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Un 27% de las empresas españolas que en algún momento han puesto en marcha proyectos de inteligencia artificial los han paralizado por completo. En paralelo, el 61% está reduciendo su inversión en IA. Son datos de un estudio de Qlik a altos ejecutivos del ramo, quienes aluden como razones a una cierta dosis de escepticismo, falta de cualificación y dificultades regulatorias. 

Estos datos corroboran las impresiones recogidas en los mentideros del Mobile World Congress celebrado esta semana y que os adelantamos en la primera de nuestras crónicas diarias. También el análisis publicado por DISRUPTORES - EL ESPAÑOL el pasado septiembre, en el que se aclaraba esta perspectiva -ahora corroborada por el estudio- ya anticipada en una serie de artículos ('La inteligencia artificial generativa ya no tiene tanto tirón: por qué es una buena noticia para todos' así como 'El fin de los LLM como ChatGPT está cerca: así será la inteligencia artificial que triunfará en los próximos años' o 'Un tercio de los proyectos basados en inteligencia artificial generativa se abandonarán en 2025') que levantaron polvareda en el sector.

En concreto, un 24% de los encuestados señala las dificultades regulatorias como el principal escollo para avanzar, un 23% indica que no cuentan con el talento adecuado para desarrollar proyectos de IA con garantías, y un 21% admite que los datos con los que trabajan no tienen la calidad suficiente, lo que genera errores, sesgos y alucinaciones en los modelos. 

Pero la clave está en el escepticismo respecto al potencial inmediato de la IA en el tejido productivo. Un 32% de los encuestados admite que sus propios altos directivos no confían en la IA, lo que genera reticencias a la hora de liberar presupuestos y escalar proyectos más allá de fases piloto. Pero la falta de confianza no es solo interna: el 50% cree que el resto de los empleados tampoco se fían de la IA, y un 23% percibe que sus clientes tampoco ven con buenos ojos su aplicación en los servicios o productos que consumen.

De nuevo, esto no significa que la inteligencia artificial esté muerta, ni mucho menos. La paradoja es evidente y completamente lógica: el 86% de los encuestados considera que la IA es “absolutamente esencial” o “muy importante” para alcanzar sus objetivos estratégicos. Pero una cosa es ver lo que está por llegar, y otra que la tecnología y sus modos de despliegue actuales encajen con las necesidades de las empresas en este momento.

Tanta es la confianza en el futuro próximo, que no presente, de esta tecnología que los directivos encuestados incluso se atreven a situar a nuestro país como potencial líder de inteligencia artificial. Más de la mitad de los encuestados (55%) considera que España tiene el potencial de convertirse en un líder en IA en los próximos cinco años, siempre y cuando se resuelvan los problemas estructurales que hoy lastran su adopción.

Pero ese camino no es sencillo, como ya hemos visto en tantas y tantas ocasiones. El trío de ases comentado en este informe (falta de una estrategia clara, la escasez de talento especializado y las dificultades para gestionar adecuadamente los datos) sigue siendo una barrera que frena el desarrollo de proyectos viables que vayan más allá de la fase piloto.

Cómo revitalizar el mercado de IA

Para intentar sortear estas dificultades, las compañías están optando por soluciones de IA preconfiguradas, evitando los problemas asociados al desarrollo interno de modelos propios. De hecho, un 68% de los encuestados considera que estas soluciones preconfiguradas aportan más valor que los proyectos de IA desarrollados desde cero.

Eso en lo que concierne a la técnica, pero sobre el resto de factores hay alusiones directas al Gobierno y su papel en democratizar esta tecnología. Por ejemplo, en lo que atañe a la formación y el reciclaje de habilidades, un 76% de los encuestados cree que mejorar la capacitación de los profesionales en IA es una prioridad para los próximos años. Y otro 74% opina que el gobierno debería incrementar la financiación y los programas de formación en este ámbito para consolidar la competitividad del país en la economía digital.