a poco, en el CECOER se han ido sumando otras como la automatización. “Cuando se detecta una avería, el primero que analiza qué ha ocurrido no es una persona sino un robot o lo que es lo, el CCS, el Cecoer Cognitive System, una plataforma desarrrollada in house que filtra esas alarmas y que, por sí misma, sin intervención humana, está solucionando a día de hoy el 30% de las incidencias”.
El sistema es capaz además de priorizar las alertas en función de su criticidad, hacer un pre diagnóstico de la misma, recomendar acciones para solucionarla en función de la información histórica, etc. “No es inteligencia artificial, sino algoritmos que le hemos enseñado”, aclara el director del Centro.
Si el robot no es capaz de solucionarlo, la incidencia ya pasa a ser gestionada por un operador humano pero no a cualquiera sino que, de nuevo, es el sistema el que selecciona a la persona según una matriz que han desarrollado de conocimiento técnico, formación e idioma. “La incidencia le llega al operador mejor cualificado en cada momento y éste puede estar en Pamplona o en Chile”.
Automatización e inteligencia artificial
La IA sí es la base de otra de las soluciones tecnológicas que permiten al CECOER operar como si de un reloj se tratase, con la maquinaria más precisa. Así, nos explica Santxo Laspalas, “todos nuestros trabajadores, en las plantas y parques, disponen de un dispositivo tipo tablet para acceder a información técnica, constantemente actualizada pero, además, utilizan este dispositivo para 'escanearse' ellos mismos, y enviar esa información al sistema que, mediante inteligencia artificial, certifica que cuentan con los equipos de protección obligatorios para esa orden de trabajo específica y, en función de ello, les autoriza o no para poder realizar el trabajo”.
En periodo de implantación, este desarrollo permite también, gracias al reconocimiento de voz, “verificar que se trata del empleado al que se le ha asignado esa tarea y no otro, que está en el parque y máquina que debe estar, por la geolocalización etc. “Es un desarrollo que hemos hecho y con el que, además de reducir enormemente los incidentes de seguridad, ya hemos comprobado cómo si únicamente en el CECOER anualmente se recibían 1,3 millones de llamadas para simplemente autorizar a un trabajador a hacer una intervención, éstas se han reducido a 150.000 llamadas al año. Unos recursos de tiempo y profesionales que podemos destinar ahora a tareas de mayor valor”, asegura.
En resumen, el CECOER registra anualmente más de 500.000 incidencias relativas al funcionamiento de las instalaciones controladas, de las cuales se solucionan en remoto el 60%, y el resto se resuelven en estrecha coordinación con los servicios de mantenimiento destacados sobre el terreno.
Actualmente, añade Laspalas, también estudiando la implantación de soluciones de IA generativa para labores de formación. Y es que, el futuro del centro y del sector en general, como afirma el director del CECOER, pasa por la “desatención” de las instalaciones. “Deberíamos caminar hacia plantas que puedan operar por sí mismas, de forma remota, desde el centro de control. Instalaciones y máquinas digitales y cada vez más autónomas que incluso se autorregulen según las señales del mercado. Además de por eficiencia también por una cuestión de seguridad en nuestras operaciones”.
Un sector en el que, continúa, “solucionar incidencias en la operación de las máquinas tan solo representa el 30% de nuestra labor y, además, es el que menos valor aporta. El otro 70% del trabajo que se realiza en un centro como el nuestro no tiene nada que ver con turbinas ni plantas fotovoltaicas; se centra en la regulación de potencia activa y reactiva, en la digitalización de la generación eléctrica, en tiempo real, en la gestión de demanda zonal, en las comunidades eléctricas que se están creando, en la sostenibilidad de las operaciones y procesos, etc. Es hacia donde vamos y hacia donde hay que seguir: liberar al humano de ese tipo de trabajos porque así puede aportar mucho más valor y analizar otras necesidades del sector eléctrico que están surgiendo y que determinan su futuro”.