Se hacen llamar COVIDWarriors y nacieron como asociación a mediados de marzo, en pleno confinamiento por el primer brote de la pandemia. Cinco ciudadanos anónimos nada corrientes decidieron ponerse manos a la obra cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) insistía en que la única manera de parar el virus era haciendo pruebas PCR masivas y las UCI, totalmente superadas, intentaban contener los casos más graves.
El problema con el que se encontraron muchos laboratorios de hospitales era que para analizar una sola PCR se necesitaban alrededor de nueve horas, hecho que hacía humanamente imposible llevar a cabo análisis de manera masiva. Demasiados PCR para tan pocas manos.
Y ahí es cuando Andreu Veà, fundador de COVIDWarriors, doctor ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, y tejedor durante doce años de IP (Interesting People), una red mundial de 1.800 expertos top en sus respectivos ámbitos repartidos por los cinco continentes, mandó un mensaje de WhatsApp a sus contactos: “¿Me ayudáis a ayudar a los que ayudan?”.
En tan solo 24 horas obtuvo 80 respuestas positivas, que pocos días después ya se habían convertido en 400. El resultado fue espectacular: en tres semanas desarrollaron el Proyecto COVIDRobots, que dotó de manera gratuita a los laboratorios de 18 hospitales de referencia de 14 provincias de España de robots basados en arquitectura abierta de hardware y software, capaces de realizar más de un millón de análisis de pruebas PCR al mes. “Fuimos capaces de llevar a cabo en un tiempo récord un proyecto que requeriría de un año y medio de trabajo. Repartimos un total de 194 robots que no dependían de un único fabricante de reactivos y los adaptamos a los protocolos ya establecidos en cada hospital”, afirma Veà.
El 13 de abril, a las 14.20h, aterrizaban en Barajas las primeras líneas de robots –cada una se compone de cuatro unidades robóticas– gracias a Inditex Logística, que Amancio Ortega puso a disposición de los 'guerreros', “sin firmar ningún documento ni escatimar en gastos”, puntualiza el fundador de la asociación. El AVE, saltándose todos los protocolos -ningún paquete puede viajar sin acompañante- y situando los robots en la cabina del conductor, se encargó del transporte en la península. Manpower asumió los contratos de los programadores y el mantenimiento de los sistemas robóticos durante dos años.
El proyecto COVIDRobots logró levantar 7 millones de euros de donantes privados, dinero que fue directamente a los proveedores sin pasar por las manos de los COVIDWarriors. Colaboración a lo grande, callada y altruista, y muy efectiva de un puñado de ciudadanos empoderados.
Pero los 'guerreros' no pusieron el freno ahí y siguen dando batalla a la covid-19. Están organizados en 14 divisiones, lideradas por sus respectivos 'generales', que trabajan en otros tantos proyectos que ya han pasado los pilotos. Es el caso de Aireamos.org, destinado a detectar el exceso de CO2 en las aulas escolares. La innovación utiliza un sensor de bajo coste que situado en el aula y conectado a internet ayudará a frenar los contagios en las escuelas. El sensor recoge la concentración de CO2 en el aire, envía los datos a Windows Manager, que indicará el momento en que es necesario ventilar el espacio y si es preciso abrir las ventanas de par en par o solo una parte de ellas y durante cuanto tiempo, algo especialmente importante en los lugares más fríos del país. “Ya existen medidores de CO2 en el mercado, pero tienen un coste excesivo para las escuelas. Lo que queremos es conseguir que por 20 euros por aula, todas puedan adoptar este sistema en sus aulas”, afirma Veà. Necesitan conseguir 1,5 millones de euros para fabricar la innovación y regalarla a todas las escuelas.
También han desarrollado el Air Virus Terminator (AVT), un robot que utiliza una lámpara de 254 nanómetros para reducir las cargas virales en los hospitales. “No hemos inventado nada nuevo”, comenta Veà, que explica que “a un TIAGo Base de PAL Robotics industrial le hemos añadido una base móvil y semicírculos en el interior, para que la luz ultravioleta no pueda salir y dañar a las personas. El robot circula por los pasillos o se dirige directamente a la habitación que se le indica. Absorbe el aire del espacio por un lado y lo expulsa limpio por el otro”.
Siempre reduciendo los costes al mínimo, ya han situado en el mercado el robot ASSUM, “la estrella de la muerte, la máquina de matar más eficiente nunca creada”, puntualiza Veà. Se trata de una máquina de esterilización autónoma que actúa con luz ultravioleta y elimina todo tipo de microbacterias, virus, esporas y hongos en los entornos hospitalarios.
Ya se ha probado en uno de los quirófanos del Hospital Clínic de Barcelona y es letal. “En 20 segundos mata a un metro de distancia el 100% de estos organismos, y a tres metros el 70%”, puntualiza. No es compatible con humanos y, por tanto, funciona de manera programada y autónoma. Eso es, se diseña un recorrido para la máquina por un espacio que recorrerá al completo lanzando la luz ultravioleta siempre a menos de un metro de distancia, sorteando cualquier obstáculo. En 36 minutos, el quirófano queda totalmente libre de organismos perjudiciales para la salud. Su aplicación también es muy efectiva para habitaciones que hayan sido ocupadas por enfermos de covid-19. Su coste es de 60.000 euros, mientras que el de robots similares que ya existían en el mercado se eleva a unos 130.000 euros.
Entre otros proyectos ya desarrollados, lo último que tienen entre manos es una aplicación móvil que permitirá saber si uno mismo está contagiado por el virus del covid-19 a través de la grabación de la propia tos. En colaboración con el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (Suiza), COVIDWarriors está recopilando cinco millones de tos grabadas para, a través de la utilización de inteligencia artificial, uno mismo pueda conocer si es o no portador del virus. Lo dicho, ciudadanos empoderados, altruista, que no dan tregua.