La transformación digital de las empresas es un imperativo para aquellas organizaciones que quieran ser competitivas y asegurarse una proyección de futuro. Este mantra ha calado entre entidades de todos los tamaños que, en los últimos meses, han empezado a incorporar con celeridad nuevas herramientas para la gestión de sus procesos.
Sin embargo, el uso de soluciones que automaticen determinadas tareas o detecten errores de eficiencia –por mencionar algún ejemplo– no es suficiente para abordar un cambio que ha de ser sistémico. Se trata de una evolución con múltiples implicaciones y no todas las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, tienen claro por dónde empezar.
El camino no es fácil. “La transformación digital es una iniciativa a largo plazo, requiere de inversión y ha de estar implicada toda la plantilla, empezando por el cuadro directivo”, sostiene Virginia Cruz, directora de calidad de Aertec, empresa malagueña especializada en el desarrollo de soluciones tecnológicas para el sector aeronáutico, en conversación con D+I.
Las reticencias a dar el paso son diversas. Tanto es así que “solo entre el 8 % y el 10 % de las compañías aeronáuticas tienen desarrollada su estrategia en este sentido”, afirma la directiva.
Con el fin de aportar una herramienta que facilite la reducción de la brecha digital y ayude a las industrias a acometer de manera efectiva la transformación digital, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo impulsó el desarrollo de las Especificaciones UNE 0060 y UNE 0061. “El objetivo es que se usen como base normativa para todas las organizaciones, que sean un referente. Pero son unos estándares muy nuevos de los que todavía no se tiene el suficiente conocimiento y de los que sigue siendo necesario informar”.
Cambio de estrategia
Para tratar de poner remedio, Cruz lidera desde mayo de 2020 un grupo de once profesiones de diferentes organizaciones que trabajan, dentro de TEDAE (Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio), en el desarrollo de una guía de gestión de la Industria 4.0. Entre esas compañías y entidades figuran Indra, Navantia, Airbus, ITP Aero, GMV, el Ministerio de Defensa y Everis.
El rol de todos los participantes del equipo de trabajo es el de director de calidad. Esto es, profesionales que garantizan que la estrategia de una compañía es coherente y detectan qué se puede mejorar en su gestión. En el caso de este proyecto, también tienen en común que desde su posición necesitan implementar soluciones de transformación digital dentro de sus compañías.
La guía estará lista en marzo de 2022 y su pretensión es que sirva para cualquier industria. En ella se abordará el proceso desde el principio, empezando por definir qué es la digitalización. “Se habla mucho de este concepto, pero cuando hay que concretarlo no siempre es fácil”, apunta Cruz.
Hay que desechar la idea de que el uso de la tecnología significa quitar puestos de trabajo. La digitalización significa crecer profesionalmente.
Como ejemplo, la ejecutiva de Aertec expone durante la conversación la primera reunión que celebró este grupo: “Nadie se atrevía a dar el primer paso y a hablar sobre sus dudas, así que resultó un poco complicado que iniciaran su participación. Afortunadamente, esa etapa está superada y las reuniones (ya llevan 10) son cada vez más productivas”.
El desconocimiento de los estándares, junto a la inversión en tiempo y en costes para afrontar el cambio son parte de los retos a los que se enfrentan las empresas. Planteamientos que se ven reforzadas por una cuestión recurrente para negarse a esa transformación: ¿Para qué cambiar si obtengo buenos resultados con la estrategia actual?
“Con este documento queremos motivar a las empresas del sector, sobre todo a las pymes, para que inicien su evolución con todos los elementos y conocimientos que son necesarios para ello, y esto supone poner a las personas en el centro”, defiende Cruz. “No solo a los empleados, también a la dirección”, recalca.
Y es aquí donde introduce un factor que suele quedar relegado: “La digitalización de una compañía siempre se asocia a las herramientas tecnológicas, pero las personas deben ser el centro de esa transformación”.
Entiende las reticencias de todos los escalones de la fuerza laboral, e incide en la urgencia de reducir las incertidumbres: “La introducción de la tecnología no significa quitar puestos de trabajo, hay que desechar ya esa idea. La digitalización significa crecer profesionalmente”, defiende.
“Por eso –concluye– es importante contar con líderes que introduzcan la inteligencia conversacional en las empresas, que sepan transmitir, y que tengan inteligencia emocional. Formar a los empleados es fundamental, pero el pilar más fuerte se construye formando a los directivos”.