Unos hablan con enorme entusiasmo de lo que promete el futuro, otros lo hacen con sensible pesimismo y otros, pragmáticos, enumeran las maravillas tecnológicas que ya ofrece el presente a la agricultura. La Feria del Campo 4.0 de Málaga, y su congreso Expo Agritech, dejan un cierto sabor agridulce entre lo que se puede y lo que no parece posible hacer ni con toda la innovación orientada a la agricultura.
El campo es demasiado grande para ponerle puertas, reza el aforismo. Hay espacio para absolutamente todas las tecnologías, innovadoras o no, que se puedan nombrar. Y caben, también, todas las tradiciones, viejas costumbres, inmovilismos y miedos seculares a la sequía, a la tormenta y al pedrisco.
Agustín Font, director del congreso que da cuerpo a Expo Agritech, enumera algunas de las posibilidades innovadoras exhibidas: "IA generativa, agricultura regenerativa, tecnología de ARN, mercado libre de créditos de carbono…". Pero el contrapunto son las palabras de Jesús Regodón, de Cajamar: "Al agricultor no se le ha hablado en el lenguaje del agricultor. Han llegado las tecnológicas y le han hablado con el lenguaje de las tecnológicas. Y al agricultor hay que escucharle, ponerle en el centro. Trasladarle que las nuevas tecnologías son para mejorar su rentabilidad".
Málaga ha estrenado un evento ambicioso, "único en el mundo", dicen, con 405 expertos en diversos aspectos de la tecnología y la práctica agrícola interviniendo en seis escenarios a lo largo de tres días. "Más de 8.000 asistentes, 171 expositores Y 560 novedades", añade Albert Planas, director general de Expo Agritech 4.0, antes de dar la palabra a Roberto Bosch, embajador de Argentina en España, presente como país invitado.
Bosch reafirma que, en una Argentina con larga tradición agrícola y 40 millones de hectáreas sembradas de cereal (la extensión total de España son unos 50,6 millones de hectáreas), "las soluciones tecnológicas pueden aumentar el rendimiento en un 26% y ahorrar un 13% en los costes".
El dilema, queda claro, no es lo que se puede llegar a hacer, sino quiénes pueden hacerlo. La tecnología está ahí con promesas tan disruptivas como la utilización del ARN (ácido ribonucleico) para defender a los cultivos de plagas y enfermedades. Es una de las propuestas que acompañan a la delegación argentina, presentada por Mati Badano, cofundador y CEO de Apolo Biotech. Probablemente, la idea más novedosa del evento.
En la exposición hay sitio para grandes maquinarias como los tractores de Kioti y el de John Deere, sobre cuya cabina se coloca un sensor de infrarrojo cercano (NIR) Harvestlab 3000, que "optimiza tres procesos" de la cosecha, haciendo "análisis en tiempo real sobre el forraje y el estiércol", para facilitar ajustes basados en datos obtenidos en tiempo real.
En el mismo stand, una enorme turbina con ruedas de Teyme, parece lista para pulverizar sobre los campos los productos que se considere oportuno. A pocos metros, un dron de gran tamaño, con ocho rotores, de Avanterra y un poco más allá, otro dron volador, de Vorttex, con grandes depósitos para diseminar líquidos sobre los sembrados. Por los pasillos también se ha visto pasear un perro robótico.
Todas las tecnologías punteras tienen algo que hacer en el mundo agrícola. Sobre todo, para las grandes compañías que gestionan amplias extensiones de terreno. Desde dispositivos que ayudan y ahorran esfuerzos en el cuidado continuo y desarrollo de las cosechas, hasta sistemas de inteligencia digital para analizar datos, planificar y coordinar las fases siguientes al cultivo, procesamiento, logística, hasta convertir el producto de la tierra en el alimento que llega a la mesa del consumidor. “Al final se trata de que hay que dar de comer a la gente”, repiten diversos ponentes.
Agricultura de precisión
La agricultura de precisión implica sensores para recoger todo tipo de datos y, eventualmente, elementos externos como los satélites y la información que pueden facilitar. AC21 Geospatial utiliza posicionamiento, GIS y otros servicios satelitales. Un uso particular es el de los dispositivos CHCNAV de los que es partner importador para hacer de un tractor un vehículo manos libres, incluso manejable en remoto, con dirección automática de alta precisión.
El dispositivo de guiado NX510, asegura la compañía, es capaz de una precisión de 2,5 centímetros entre pasadas, para recorrer un campo hasta cubrirlo por completo con la tarea que toque. Se conecta a los satélites de las cinco grandes constelaciones de posicionamiento, GPS, Galileo, Glonass (Rusia), Beidou (China) y QZSS (Japón).
También es posible recolectar y usar datos de manera muy localizada, con las pequeñas estaciones meteorológicas de la francesa Sencrop. Un poste, con un modem conectado a su servidor, puede incorporar pluviómetro, anemómetro, un sensor de humedad que se clava en el suelo y un sensor de irradiación. El agricultor puede confeccionar su propia configuración con los elementos que necesite.
El artefacto hay que comprarlo (puede costar en torno a 1.500 euros, algo más o menos, según los dispositivos que añada). Y luego, mediante una cuota anual, el usuario dispone del análisis de datos del ordenador centralizado a través del móvil, para poder "anticiparse a enfermedades y plagas" y aplicar un "control eficaz del riego". Además, puede obtener información de su microclima, añadiendo los datos de hasta otras cinco explotaciones cercanas.
Pero todas estas posibilidades chocan con la otra cara de la moneda: "La edad media es cada vez mayor, no hay relevo generacional. Es un problema conseguir mano de obra, por la despoblación de las zonas rurales. Hay escasez de agua y suben los costes de la luz, del propio agua y los insumos. Es imprescindible el asesoramiento tecnológico, porque tener algún sensor es indispensable. El agricultor tiene que adaptarse a la tecnología…".
Lo dice José Francisco Santamaría, ingeniero agrónomo y pequeño empresario agrícola, que habla en nombre de Trops, una cooperativa andaluza (con extensión en Tavira, Portugal) dedicada a producir aguacate y mango, que reúne unas 4.000 pequeñas explotaciones. Los pequeños agricultores "se pueden reunir pequeñas explotaciones para compartir maquinaria y recursos. O unirse a cooperativas. En el modelo Trops facilitamos a los nuestros mano de obra especializada en aguacate y mango". La carencia de mano de obra, como el agua, es uno de los problemas que más se repite.
Santamaría formó parte de una mesa titulada 'Agricultura sin agricultores'. En realidad, es el título de un libro escrito por los franceses François Purseigle y Bertrand Hervieu, traducido al español por Cajamar. Narra el declive de la profesión tradicional del campo, reemplazada por la gestión de grandes empresas que agrupan terrenos, y la rapidez con que se producen los cambios.
"En Francia quedan 400.000 explotaciones", dice Baldomero Bellido, de Asaja Málaga, en la misma mesa.
"En España hemos pasado de 800.000 a 600.000. Los pequeños agricultores están asfixiados por la burocracia", añade, para explicar cómo va creciendo la concentración de terrenos, a manos de inversores y grandes empresas.
En la misma conversación, Juan Cabrera, CEO de Agroforvis y también pequeño agricultor y ganadero, es todavía más rotundo: "El campo español se muere. No hay gente joven que tire del carro. Ni se les da facilidades ni ven un futuro y esto hará que entre la gran industria. Y, entonces, ¿quién va a seguir cultivando el olivo tradicional?", se pregunta, precisamente en el día internacional del olivo.
Asesores expertos
Diego Díaz de la Serna, secretario técnico del colegio de ingenieros agrónomos de Andalucía, lo caracteriza, charlando distendidamente con DISRUPTORES durante el almuerzo, como una "brecha generacional". Aunque también advierte, sobre la asunción de la tecnología por los más mayores, que "el agricultor no es tonto. Si se lo ponen fácil también sabe usarla". Pero igualmente afirma que en la agricultura actual es "esencial la figura del asesor" experto.
El dolor de parte impregna el paisaje. Como lo hace, en contrario, la parte institucional, empujando a abrazar la tecnología como única salida. "Sin tecnología no tendremos competitividad", asevera en la sesión de apertura Cristina del Toro, directora general de la consejería andaluza de industrias, innovación y cadena agroalimentaria.
Alude a regulaciones y normativas europeas como la PAC, el pacto verde, la iniciativa 'del campo a la mesa' y los ODS de Naciones Unidas. Todas ellas exigen digitalización y herramientas lógicas para estar ahí. Del Toro ofrece un dato: "El 23% de las exportaciones procede del campo andaluz". Defiende la línea estratégica de "introducir el conocimiento en el sector".
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en el acto de inauguración del congreso, aboga por que el sector agrícola no se descuelgue de la tecnología y por establecer una "colaboración entre los diferentes estamentos políticos y también entre lo público y lo privado", recordando que "Andalucía tiene el doble de porcentaje de trabajadores agrícolas que el resto de España".
Palabras que pueden entenderse como conciliadoras, tras la intervención anterior de la secretaria de Estado de agricultura y alimentación, Begoña García, que empezó recordando solidariamente a las víctimas y desastres de la DANA. Luego, hizo chirriar su discurso con algunas pullas gubernamentales nada sutiles, tras afirmar, sobre los damnificados de las inundaciones: "Vamos a apoyarles desde el minuto uno, porque el Gobierno de España está para eso". No aclaró en qué momento se pone en marcha el cronómetro para contar el primer minuto.
García señala que "la digitalización mejora la sostenibilidad y la rentabilidad de las explotaciones, y hace el sector más atractivo para jóvenes, promoviendo oportunidades de negocio en la España despoblada". Pone énfasis en la última palabra, "despoblada". No "vaciada".
También habla mucho García de dineros. A propósito de la política europea, la PAC, anuncia "una nueva convocatoria con el mayor presupuesto de la historia reciente de grupos operativos [consorcios de entidades agroalimentarias, forestales, científicos, etcétera] con 46,20 millones de euros. La primera convocatoria fue 37 millones de euros con los que hemos financiado 65 proyectos, 27 de ellos de digitalización". El consejero de agricultura de la Junta, Ramón Fernández-Pacheco, también anuncia una línea regional de subvenciones de 18 millones para los grupos operativos de innovación.
A propósito de digitalización, García menciona el "cuaderno digital", que añade su parte de polémica. Aunque subraya que "es gratuito", su obligatoriedad desde este año hace que para muchos se convierta en otra carga burocrática (un galimatías para algunos), mientras que para otros es una herramienta de fiscalización. El propósito es llevar un registro formal y detallado de las actividades y procesos (siembras, tratamientos fitosanitarios, riegos, cosechas y uso de productos y maquinaria), para "ayudar" a los agricultores a cumplir con normativas y regulaciones.
Carbono secuestrado
El ingeniero agrónomo Julio Román, coordinador de proyecto de la federación europea de agricultura de conservación, explica que en "la UE se han aplicado políticas productivistas. Ahora cambia la mirada y se trata de homogeneizar y activar mecanismos para ser neutros en 2050. Se trata de reducir emisiones. Porque estas no van a dejar de existir…".
La propuesta para la agricultura es "el secuestro de carbono en el suelo. El suelo europeo es muy bajo en carbono porque lo hemos maltratado mucho. Y hay un gran potencial en la zona mediterránea. El secuestro lo hacen las plantas en sus raíces", dice Román. Lo que pasa es que no es un proceso sencillo, ni rápido, ni inocuo. "En los primeros 10 años se produce mucho secuestro, luego es más lento", pero se requiere no labrar la tierra. "Si trabajamos el suelo eliminamos el carbono. Se quema. El secuestro es un proceso lento y reversible".
La recomendación es hacer "rotación de cultivos, compartir el terreno con ganados, no labrar y proteger la superficie, mantenerla tapada. Hacer siembra directa, mantener una cubierta vegetal, naturalizar el suelo, fomentar la biodiversidad y reducir los fertilizantes fitosanitarios". Y, por supuesto, eficiencia energética.
Y ¿para qué sirve ese carbono "secuestrado" con tantos condicionantes?
Pues, aparte de regenerar el suelo, existe un mercado libre de carbono para venderlo. Puede usarse para hacer determinados productos, o dejarlo enterrado. La unidad de medida es "el crédito de carbono", indica José Luis Vaca, COO de Rural Bridge, para detallar que en realidad existen dos mercados diferentes.
"Uno es el mercado regulado, que es obligatorio por ley para determinadas industrias, intensivas en la generación de carbono. Pueden venderse créditos entre ellas. El otro es el mercado voluntario, donde todo se compra y se vende".
A este último puede acogerse la agricultura, que no está obligada al mercado regulado, para obtener otra fuente de ingresos.
No obstante, Vaca señala que existen dos estándares de verificación consolidados, uno se llama Verra y el otro, Trinity. Su compañía asesora diferentes proyectos con ambos. Uno de ellos es con Mesta, una startup de Lácteos Pascual, en el que se utiliza blockchain para asegurar los datos.
"La digitalización es imprescindible y la mayoría de los programas [para negociar sobre carbono] piden terrenos de 100 hectáreas en adelante, para que sea rentable". La mayor compra, por cierto, la ha hecho Microsoft (para compensar sus centros de datos). Y, por si acaso, Vaca avisa del riesgo de entrar en ese terreno sin contar con un asesor experto: "Hemos visto contratos puestos a un agricultor que asustarían a cualquiera con poco de conocimiento de leyes".
El concepto AKIS
La idea es crear ese tipo de redes a nivel nacional, regional o incluso micro AKIS. "No lo resuelve todo", admite Ceccarelli, pero ayuda a resolver necesidades comunes de los agricultores. "AKIS debe ser visto como un ecosistema", sentencia.
Y queda todavía un último apunte sobre el uso de la inteligencia artificial generativa, también en la agricultura. Su penetración casi instantánea hace tres años tiene un curioso efecto estadístico.
Según un gráfico que muestra Klaas Wurzburg, de Linknovate, en 2023 se registró un pico máximo de publicaciones con referencia específica al machine learning en la agricultura, 12.205 referencias. En 2024 han caído a 7.824. A cambio, van surgiendo publicaciones sobre IA generativa y agricultura: 196 el año pasado y 215 en el presente.
Gonzalo Martín, de Hispatec, y David Francés, CEO de Agerpix, refieren algunos primeros proyectos en los que se utiliza la IA generativa. Todos ellos, desde luego, en el seno de empresas de cierta entidad. Pero lo primordial, dice Martín, es que "la primera barrera [en tecnología] es el lenguaje. Y la IA rompe el interfaz".
A lo mejor una tecnología capaz de entenderse con las palabras de los propios agricultores ayudaría a salvar la "brecha generacional". Pero no es de eso de lo que están hablando ahora los expertos.
Premios y 400 startups.
A la convocatoria de Expo Agritech acudieron 400 startups con innovaciones para el campo, de las cuales 60 seleccionadas han competido durante la celebración de la Feria. Las triunfadoras son Bisari, que ha desarrollado un sistema de pulverización electrostática; Waterhox, creadora de Bihox, un dispositivo de oxigenación, diseñado y patentado para diferentes usos agrícolas; y Foodimental, dedicada a la conservación de alimentos sin utilizar plásticos ni consumir energía, utilizando microorganismos.
Por otra parte, también se han concedido cinco premios para ‘innovaciones de alto nivel’:
El Premio John Deere al Mejor Producto Industrial para la Productividad del Campo es para Nando, por sus soluciones microbiológicas que favorecen al crecimiento de las plantas, refuerzan su resistencia a la sequía y promueven la biodiversidad del suelo.
Pulverizadores Fede se lleva el Premio Cajamar a la Mejor Solución para un Campo 4.0 por su sistema AIs, una tecnología agronómica integral que aplica la inteligencia artificial y procesamiento de imágenes en tractores a fin de “ver” el estado y vigor de los cultivos capturando fotografías con cámaras 3D.
El Premio Mapfre a la Mejor Explotación Agraria en el Uso de Nuevas Tecnologías, lo gana Tupl, por su sistema de visión artificial que permite predecir y cumplir estándares de producción.
El Premio AgroBank a la Mejor Startup Agritech lo recibe InsectBiotech, una compañía que convierte residuos agrícolas en productos de alta calidad para alimentación animal y fertilizantes sostenibles.
Y el Premio de la Junta de Andalucía a la Mejor Explotación Agraria Sostenible distingue a la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires) por su “kit de cebos” no dañino con agentes biológicos que controla las plagas de hormigas cortadoras de hojas, una de las principales en América.