“Del coste [de la IA generativa] no se habla tanto, y es un elemento esencial. Ahora nos lo han liberado y todo el mundo lo está probando, pero luego los casos de uso que se sostengan, habrá que verlos…”.
Bárbara Fernández, subdirectora (innovación disruptiva) y responsable de Insur Space en Mapfre, aterriza en la realidad de un plumazo a ese elefante en la habitación que acompaña a la inteligencia artificial generativa, entre el fru-fru de sus fascinantes galas y las promesas de un futuro fantástico.
Un futuro que “dependerá de cómo evolucione la tecnología, si puede hacer cosas mucho más sofisticadas, a un coste razonable”, advierte Fernández, y que desde su compañía se avizora con esperanzas, incertidumbres y curiosidad.
Mapfre se ha planteado un amplio análisis que, bajo el título ‘Explorando el mañana: el rol de las aseguradoras en una sociedad marcada por la IA Generativa’, plantea cuatro posibles escenarios de aquí a 2029, que oscilan entre el optimismo, la duda y el pesimismo.
El objetivo, dice Fernández, era “pensar desde fuera cómo puede evolucionar la inteligencia artificial generativa, y cómo puede evolucionar el uso de esa tecnología por parte de cualquier empresa, no solamente en cómo la tenemos que utilizar dentro de Mapfre”.
Del optimismo a la distopía
Miguel Ángel Rodríguez, director de innovación, describe los cuatro escenarios, cuyos nombres resultan bastante definitorios.
El más optimista, ‘Camino al homo sapIAns’, ve un futuro dorado para la tecnología, en el que la IA generativa está por todas partes, como factor muy transformador y con regulaciones muy permisivas. En realidad, sugiere una cierta homogeneización de la sociedad y una dependencia muy alta, prácticamente una adición, también a nivel particular, de la IA.
Por el contrario, ‘¿Te acuerdas del hype de la GenAI?’, desprende el aroma del pinchazo social; la tecnología está ahí, ha mejorado cosas, pero las empresas han desincentivado el uso de la IA generativa. Es cara de usar y se orienta sobre todo a la productividad empresarial.
Los otros dos escenarios parecen más intermedios, pero no menos rotundos. ‘Se busca antídoto al caos’, es un planteamiento posibilista en el uso productivo, aunque constreñido y limitado por regulaciones muy restrictivas. También los costes de uso son una barrera para las empresas. Y todavía más para el entorno doméstico.
En cambio, ‘Titanes Tecnológicos’ podría verse como una distopía casi fatalista, en la que las BigTech líderes (“una, dos o más”, dice Rodríguez) marcan a su conveniencia el ritmo del desarrollo, bastante entregado a la IA generativa en el ámbito empresarial y en el de los particulares.
Pero hay un camino recorrido entre esos ejercicios de prospección a cinco años vista y los seis años transcurridos, explica Rodríguez, desde que Mapfre puso en marcha sus estratégicos factoría de proyectos, el programa #innova, “de intraemprendimiento”, y “el mecanismo Insur Space, nacido como una aceleradora corporativa al uso”.
I+D y startups
A este último, añade, “le hemos dado muchas vueltas en esos seis años y lo hemos convertido en un fast-track-to-market, para que las startups puedan pegarse a una compañía tan grande y tan tradicional como Mapfre”, para encontrar nuevas ideas y colaborar en el desarrollo de innovación disruptiva.
Además, la compañía ha creado un centro de I+D, una filial, que se ha “reconvertido en I+D movilidad”, muy orientado a ese ámbito en el que los intereses de una aseguradora son más que evidentes.
“Por último, creamos un modelo híbrido”, completa Rodríguez el panorama. “No podíamos solo crear un equipo a nivel corporativo en la sede central de Majadahonda. Donde ocurre el movimiento, donde están los clientes, los siniestros y las operaciones es en el terreno. Y por tanto nos apoyamos en oficinas de innovación en los países más relevantes”.
Su planteamiento de innovación abierta consiste en dividir el esfuerzo “en dos grandes bloques: los ámbitos de actuación estratégica, en lo que se refiere a transformar la compañía y la experiencia de usuario, por un lado, y el crecimiento, con productos de nueva generación y ecosistemas”.
En el primer apartado, que busca “la excelencia operativa”, hay un papel para el uso de la IA para la gestión de siniestros, interfaces conversacionales de voz, valoración de riesgos y daños mediante imagen y la gestión inteligente del papeleo y los emails.
Y no menos peso debe tener la tecnología para el crecimiento, que se proyecta sobre la nueva movilidad y todas sus implicaciones de aseguramiento; el área de salud y bienestar, prevención, salud mental, medicina en casa y acompañamiento en determinados momentos; también se ocupa de ciberprotección y riesgos climáticos, “abrazando la IA con responsabilidad”.
Además, plantea nuevas modalidades de seguro, “embebidos [asociados a servicios], bajo demanda o “paramétricos”, en los que se “desencadena” la reclamación automáticamente en caso de siniestro.
Drivers ‘ciertos’ e ‘inciertos’
En cuanto al uso de la inteligencia artificial (“de manera responsable”, recalcan Rodríguez y Fernández reiteradamente), la jefa de innovación disruptiva advierte que están “trabajando desde hace casi dos años con la generativa”, explorándola y desplegándola. Aunque en el planteamiento del informe de referencia, sobre la evolución futura de la IA, la palabra clave es “incertidumbres”.
“No tratamos de predecir el futuro. Es un ejercicio para ayudar a la reflexión y a la estrategia, para ir decidiendo más o menos por dónde tendría sentido trabajara”, afirma Fernández.
“¿Cuáles son los factores que hemos encontrado que influyen en esta evolución de la inteligencia artificial generativa? Hay un bloque que llamamos ‘drivers ciertos’. Eso quiere decir es que tienen un nivel de incertidumbre muy pequeño. No me atrevo a decir que tienen certeza absoluta, pero, en caso de que tuvieran algo de incertidumbre, que fueran un poquito hacia un lado o hacia el otro, no cambiaría demasiado la realidad en la que nos podríamos mover”, detalla, mostrando un gráfico lleno de vectores que apuntan a un cono o espiral en crecimiento.
“Luego tenemos otros drivers que llamamos ‘inciertos’, con unos rangos enormes de incertidumbre. No sabemos si esto va a pesar muchísimo o poquísimo. Y en función de eso, qué realidad es la que viviremos”, prosigue.
“Lo que hacemos con estos dos lotes de drivers es jugar con ellos y combinarlos, de manera que somos capaces de dibujar esos cuatro escenarios extremos”, completa, para que se entienda cómo se ha elaborado un informe de probabilidades, para el que han contado con entrevistas a expertos en distintos ámbitos.
A las incertidumbres de la propia tecnología se añade el factor externo de lo que puedan suponer las reglamentaciones y limitaciones legales. “Europa es más restrictiva, pero esto es muy nuevo y avanza muy rápido. Lo que se hace en Europa se va copiando muy parecido en otros lugares”.
“Vislumbramos un modelo como el del GDPR [reglamento europeo de protección de datos]”, sugiere Fernández, recordando que la normativa va siendo emulada, con algunas particularidades, en otros países.
“Como bien dice Bárbara, en Estados Unidos por ahora la regulación que se estaba viendo no es nacional”, complementa Rodríguez, “sino que están regulando en dos líneas: caso a caso, y Estado a Estado. Nueva York ha regulado ya [el uso de IA] en materia de currículums para pruebas de selección”.
Aunque, tratándose Mapfre de una compañía que trabaja de cara al público, lo primero que se preguntará el cliente sobre todo esto es cómo le afectará en su relación. ¿Planean usar inteligencia artificial generativa conversativa, indistinguible de una persona real, para responder a las llamadas?, interroga D+I El-Español.
“Ahora mismo se están analizando muchos casos de uso”, responde Fernández. “La filosofía que tenemos siempre en Mapfre es que tiene que tener sentido. No nos gusta nada sofisticar las soluciones. Ahora parece que todo tiene que tener IA, pero hay cosas que sí y otras que no”.
“La regulación no está absolutamente cerrada, pero ya está aprobada y sabemos por dónde van los tiros. Y nosotros siempre tenemos un ‘humano en el bucle’. En los escenarios, igual”.
“Cuando hacíamos el estudio pensábamos, cabe la posibilidad de que haya gente que siempre va a preferir tratar con un humano, independientemente de que la IA evolucione tantísimo que sea indiscernible. Si es así, podrás certificar que aquí hay un humano”, concluye.
“En Mapfre tenemos una dirección corporativa de seguridad, que son los que marcan las directrices y son los que elaboran todo el cuerpo normativo y todos los procedimientos, los formularios, las revisiones, los controles y las autorizaciones”, matiza Rodríguez.
“Puedo garantizar que el cuerpo normativo es amplio, prolijo y exhaustivo”, asevera Rodríguez, refiriéndose al manejo de datos (fundamentales para entrenar la IA), las estrictas reglamentaciones de seguros y las propias normas corporativas. “Estamos acostumbrado a cumplirlo”.