Bilbao

Más de un millón de personas visitaron en 2023 el museo Guggenheim de Bilbao, una joya artística que ya se ha convertido en uno de los principales atractivos de la ciudad.  Su impresionante edificio de titanio, piedra y cristal, diseñado por el arquitecto norteamericano Frank Gehry, recibe en la orilla izquierda de la ría del Nervión a todo aquel que quiere dejarse llevar por un viaje hacia algunas de las obras más emblemáticas del arte contemporáneo.

Eduardo Chillida, Yves Klein, Antoni Tàpies, Miquel Barceló, Mark Rothko, Richard Serra o Andy Warhol conviven en las salas del Guggenheim de Bilbao con la innovación tecnológica que, en este caso, lleva cincelando desde hace años David Díaz, responsable de Desarrollos Digitales del museo.

Una decidida apuesta que, coincidiendo con el 25 aniversario de la institución, le hizo ganadora en 2023 de un  Webby Award, los 'Oscar de las páginas web' en la categoría de Mejores webs de instituciones culturales, gracias al voto popular.

“Quisimos hacer un rediseño de la web que hoy en día es la puerta de acceso al museo; la gente incluso ‘visita’ el museo a través de la web antes de venir para informarse, saber qué se va a encontrar, comprar las entradas con antelación, etc. y todo eso ha hecho que la forma de diseñar las webs sean ahora distinta”, explica David Díaz orgulloso del premio que, como afirma además “es un reconocimiento al trabajo de toda la organización y no solo de un departamento”.

David Díaz, director Transformación Digital del Guggenheim de Bilbao.

 Una web galardonada y en la que son muchas, cada vez más, las cosas que puede encontrar el que la visite. En primer lugar, por ejemplo, la compra online de entradas que ya supone cerca del 60%, “cuando hace apenas cinco años únicamente representaba el 12% de las ventas totales”, apunta el responsable de Desarrollos Digitales del Guggenheim.

Exposiciones virtuales y en realidad aumentada

La digitalización del museo llega mucho más allá con tecnologías como la realidad aumentada como protagonista. “Con la pandemia de la covid-19, comenzamos a realizar exposiciones virtuales. Justo en esos momentos, teníamos una exposición que había despertado una gran acogida sobre el pintor Vasili Kandinski, cuando se produjo el cierre al público. Decidimos, por tanto, ofrecer esa primera experiencia virtual;  como cualquier novedad, fue algo complejo de montar pero a partir de esa primera vez cogimos el hábito y ya es una actividad más y complementaria a las exposiciones físicas. En la web, hay una sección que se llama Guggenheim 365 que es donde se encuentran estas exposiciones virtuales y que permiten, por ejemplo, ofrecer información más detallada de la que puedas ofrecer en la sala de exposiciones. Depende de la exposición, obviamente, pero la acogida es muy positiva y cada vez más”.

Pero desde el Guggenheim de Bilbao quisieron dar un paso más todavía en el camino de la innovación tecnológica y así, dentro de la colección de exposiciones permanentes, la institución cuenta desde 2021 con una obra de realidad aumentada; su nombre es Like Beauty In Flames, de la artista americana Jenny Holzer. “Fue la primera obra realmente completamente digital que tenemos en el museo. Hay otras obras que tienen un componente digital pero esta es 100% realidad aumentada. Es una experiencia que se vive a través de un aplicación para móviles, diseñada 'ex profeso'... Técnicamente fue un proyecto bastante complejo”, explica David Díaz.

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En esa intensa relación con la tecnología otro nombre propio lo encontramos en Google con quien el museo hacía realidad el proyecto Artetik. “Fruto de nuestra colaboración con Google Arts and Culture, la sección de Google dedicada a los museos y salas de exposición, surgió hace ahora dos años esta iniciativa que, basándose en los datos que nosotros tenemos, busca descubrir algo tan intangible como las emociones que el arte despierta en las personas que lo contemplan”.

Así, nos cuenta Díaz, la experiencia, inicialmente estaba disponible únicamente para aquellos que visitaban físicamente el museo y ahora también se puede disfrutar online, permite al visitante asociar una obra de arte con sentimientos como tristeza, alegría, rabia, dolor, aburrimiento... A medida que el espectador asocia la obra con sus propios sentimientos, la experiencia va generando un gráfico colectivo de emociones que se va ampliando con la participación de nuevos visitantes. “Se genera un atlas de emociones, en tiempo real, que se va nutriendo de todos los comentarios de los visitantes, una información muy valiosa que antes no teníamos”.

Y una emoción más, la del propio David Díaz: la inquietud por conocer. “En el ámbito digital somos bastante inquietos, nos gusta investigar. Abordamos muchos proyectos tecnológicos; algunos ven la luz, otros no pero todos nos permiten adquirir experiencia y aprender”.

IA o metaverso, próximos hitos

Inquietud que está detrás de otro proyecto que esperan vea la luz en breve, un grafo del conocimiento, “una constelación artística sobre nuestra colección permanente”, señala y añade: “Son grafos relacionados donde los objetos se relación entre sí, sobre los artistas de nuestra colección, las obras que tienen en el museo y todas las exposiciones en las que han participado. El espectador va a poder ver además de información sobre cada uno de los objetos, por ejemplo, dos artistas que han compartido exposiciones y cuáles, o artistas relacionados por distintas corrientes, etc. Es un proyecto digital que nos va a permitir dar más visibilidad a obras de la colección menos conocidas”.

Nuevos hitos surgen en el viaje a la innovación tecnológica del Guggenheim de Bilbao: la IA generativa, tecnologías de reconocimiento de voz y traducción simultánea o el metaverso, como herramienta de trabajo interna para el previo al montaje de las exposiciones. “Muchas veces el museo construye espacios para exposiciones concretas y en esa construcción parte de planos o de maquetas físicas; esta tecnología nos permitiría que aquellos artistas que quieran puedan recorrer en el metaverso una sala y así, de forma previa, al montaje decidir mejor cómo quieren que sea su exposición, dónde colocar determinadas obras, descubrir qué iluminación es mejor, etc. en dicha sala”, explica Díaz.

Pero en esa incansable apuesta por investigar nuevas herramientas y tecnologías que, como señala, “mejoren tanto el día a día de los trabajadores del museo como la experiencia del visitante, antes, durante y después de su visita”, ha algo que no olvida: el equilibrio.

“El fin último no es la tecnología o la herramienta digital en sí; el objetivo es que realmente mejore la operativa interna del museo, que el consumo de recursos sea más eficiente, que seamos más ágiles, etc. y, pensando en el visitante, que podamos complementar su visita antes incluso de producirse, que cuando este aquí ya tenga un acceso rápido, sin colas, sencillo, que la audioguía le resulte útil y amigable, que después de irse quiera seguir visitando la web, estar informado, ver exposiciones virtuales... Eso es innovar para mí. Y supone cambiar por supuesto pero no sustituir. Hay que tener cuidado porque a veces podemos pasarnos y la tecnología puede desvirtuar lo que es la visita al museo; hay que ser respetuoso y entender que hay cosas que pueden ser interesantes desde un punto de vista digital pero tal vez no desde el punto de vista artístico. En el equilibrio está la clave”.

Porque, como David Díaz afirma, damos fe de que “nada puede sustituir la visita física al museo”.